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Dice el refrán que el que avisa no es traidor. Y Óscar González, lo que es avisar, lo había hecho dos días antes del comienzo del Campeonato de Cantabria, cuando en el Torneo Rucecan se arrimó a los 150 bolos en sus concursos. 'Que no ... estoy muerto, ni de parranda. Que estoy aquí', parecía decir. Y vaya si estaba. El Junco revalidó ayer su título de campeón de Cantabria, el noveno, después de una tarde en la que solo tenía que mantener la ventaja acumulada el viernes y en la que al final resistió para imponerse a un gran Carlos García, que lo tuvo en la mano y dejó escapar la oportunidad de lograr una remontada histórica. Todo ello organizado por la peña La Rasilla y en una bolera, la Cundi Ceballos de Los Corrales de Buelna, que contó con unas 400 personas en el momento álgido de la tarde.
El de Liérganes vivía, hasta mediados de esta misma semana, una de las peores temporadas individuales de su carrera. Alejado de las fases finales, sin encontrar el punto de juego y, hasta el miércoles, sin levantar ningún trofeo. Incluso en la lista de clasificados para el Regional ocupaba el decimotercer puesto, que para los supersticiosos trae hasta mal fario. Algunos aficionados estaban ya con la pala, preparados para echar tierra sobre lo que ellos consideraban una incipiente tumba bolística. Sin embargo, cada vez que siente la humedad de la tierra sobre él Óscar resurge con más fuerza. Lo hizo en 2020, cuando ganó el Nacional ante un imparable Víctor y lo ha hecho en 2022, cuando todos los factores parecían en su contra y cuando, durante buena parte de la final, estuvo por debajo en el marcador.
La victoria de Óscar llegó a costa de un Carlos García espectacular. Un bolista forjado a fuego, que ha superado problemas cardiacos, de espalda, en la mano y que se merece, de una vez por todas, llevarse un gran campeonato. Solo una mala tirada, la última del torneo, le impidió subir al primer lugar del cajón, un lugar que estuvo a punto de alcanzar después de remontar 31 bolos en contra ante todo un Junco de Liérganes y de llegar a dominar la final por ocho bolos.
En cuartos Óscar ya sabía, vistos los registros de sus posibles rivales, que solo lo podía perder él. Por eso minimizó riesgos, busco el primero con bola baja a raya alta sabedor de que con el birle le valía para mantener distancias y se plantó a medio concurso en 67 palos. De tiro largo no estuvo cómodo hasta que en la octava espatarró dos bolas encima de la caja, hizo con ellas diecinueve y totalizó 138 palos. Más madera sobre sus rivales. Con 29 bolos de margen Óscar no encontró su juego en semifinales, se cayó con el paso de las tiradas y solo dos buenas manos de atrás al pulgar le permitieron mantener 11 de ventaja sobre Carlos García, que después de una gran semifinal había revertido parte de su desventaja.
Llegada la final, la ventaja numérica era para Óscar, pero la ventaja moral era para el zurdo, que llegaba desde atrás con la ambición de sumar su primer gran torneo. La cara de El Junco era de tensión; La de su rival, de hambre y esperanza. En las cuatro primeras tiradas Carlos García acumuló 85 palos, suficientes para aventajar a su rival en ocho bolos en el global. Lo que quedaba era ya un juego de mentes, un duelo por ver quién era capaz de aguantar la presión en el medio concurso que quedaba. Óscar recortó cuatro bolos en la quinta, después de que el zurdo no pasase de los doce palos.
Con el pulgar por delante, la ventaja de Carlos era de siete bolos. A estas alturas y a estos niveles, un margen importante. Su primera oportunidad de sentenciar el campeonato se esfumó en la séptima mano, cuando después de subir ocho desperdició un buen birle. A Óscar le quedaba su mejor golpe, las dos últimas manos, donde un gran jugador verdaderamente marca diferencias. A la seis bolas finales Carlos llegó con cuatro bolos de ventaja, lo que unido a los catorce que derribó obligaba al Junco a lograr dieciocho para ganar. Tras subir ocho, Óscar birló tres con la primera. Otros tres y tres para empatar, tres y cuatro para ganar. Con la primera, dos. Todo para la última bola… Cinco. Óscar González revalidaba su título regional individual.
Y si el gran triunfador fue Óscar, la gran decepción fue Víctor González. Cierto es que llegaba con el agua al cuello después de su mala tarde del viernes y que ayer, estrictamente hablando, no jugó mal. Pero claro, necesitaba más. Necesitaba que esa bola de pegar que se fue con cuatro derribara cinco, o ese cruce a la mano, que suele bordar, no se dejara ese bolo atrás. El de Peñacastillo lo intentó, apostó en varias manos por dejar caer su tercer lanzamiento encima del emboque en busca de una jugaba salvadora, pero el acierto que en otras ocasiones le ha salvado una mala tarde ayer no estuvo con él. Un lastre en una temporada triunfal en la que dice adiós al doblete en los campeonatos individuales a las primeras de cambio.
En realidad, de haber estado a su nivel, tenía al menos las semifinales a tiro. Y es que a pesar de la desventaja que traía la tarde no asustó por sus registros. Avanzó como segundo a semifinales Federico Díaz, eficaz desde el tiro y que acertó en la séptima de birle para derribar 23 y ser el primero del resto de clasificados. Junto a él se colaron en la penúltima ronda Carlos García, que sin redondear un buen concurso se fue hasta los 128, y Jesús Salmón, que cimentó desde los dieciséis metros una bolada que le ponía cuarto en la clasificación. De Fede a Jesús la diferencia era de tan solo cinco palos, lo que al menos aseguraba la igualdad en la pelea por el subcampeonato.
Por el camino se quedaron los dos jugadores que más habían sorprendido en la jornada del viernes. Adrián Díaz empezó bien, con 37 en las dos primeras, pero un caballo abierto y una queda de caldera tras caer la bola encima del primero, frenaron en seco un concurso que no volvió a tomar vuelo. Mario Ríos, por su parte, comenzó ya mal el concurso con tan solo once bolos y, a partir de ahí, no pudo colocar las bolas en el sitio correcto. En la pelea entre ambos por no ser octavos se impuso el de Riotuerto por solo dos bolos.
En semifinales Salmón y Carlos ofrecieron uno de los mejores concursos conjuntos de la tarde. Por registro, por capacidad birladora y por la emoción de postularse para marcar el corte a los siguientes protagonistas. Al final fue el zurdo el que, con una queda y por un bolo, se colocaba en cabeza al derribar 137. La cifra obligaba a Federico Díaz a sumar 135 para disputar la primera final de su historia. La cara del astillerense era de tensión, algo que se reflejó en los primeros compases de juego, en los que se dejó demasiada madera por el camino para acabar el torneo en la cuarta plaza.
Para rematar la tarde se procedió a la entrega de trofeo, a la que no asistió ningún representante del Gobierno de Cantabria. Solo Marina Lombó, consejera de Educación, asistió durante un rato al desarrollo del juego, mientras que ninguno de los responsables del área se dejó ver por Los Corrales en la competición más importante del año a nivel regional.
Torneo liguero
Y en medio de la vorágine de la temporada individual, el torneo liguero regresa a escena con el que puede ser un día histórico en el barrio de Cañas. Y es que por primera vez en la historia dos equipos de la misma peña pueden ganar el mismo año, incluso a la misma hora, la Liga de sus respectivas categorías. La partida de Peñacastillo de División de Honor recibe a las 12.00 a Pontejos en la Mateo Grijuela con la necesidad de victoria para cantar el alirón, mientras que la femenina se mide en Cueto a Los Remedios a la misma hora con el trofeo un poco más cerca, a tiro de empate.
Más allá de lo que pase en la sesión matinal parece complicado que los campeonatos se le escapen a Peñacastillo. Con cuatro puntos de ventaja sobre Andros, con seis por jugarse y la diferencia de chicos a su favor, los capitaneados por Rubén Haya llevan semanas tachando jornadas del calendario para celebrar su pentacampeonato. Para hacerlo necesitan imponerse hoy a Pontejos, que llega tras haber retornado a posiciones de descenso la semana pasada y con la necesidad imperiosa de victoria. Los de Marina de Cudeyo apelarán a la fórmula clásica de tiro corto y emboque fácil en busca de aguar una fiesta que puede ser doble.
Además de la pelea por el título el interés de la vigesimocuarta jornada en la Liga Rucecan está en la pelea por evitar el descenso entre Pontejos y Torrelavega, que tienen en J. Cuesta y Mali a dos invitados lejanos. Por ello el partido más interesante de la sesión vespertina será el que mida en la Carmelo Sierra a las 19.00 horas a la Bolística y Cuesta, una cita en la que el empate solo sirve a los visitantes. Además, Casar y Sampedro se miden en la Ramiro González a las 18.00, Oruña y Camargo hacen lo propio en El Paraíso del Pas a las 18.30 y Los Remedios recibe a Mali a la misma hora.
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