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El Millón 2019 tiene dos campeones. Uno es Mario Pinta, ganador del torneo tras una gran final con la que culmino un concurso sólido y regular que convirtió en sobresaliente. Otro, Héctor Salmón, héroe de la jornada que eliminó sucesivamente a Óscar González, Rubén Haya ... y Rubén Rodríguez y de tanto nadar murió en la orilla. Los dos merecían alzar el trofeo. Solo uno podía. Los dos merecen la mención tras la final de una de las citas más intensa y emocionantes que se recuerdan. En el palmarés quedará Pinta. En el recuerdo y los cantares de gesta también Salmón. Incluso más.
Hacia medianoche Mario sonreía en el calentamiento. Héctor tenía gesto más serio. Pero los dos sabían lo mucho que se jugaban. Eran las 0.15 y los que habían salido volvían a ocupar su asiento en la Mateo Grijuela. Media entrada pese a un horario que no asusta a nadie en los bolos. El Millón es a esa hora y ya.
Empezaba Salmón, ese al que tantas veces le ha tocado ser el 'otro' Salmón, y que esta vez era cabeza de cartel. Mario hace mucho que no es solo el hijo de Paulino. Dos enormes tiradores frente a frente. El zurdo del que tanto espera Torrelavega y el héroe de la noche, que ya lo era pasara lo que pasara. Dos aspirantes, dos estilos y una misma meta.
A Pinta se le veía más suelto y así lo demostró en la primera mano; muy bien en el birle a la mano el zurdo: 21-15 al final del primer asalto.
A Salmón parecía venírsele encima toda la emotividad y tensión de la noche. Su rictus serio no cambió con una bola blanca en la segunda mano, y aunque se defendía bien incluso birlando desde el tablón cuando no le quedaba un juego muy arreglado (algo no muy frecuente hasta entonces) tampoco a Pinta se le daba mal. Total, que las dificultades en el tiro le dejaban con once palos de desventaja en dos manos.
Llegó entonces una pequeña recuperación de Héctor, que recuperaba la muñeca buscando el 'dos' y se sacó un birle de cinco, pero fallaba en la última bola. A medio concurso ya eran trece los palos de ventaja del torrelaveguense: 70-57. Fuera por la presión, el cansancio, el estrés físico y mental de tres partidazos ante tres colosos, el caso es que Héctor Salmón no era el de antes y no alcanzaba la media de concurso.
Se ganó a continuación los aplausos de Cañas con un birle de seis con el que empezar a buscar la remontada para firmar 22 palos en la primera mano con raya al medio. Mario resoplaba poco después desde el tiro. Empezaba a ser consciente de lo que tenía al alcance de la mano, y el pesa. Pero lo que evidenciaba el rostro no se traducía en la mano: juego perfecto, cuatro al tiro con una bola para reivindicarse, una gran mano en general y la diferencia inamovible en trece palos: 79-92. Héctor había recuperado el pulso, como demostró en la sexta mano, pero su joven adversario no aflojaba y el lastre comenzaba a pesar demasiado. Pinta aguantaba el tirón y gestionaba la renta, y cuando la séptima mano se les hizo bola a Héctor (nueve palos) el de la Bolística se convirtió en virtual campeón: 106-123 a falta de una mano.
Antes Óscar se había quedado fuera a las primeras de cambio. El Junco, que defendía si título de 2018, cayó en octavos de final ante Héctor Salmón. El capitán de Hermanos Borbolla, que apenas unas horas antes se había proclamado campeón de España de parejas junto a Lolo Lavid, no paso de los 117 bolos, mientras que su rival, tras embocar en la última mano, derribó 128.
Fue la única sorpresa en unos octavos de final en los que la eliminatoria que se presuponía más igualada fue a la postre la mejor. Jesús Salmón, que terminó visiblemente cansado el Nacional de parejas, tuvo que completar un concurso casi perfecto de 143 palos para superar a Gabi Cagigas, que pese a un pinchazo en la séptima mano firmó un acta de 131 bolos.
Con la eliminación de Óscar, Víctor González se convertía en el gran favorito y no se dejó sorprender por Manuel Domínguez. Se ganaba así una plaza en loscuartos de final para enfrentarse a Carlos García en los cuartos de final. El de Roper, en una última gran tirada, logró los 19 bolos que palos para ganar su eliminatoria ante Pablo Lavín.
En el resto de eliminatorias de cuartos, Rubén Haya se impuso a Víctor de la Torre, Rubén Rodríguez se deshizo de David Cecín, Mario Pinta fue el verdugo de Antonio Sagredo y Lolo Lavid superó a David Gandarillas.
Si la eliminación de Óscar parecía llamativa, la emoción desbordó la bolera en cuartos, cuando los favoritos fueron cayendo como en 'Los diez negritos'. Uno tras otro ante una ojiplática afición que llenaba las gradas de Cañas.
En una tarde frenética de sorpresas un Carlos García en estado de gracia sacó a pasear su zurda para fulminar a Víctor y seguir inyectando emoción en un torneo que anda sobrado de ella. Tres manos espectaculares a raya alta le catapultaron a semifinales con 150 palos ante el vigente bicampeón cántabro, que se quedó fuera con una media exacta de concurso.
Tampoco contaban muchos con que Mario Pinta se deshiciera de un Lolo Lavid que comenzaba a perfilarse como favorito. Mal asunto. Todo aquel que levantaba la cabeza se la fulminaban. En una tarde propicia para una especie que parece en extinción como son los zurdos, el canterano de la Bolística derrotaba por tres palos al de Las Fraguas: 133-136.
Un Rubén Rodríguez que con raya al medio volvió a ser aquel chaval que en el cambio de siglo puso patas arriba los bolos siendo aún poco más que un adolescente se deshacía acto seguido de Jesús Salmón, que acusaba el cansancio... y el abrumador ritmo del de Villanueva: 141-129 con birles de quince en la segunda y la quinta mano para batir al jugador más laureado de la historia de los bolos.
Cerró los cuartos su sobrino Héctor, que vengaba el honor de los Salmón ante otro histórico camargués, Rubén Haya. 124 palos frente a 151 dejan poco más que decir.
Porque lo de Héctor Salmón durante esta fase de la temporada es para tenerlo muy en cuenta. Y lo de su Millón, para dedicarle un cantar de gesta: eliminar sucesivamente a Óscar González, Rubén Haya y Rubén Rodriguez está al alcance de muy pocos. De casi nadie. Entre los tres suman doce títulos nacionales. La Mateo Grijuela se rendía ante Salmón el joven, un bolista que este año ha jugado la Liga en Primera Categoría (en la potente Mali, pero en Primera) y de pronto parecía la reencarnación de Cabello; el rejuvenecer de Tete. Las matemáticas también se aliaban con él: 139 bolos son muchos bolos y el hijo de Tete caía con un acta final de 123 palos.
A continuación un igualado duelo de zurdos llevaba a la final a Mario Pinta, que en su regreso a la competición tras un año sabático (una estancia erasmus tuvo la culpa) se clasificaba para su primera. final del Millón.
Se alcanzaba ya la medianoche cuando los aficionados se daban in respiro en Peñacastillo. El barrio de Cañas se preparaba para una final inédita con dos finalistas inéditos; para el que iba a ser el bautismo de uno de los dos bolistas, herederos de sus respectivas dinastías, en una competición de referencia... con uno de los premios más jugosos que conocen los bolos.
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