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«Nos preparamos para el saludo». Tomás Ramos (Santander, 1976) da la primera instrucción a una veintena de personas en un recinto acondicionado en el polideportivo municipal Tito Carrera, en Reinosa. El lugar que sirve de base de entrenamiento al Club Esparta. Carreras, flexiones, volteretas ... sobre el suelo acolchado... El ambiente es de lo más cordial y respetuoso, además de siempre atento a las instrucciones, en un grupo de lo más variopinto. Desde gente a la que se ve muy en forma y con muchos años de experiencia en los deportes de lucha hasta jóvenes de instituto que apenas llevan unos meses. Ropa en general corta y casi todos descalzos, a pesar de que el ambiente es fresco y fuera el invierno amenaza con caer con toda su crudeza sobre Reinosa. En muchas de las camisetas se puede leer. 'Club Esparta. MMA'.
El club campurriano es de los pocos en la región donde se puede aprender uno de los deportes de moda, sobre todo a nivel mediático. Las artes marciales mixtas, o MMA por sus siglas en inglés, han estado en boca de mucha gente en los últimos días a raíz del título mundial del hispano-georgiano Ilia Topuria. Pero lo conseguido por el luchador en Las Vegas es solo una parte, rodeada de mucho espectáculo, de un deporte que ya tiene bastantes años -unos 30- y se practica en todo el mundo. Y que engancha. Mucho.
«Las artes marciales mixtas, o MMA, es un deporte de lucha. Empezó hace unos 30 años, en Estados Unidos. Es una especialidad que mezcla varios deportes de combate: lucha libre, judo, kick boxing, lucha grappling, jiu jitsu brasileño... Surgió por la competición entre esas especialidades por ver cuál era la mejor, y por eso esta se llevó al extremo», señala Ramos, el presidente y fundador del Club Esparta. «Como deporte de lucha o sistema de defensa personal es de lo más completo».
El origen Las artes marciales mixtas surgieron hace tres décadas en Estados Unidos. Mezclan varios deportes de combate
La competición Dependen de las federaciones de lucha. A nivel profesional, asociaciones como la UFC son muy potentes
Las artes marciales mixtas dependen de las federaciones de luchas olímpicas y disciplinas asociadas. Ramos es presidente de la Federación Cántabra. Y hay campeonatos a todos los niveles. En Cantabria, de los 300 federados que hay en todas las modalidades de lucha, «habrá unas 70 u 80 de artes marciales mixtas. Clubes que impartan MMA son cuatro -aunque federado en la Española solo está el Esparta-, y no habrá más de esa cantidad de gimnasios donde se impartan», comenta Ramos. En España, Canarias, Madrid o Barcelona son los lugares más pujantes. Y a nivel internacional, «Rusia, Georgia o Daguestán son potencias mundiales». Fuera del ámbito amateur, «está el profesionalismo, en el que hay asociaciones privadas muy potentes como la UFC, en la que ha competido Topuria. Es la que más renombre tiene». Y poderío, porque cada vez es más importante. Primero con el icono que fue el irlandés Conor McGregor, «en Estados Unidos ahora mismo está desbancando al boxeo profesional en las plataformas de pago donde se dan las peleas de MMA».
A aprender artes marciales mixtas se acercan al Club Esparta personas de los perfiles más variados. «Estudiantes, miembros de fuerzas y cuerpos de seguridad -incluso de élite-, gente que quiere aprender defensa personal, o simplemente estar en forma...». Si se quiere competir en serio, las artes marciales mixtas requieren «una condición física muy fuerte». El propio Ramos ha sido campeón de España de esta disciplina, además de en otras varias, y de ser entrenador nacional de casi todas, para impartir así «una MMA real».
En esa ya famosa pelea de Topuria ante el australiano Alexander Volkanovski, llamó la atención que tras el primer guantazo que mandó a la lona al aussie, Topuria seguía castigándole. «Las artes marciales mixtas tienen menos reglas que otras artes», incide Ramos, a excepción de algunas básicas como golpear en los ojos, en los genitales, morder... Lo que se busca es «finalizar» al adversario, por un KO o con una llave. Y eso es lo que le convierte en una especialidad «más dura» que otras. Los profesionales usan en el combate unas guantillas «leves, de cuatro onzas», mientras que en amateur se usan «guantillas, tibiales y protección bucal».
A diferencia de otras especialidades, el papel del árbitro en un combate de artes marciales mixtas es vital. «En el momento que hay una superioridad, tiene que parar la pelea», añade el responsable del Club Esparta. El luchador puede parar el combate con lo que se llama 'tapear', unos pequeños toques con la palma de su mano en el suelo, su cuerpo o en el del rival. Pero el árbitro también debe estar atento por si alguien que no quiere ceder, por ejemplo con una llave en el suelo, tiene ya la fuerza para seguir. La diferencia de las artes marciales mixtas con otros deportes, como el boxeo -si no se acaba la cuenta, el púgil puede seguir-, es que en el momento en el que el árbitro para la pelea, se acabó. El damnificado pierde el combate.
«Sin embargo, hay una mayor protección que en otros deportes. La cantidad de golpes por asalto es menor que, por ejemplo, el boxeo o el kick boxing», señala Alejandro García (Reinosa, 1991), que se inició en las artes marciales mixtas allá por 2011. «Empecé en el judo y en León -donde estudiaba Ciencias de la Actividad Física y el Deporte- empecé a ver kick boxing y MMA». Esa combinación de varias especialidades fue «lo que me encantó. Era muy novedoso para mí». Cuando llegó a Reinosa conoció a Tomás, que iba a impartir MMA. «Eso fue en 2015. Así que soy de los primeros aquí».
En cantabria Los practicantes de las MMA no superan los 80, de entre los 300 inscritos en la Federación
Reglas Tienen menos que otros deportes de contacto, pero sus practicantes afirman que hay menos golpes en los asaltos
Miembro de las fuerzas de seguridad, Alejandro puede constatar la evolución a nivel mediático de este deporte. «Si mi padre me dice que tal día hay un combate...». Aunque insiste en diferenciar «mucho» de lo que se ve en Estados Unidos por la tele «de lo que se hace aquí». Y a nivel amateur, en el que ha competido él, ve un deporte para todos. «Hace cuatro años dimos clases de MMA a un grupo de personas con discapacidad. Y todo el mundo salió encantado». Desde su formación en Educación Física, considera que es un gran deporte «para niños. Intervienen muchos planos de movimiento diferentes». Y si no es deporte de alta competición, «apenas hay lesiones. Es el arte marcial definitivo».
«A mí, las artes marciales mixtas no me han supuesto nunca coger una baja». Antonio Fuarros (Santiago de Cartes, 1991) es todo un campeón de España -en tres ocasiones- de MMA y otras cuatro en Combat Sambo. Al igual que Alejandro, lleva casi una década junto a Tomás. «Me atraían los deportes de contacto y cuando llegas a adolescente, empiezas a investigar y buscar gimnasios». A las MMA se llega por esa inquietud de «dominar varios tipos de lucha y fusionarlas». La amalgama de especialidades hace que cada luchador sea distinto a los demás. «Cada uno tenemos nuestro estilo. Yo, por ejemplo, mantengo la pelea arriba. Pero si me interesa, llevo también la lucha al suelo». Integrante también de las fuerzas de seguridad, «viene bien saber esto. Porque te da la confianza de que tienes unos conocimientos buenos. Y así evitas el contacto físico». Aún le queda tiempo para competir en las artes marciales mixtas, «pero creo que a partir de los 40 ya no se puede competir en campeonatos oficiales, por la diferencia de edad que podría haber y así velar por la integridad en el deporte».
A la que le quedan unos años para competir -en las MMA hay que ser mayor de edad para hacerlo- es a la campurriana Alexandra Fernández (Reinosa, 2010). A sus 13 años lleva apenas seis meses en el Esparta. «Había practicado kárate. Vi que había esto, vine a probar y me gustó». Ya entrena con los mayores y es toda una subcampeona de España sub-15 en lucha grappling en el último Nacional en Gijón. «Las MMA son un deporte muy completo. Alguna vez se lo he recomendado a alguna amiga. Pero no se atreven por desconocimiento. Aunque insisto todos los días», señala con una sonrisa. «Y saber estas cosas no está de más», añade.
En ese Campeonato de España de grappling en Gijón había 1.300 luchadores. Y al igual que se aprecia en el entrenamiento del Esparta, el ambiente no pudo ser mejor. La imagen de esos deportes para macarras «está muy lejos de la realidad», incide Tomás Ramos. «Son deportes agresivos, pero no violentos. Y ante todo, los que los practican son grandes deportistas». El éxito de Ilia Topuria augura un auge de un deporte que es la mezcla perfecta de todas las luchas y en el que cada practicante encuentra la motivación perfecta para practicarlo. Desde la competición, a la defensa personal o simplemente, el estar en forma con una actividad de lo más completa. Tomás Ramos, un especialista en todas las disciplinas, lo tiene claro. «Las artes marciales mixtas han venido para quedarse», concluye antes de retomar un entrenamiento que finalizará con otro saludo de respeto entre todos.
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