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Con autoridad. Con contundencia. Quizá incluso demasiado rápido para el millar largo de personas que aguantó hasta la una de la madrugada para seguir sus evoluciones desde la grada del Palacio de los Deportes de Santander. Jon Míguez se deshizo en solo dos asaltos de ... Jonathan Valero en su segunda defensa con éxito de su cinturón de campeón de España del peso wélter. El castreño llegaba fino y pleno de confianza, aunque trataba de mostrarse prudente los días previos al combate. Pero se sabía favorito y acreditó su condición en una pelea fulgurante por la brevedad y la intensidad de Good Boy.
Ya en el primer asalto Míguez impuso su condición. Se hizo con el centro del cuadrilátero y buscó a Valero casi desde que sonó la campaña, afanado en sumar una nueva victoria al KO y no esperar a los puntos. El maño salió valiente, quizá demasiado, pero consciente también de que para tener opciones tenía que sorprender al campeón. Así fue como esa fase de estudio y tanteo se simultaneó con algunas acometidas de las que salió mejor parado el cántabro.
Salió entero de ese primer asalto el aragonés, pese a que incluso llegó a trompicarse, quizá por un mal juego de piernas. Cierto que le había alcanzado una mano del campeón, pero también que el árbitro interpretó que aquello había sido un resbalón y no un derribo.
Cuando se marchaban a la esquina, la superioridad del vigente campeón, veloz, duro y certero, comenzaba ya a apuntarse, con buenos golpes bajo la guardia, pero nada hacía prever lo que iba a ocurrir tras un primer asalto, pese a la superioridad del campeón, muy solvente de ambos púgiles.
El segundo round respondió a otro guión, con Míguez como dueño del ring y muy rápido en sus movimientos. Demasiado para Valero, que comenzó a pasar apuros pese a lo tempranero del combate. Good Boy le comenzó a castigar desde el principio. Así fue como el cántabro, que ya te había colocado alguna mano, superó su guardia para culminar con la zurda una buena combinación de tres golpes. El croché de izquierda puso un rápido e inesperado –por lo madrugador– epílogo que terminó con su rival cuando apenas se había superado el ecuador del segundo asalto.
No pudo hacer más un bravo pero superado Valero, que incluso trató de reincorporarse y amagó con seguir, pero no podía. Al final de la cuenta de diez de Maricharlar seguía aturdido y se oficializó lo que se barruntaba desde que retiraron las sillas de las esquinas: que el cinturón se iba a quedar en Cantabria. Míguez alzaba los brazos y se interesaba por el estado de su adversario, que y más recuperado aplaudió al campeón en un combate pleno de deportividad, aunque más breve de lo que se esperaba ante un adversario que llegaba con unos buenos números.
En solo dos asaltos; casi sin tiempo para disfrutar de su buen hacer, el castreño había retenido el cinturón que ganó el Cullera ante Ricardo Roser. Una primera defensa con éxito que deja su estadística en 15-0-0 (7KO) a la espera de que lleguen objetivos más ambiciosos, pero que de momento sirve como recompensa a los últimos meses de preparación del castreño.
Ahora será su promotora, MGZ Promotions, la que decida si continúa con otra defensa o trata de introducir a su pupilo en el circuito europeo para comenzar una lucha por el cinturón continental. De momento Good Boy mantiene un historial intachable, pero es prudente a la hora de hablar de nuevas metas. Una de las posibilidades es que defienda de nuevo su título ante el madrileño Aarón Alhambra.
Antes del combate principal de la velada, que arrancó cerca de la una de la mañana y se ventiló en cinco minutos, se habían disputado otras tres peleas entre púgiles profesionales después de más de tres horas de sucesión de combates de aficionados. En el primero de ellos Jokin García se impuso por KO técnico (abandono) a Yevhen Kostenko en el tercer asalto en la pelea que abría la última fase de la velada, la de los profesionales, con esta cita del peso ligero. Después de los dos primeros rounds, el ucraniano se quedó en el rincón, sin salir a disputar ya el tercero ante el castigo al que le había sometido el vasco.
En el segundo, el cántabro Santi Venegas (6-0-0, 1KO) se imponía a Andrea Lo Sicco a los puntos, aunque después de haber conseguido derribar una vez al italiano en el combate del peso supergallo. En el tercero, Saúl Luna vencía a los puntos al veterano ucraniano Artem Ayvazidim un rival habitual en este tipo de eventos que llegaba con un historia de 12-21-1 (5KO) en una pelea de superligeros que precedió a la pugna por el Campeonato de España.
El reencuentro de Santander con el boxeo tras la pandemia se cerró así hacia la una de la mañana en una velada organizada por la Federación Cántabra que significó otro paso en el regreso a la normalidad en el deporte. Y en la carrera de Jon 'Good Boy' Míguez, cada vez más cerca de metas mayores.
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