Peñacastillo no perdona a Camargo

El duelo era el primero de los tres que van a disputar ambos conjuntos en apenas cinco días, dos de ellos con trofeos en juego y el otro, el de Liga, con mucho ganado para el triunfador. Un choque de trenes no exento de polémica debido a la rivalidad reinante entre ambas entidades y en el que los detalles siempre marcan la diferencia. El escenario, con gotas de historia en cada uno de sus rincones, también ayudaba a poner en valor un título que arrancó de manera oficial gracias a la iniciativa de Sportpublic TV y que ya forma parte del palmarés oficial de la categoría, al igual que lo hará la Copa Apebol que ambas partidas se jugarán el viernes.

La primera tirada estuvo dominada por los nervios de las ocho protagonistas. Típicos de una final, sí, aunque inesperados en jugadoras acostumbradas a vivir al filo de la tensión. Treinta palos para cada partida que dieron paso a una segunda mano en la que Camargo marcó el ritmo gracias a una gran tirada y con el añadido de un emboque de Rebeca Bustara que puso por delante a las ayer visitantes.

Peñacastillo había abierto el encuentro al pulgar, un lado de la bolera que repitieron las de Maliaño y en el que las de Cañas se mostraron atascadas. Una queda de Laura Abascal y una irregular subida impidieron su cierre, lo que dejó el paso franco para que las capitaneadas por Cristina Cabielles pusieran tierra de por medio con una gran tirada. Esa pequeña dosis de fortuna que necesita cualquier equipo que aspira a levantar un trofeo sonrió a Camargo en un tercer chico que, además, fue una muestra de confianza en su juego. Un lanzamiento que pasa la raya por centímetros, una bola de estaca al lado contrario que también supera la caldera de Rebeca Bustara y, para rematar, la propia jugadora de Mazcuerras que pega al primero con su siguiente bala y acierta con el emboque de veinte. Las campeonas de Liga tiraron de raza y de pulso, incluso embocó Judit Bueno, pero las bolas perdidas en busca de la jugada suprema pesaron a la hora de igualar el parcial a bolos.

El favorito estaba contra las cuerdas. Tocadas, que no hundidas, las santanderinas se bajaron hasta los ocho metros en busca de jugada grande, un objetivo que lograron a medias tras derribar 42 palos. La subida camarguesa fue buena, pero el mal de altura, el temido mal de altura, hizo efecto. Cuando lo tenían a dos por bola para igualar aparecieron los nervios y un tramo final de birle que le dio el parcial a Peñacastillo.

A partir de ahí el partido viró por completo. Peñacastillo creció, empezó a mostrar su verdadero juego (en el sexto chico se fueron hasta los 56 bolos) y Camargo se vio impotente para detener el vendaval de un cuadro de Cañas que remató en el parcial de desempate después de que a Cristina Cabielles se le enredase una bola en la caldera. Las de Maliaño cerraron con una buena tirada, pero el encuentro ya tenía otro color, el azul de las campeonas de Liga dirigido por Laura Abascal, que ejecutó la bola de tiro que decidía la contienda. El título se quedaba en Santander.