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Roper es inmortal. Ahora es El Pendo Bahía Real, pero el escudo sigue pesando como antaño. Tenían que ser los camargueses los que acabaran ... con la racha de títulos de Peñacastillo Anievas Mayba y lo hicieron tras superar a los de Cañas por 4- en uno de los peores partidos de la temporada de los capitalinos. Es la decimoctava copa para los de Maliaño, que no levantaban un trofeo desde la Copa Federación de 2018.
Antes de empezar, la esperanza de El Pendo era jugar bien y esperar. Los camargueses tenían que mostrar su cara A para tumbar a los nuevos 'Colosos', la reencarnación de aquella 'partidona' que formaran en Las Higueras Salas, Ramiro, Cabello y Escalante. En el acto inaugural no la ofrecieron. Rubén Rodríguez había colocado a los suyos en los dieciséis metros y con raya al medio la subida fue de tan solo once bolos, después de que Gandarillas abriera con uno y el capitán cerrase con otro. Los 35 bolos totales daban a Peñacastillo vía libre para ponerse por delante, algo que, extrañamente, los de Cañas no aprovecharon.
A José Manuel González se le atragantó el chico y pese a que Salmón y Haya birlaron ocho con las dos últimas el cierre no llegó. Pese a ello, la saca era de cuatro palos. La tibia mejora de El Pendo fue tan escasa como inútil, toda vez que Peñacastillo perdona una vez, dos no. Los capitalinos fueron a ganar a 37, una cifra que superaron holgadamente.
Los vigentes campeones fueron fieles a la táctica prevista y se posicionaron en los diecinueve metros. Que, en La Robleda, que tiene 22 metros de tiro, parece más cerca para el espectador...y para Víctor, que con la primera bola acertó con el cachi que los visitantes habían colocado por encima del tercer bolo de la final de la mano. Se lo había avisado su capitán, «con golpe en tierra entra», y el astillerense acertó a la primera. Ahí se quedaron las noticias positivas para los de Cañas, porque Haya echó un caballo abierto y el resto de lanzamientos se fueron al tablón de fondo. Que, en La Robleda, se ve igual de lejos para público y bolistas.
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Salmón con un cañonazo de tres y Víctor con la última de dos amarraron los 40. Pese al cierre, la jugada era factible para El Pendo. No abrió bien Carlos, pero Domínguez templó a bolos y Cagigas embocó para despejar las dudas. Empate a uno.
En el tercero los de Maliaño dieron un paso al frente y pasaron al ataque. Visto que de diecinueve metros les había salido la cosa bien se plantaron en la distancia máxima copera. Si la temporada de los presididos por Gerardo Castanedo está llena de altibajos, el chico fue el paradigma de la regularidad. Tras subir dieciséis palos birlaron las ocho bolas de tres, dos de ellas desde el tablón de fondo y al medio y la última desde casi la esquina del pulgar. La responsabilidad fue para Manolín, que no falló. El que sí lo hizo fue Peñacastillo, que solo subió once pese a abrir Víctor con cuatro palos. La segunda del de Astillero se cerró, se marchó blanca y a partir de ahí sus compañeros no remontaron.
Los de Cañas necesitaban un golpe de mano para revertir la situación. No estaban jugando bien y el tiro elegido fue dieciséis, desde donde habían ganado su único chico hasta el momento. Lo habían hecho sin brillo, pero el parcial había subido al marcador. Claro que el partido había cambiado radicalmente,
Ni Peñacastillo era el Peñacastillo, ni El Pendo era el del primer chico. El emboque volvía a estar 'por ahí', pero esta vez los santanderinos no acertaron. Tampoco lo hicieron a bolos, lo que les dejó sin cierre. El chico y posiblemente el partido y el título quedaba en manos de las dieciséis bolas que iban a lanzar los jugadores camargueses...que dejaron escapar la oportunidad. Habían perdonado una vez, y lo habían pagado. Ahora perdonaban una segunda y el vigente campeón les castigaba con dos emboques para mandar a ganar a 58 bolos.
Fue ahí cuando se agigantó la figura de Carlos Gandarillas. No estaba siendo su mejor partido, pero cuando hay que ir a la guerra, el de Sobarzo es el primero en cargar el fusil. Dos emboques, los dos pegando en la estaca, servían para encarrilar el parcial. Que los consiguiera el hombre encargado de abrir sirvió para que sus compañeros jugasen a bolos y pudieran completar una subida de 36 palos. En el birle se les atragantó la situación, hasta el punto de necesitar cinco con las dos últimas bolas. Con la primera Rubén metió tres al medio. Le quedaba buscar el panojo a Gandarillas, que dejó el lanzamiento corto, pegó al primero y derribó el último de la fila de fuera llorando. Con fortuna, que también juega,
En el quinto El Pendo no cerró y Peñacastillo, por un momento, recordó a la peña que arrasa en Liga tras birlar 29 y recortar distancias. Fue un espejismo, porque en el sexto, de nuevo de dieciséis metros, los de Cañas no llegaron al cierre. Los jugadores y el presidente debatieron antes de colocar el tiro y, al final, optaron por una distancia corta desde la que tampoco consiguieron cumplir. Otra vez, la pelota estaba en el tejado de los camargueses. Su primer título desde 2016 estaba a 40 palos.
La apertura de Gandarillas y Domínguez fue floja. Cagigas se vistió de héroe y logró un emboque que parecía definitivo. Quedaba Rubén, que se la jugó en la última, derribó cuatro...y perdió la bola en la caldera. Error o mala suerte, el chico se complicaba. Gabi Cagigas, que no se había quitado la capa, derribó cinco palos para disipar dudas cuando el cierre se complicó. Las dos últimas estaban al panojo. Carlos Gandarillas, dos. La última, para el de Ambrosero de nuevo. Tres. El Pendo, Roper, volvía a ser campeón.
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