Pequeños campeones
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Son menores de edad, pero estos seis cántabros ya conocen bien los sacrificios que exige el deporte cuando se quiere estar en lo más alto del podioTodavía no pueden conducir, ni votar, ni ver algunas películas de terror en el cine. Con 10, 11, 12 y 14 años más bien están en la edad de pedir la paga semanal a sus padres, pero su talento, su disciplina y su amor por ... el deporte ya les ha hecho campeones de España, y a alguno en más de una ocasión. Julia Gutiérrez, Martina Cruz, Daniel Gutiérrez, Neco García, Gabriel Trueba y Dario Sañudo llevan al cuello con orgullo las medallas de oro que ganaron en el Nacional Infantil de Guadalajara de Kárate y el Campeonato de España Infantil y Cadete de Judo que se celebró en Pamplona el mes pasado.
«Yo tengo tres oros, se puede decir que soy el más 'medalleado' de todos», dice Gabriel Trueba con una sonrisa pícara que ilumina su cara plagada de pecas. A sus 12 años este chaval de Mortera se ha proclamado tres veces como el mejor de España en su categoría -una de ellas en Grand Winner- y en una cuarta regresó a Cantabria con un bronce bajo el brazo. Y eso que empezó a hacer kumite hace apenas cinco años, cuando tenía siete. Fue a fuerza de ver su hermano, que también práctica kárate. «Él venía y todos los días me enseñaba algo. A veces entreno con él. Bueno, más bien él me hace alguna llave a mí», confiesa.
Y la suya no es la única pareja de hermanos que comparte su pasión por el tatami. Julia y Daniel Gutiérrez, los dos de diez años, entrenan en el gimnasio Kárate Kime, el mismo en el que lo hacen Gabriel y también Carlota Fernández, otra cántabra que brilla en este deporte, ya a nivel senior, y que atesora el título de campeona del Mundo por equipos. Es un espejo en el que se miran y más de una vez han coincidido con ella. «Yo sí he entrenado con Carlota», suelta Julia levantando la mano. «Una vez me puse con ella para hacer un ejercicio. Era un poco difícil, pero yo me fijo en ella para aprender. Es que de su estilo me gusta todo», comenta pizpireta. Y tiene otro referente cántabro, Nadia Gómez, que también fue una exitosa karateca precoz al ser la primera mujer en proclamarse Campeona del Mundo y también de Europa sub 21. «Me gusta mucho cuando mete la pierna, su agresividad y su actitud», apunta.
Julia y Daniel comenzaron en un tatami casi antes de aprender a montar en bici. «Mi padre de pequeño hacía kárate y me contaba muchas cosas, y como a mí me gusta lo de las peleas, pues me apuntó», explica encongiéndose de hombros. «Fue muy difícil conseguir esta medalla de oro, tuve que luchar mucho por ella», dice Daniel. Y es que esta pareja de hermanos de Boo de Piélagos está «súper orgullosa» de su logro. A Julia le hacía tanta ilusión que hasta llevó su presea al colegio para enseñársela a sus compañeros. «Los de mi clase dicen que la he comprado en los chinos y claro, les dije que eso lo dicen porque tienen envidia», comenta ufana.
La suancina Martina Cruz, de 11 años, entrena de lunes a sábado una o dos horas al día. «Me pareció un deporte muy bonito», comenta. Su rutina de entrenamientos es dura, igual que la del resto del grupo, que invierte un mínimo de cuatro días y dos horas diarias para pulir su fuerza y su técnica sobre el tatami. La excelencia tiene un precio.
Matt Rombeaux es una auténtica figura del kárate juvenil. Tiene dos Europeos, siete Youth League y una carrera meteórica. Por eso es el espejo en el que se mira Gabriel y también su amigo Neco García, de 12 años, que se colgó su primer oro Nacional en Guadalajara. «Lo que más me gustó es cuando vas a la final. No es como un campeonato normal. Aquí estás en una sala, dicen tu nombre por megafonía, está todo el mundo callado y vas andado con tu coach. Todo el mundo está mirándote hasta que llegas al tatami... Es especial», recuerda Neco. Y eso que no lo tuvo nada fácil para colgarse el oro. «En la final empecé perdiendo 4-0 y tuve que meter cinco puntos en los últimos treinta segundos. Eso me costó bastante», dice orgulloso. «Pues yo en la última ronda iba perdiendo 5-0 y en los últimos treinta segundos le metí nueve», contesta rápidamente Gabriel mientras echa mano de la medalla que lleva colgada al cuello.
Todos quieren continuar con el kárate de manera profesional y saben que eso exige sacrificios. Por ejemplo, para Neco lo más duro es la dieta. «Lo que más me cuesta es cuando llega la hora del pesaje. Dejar de comer chuches, chocolate y esas cosas», reconoce el de Colindres, que empezó a ponerse el kimono a los cuatro años tras probar este deporte en una excursión con el colegio.
Dario Sañudo es el más veterano, y además este chico de Santoña no hace kárate, sino judo y baloncesto. A sus 14 años tiene las cosas muy claras. «Esta medalla es la primera y sabe muy bien porque el año pasado me quedé con las ganas», confiesa. Su abuelo es el fundador del gimnasio donde entrena y su hermano Marco también hace judo, así que la cosa le viene de familia.
A Pamplona llegó como número uno del ranking y durante el torneo se mantuvo a la cabeza en todo momento. «Iba claro favorito», admite. Además, Dario ha llegado a esa edad en la que tiene que escoger y hacer algunas renuncias para progresar en el deporte. Por ejemplo, sus amigos empiezan a salir, pero él tiene que competir. «Muchas veces no tienes ni ganas porque estás muy cansado de los entrenamientos. Tampoco me importa, me puede más el amor por el deporte que salir», explica el santoñés.
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