Hacia el podio se va a golpe de stick

Alejandro Alonso, al que todos llaman Álex, está «como un niño. Con la ilusión máxima por los Juegos. Aunque vayan a ser raros». También «ilusionada», aunque ya más hecha a estas lides, está Bea Pérez, una de las referentes de las 'redsticks. «Los Juegos son el sueño de un deportista». La palabra«ilusión» también la pronuncia Mario Garín. Aunque su cara no puede evitar un rictus de resignación. En el resto de competiciones internacionales, los equipos llevan a 18 jugadores –16 de campo y dos porteros–. Pero a los Juegos se llevan 16, con 15 jugadores de campo y un solo portero. Eso deja a Mario, al igual que en Río, sin posibilidades de jugar, a no ser que se lesione el portero titular de España, Quico Cortés.

Pérez y Garín tendrán la oportunidad de comparar. Y el covid que ha obligado a posponer los Juegos y ha estado cerca de cancelarlos, será el elemento diferenciador. «Habrá mejor calidad de instalaciones que en Río, pero menos libertad», señala el portero del Club de Campo. Antes de la pandemia, Beatriz Pérez esperaba «unos Juegos impresionantes, por lo que vimos en la clausura de los de Río». La santanderina esperaba que en Tokio «nos dejasen algo de libertad, aunque creemos que no nos dejarán salir de la villa para nada. En Río pudimos hacer algo de turismo».

Los tres cántabros que están ya en Japón coinciden en las posibilidades de sus respectivos equipos en los Juegos. «Hay que ser ambiciosos, pero realistas», comenta el benjamín del grupo, que milita en el Tenis santanderino. Los de Fred Soyez juegan en el grupo A ante rivales no europeos: Japón, Australia, Nueva Zelanda, India y Argentina. «Y llevamos tiempo sin jugar ante equipos de fuera de Europa», añade Mario Garín. Lo mismo le ocurre al equipo de Adrian Lock. Las 'redsticks' se medirán a Japón, China, Australia, Nueva Zelanda y Argentina. «Ellas están mejor adaptadas al horario de Japón», comenta Bea. Para paliar eso, la selección femenina ha participado en un estudio sobre el sueño con una clínica de Barcelona. Se ha analizado cuál es el mejor momento del día para rendir de cada jugadora –«yo soy 'intermedia'», señala la cántabra– y a través de dos pares de gafas, se 'activa' a la jugadora en función de la hora del día o se induce al sueño. «Quiero creer que funcionan», apunta Pérez. Tanto ella como Mario y Álex también han 'entrenado' para adaptarse a las siete horas más que hay en Tokio. Acostándose a las diez de la noche y levantándose a las siete de la mañana. Aunque ha costado. «Es que a las diez de la noche, en España es de día», señala entre risas Álex.

De los seis equipos de cada grupo –A y B–, se clasifican cuatro para los cuartos de final. Tanto la selección femenina –cuarta en el último Europeo– como la masculina, quinta, confían en llegar a esa ronda. Álex Alonso es de lo más optimista. «Viendo ese Europeo y nuestra preparación en Valencia antes de los Juegos, a un partido...». Mario añade un punto de mesura –«dependerá de la fase de grupos y de cómo vaya el otro grupo»– antes de analizar con su compañero y amigo posibles rivales en esa ronda. «Nosotras, si pasamos a cuartos, ahí será importante no cruzarse con Países Bajos –es la vigente campeona de Europa–. Si la libramos...». A partir de esos cuartos de final, hay licencia para soñar. Una de las grandes consecuencias del covid en los Juegos, la ausencia de público, tampoco quita demasiado el sueño a los tres cántabros. «Es que venimos de un año jugando sin público», relata Mario Garín. «Aunque sí se nota si lo hay o no. Para remontar, te ayuda. Y si vas bien, un público en contra te pone nervioso». Beatriz Pérez prefiere «que lo haya, aunque jugamos en un país en el que el hockey no reúne grandes masas». En su debut olímpico, Álex Alonso considera que quizá la puerta cerrada «quite un poco de presión de lo que te estás jugando».

El listón de ambas selecciones está alto respecto al torneo olímpico. Las chicas fueron octavas en Río y los chicos, quintos. «Como mínimo, tenemos que conseguir de nuevo diploma olímpico», dicen a la par Mario y Álex. Beatriz, sin decirlo explícitamente, quiere más. «Es que tenemos mejor equipo que en Río, por progresión y por experiencia». Muchos de los partidos de ambas selecciones serán de madrugada, «así que dormir será de cobardes», dice entre risas Mario. A buen seguro que todo el hockey cántabro trasnochará para ver a dos selecciones que, a poco que se den bien las cosas, pueden pelear por algo grande en los Juegos.