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El presidente de la Federación Española de Bolos, Óscar Gómez Morante, ha sobrepasado los gastos de representación y desplazamientos previstos en el austero plan de viabilidad, con lo que la propia directiva le ha consultado sobre la situación en una reunión en la que ... el madrileño se comprometió a reintegrar las cantidades, que llegaron a ascender a los 25.000 euros pero a día de hoy rondan los 15.000, después de que Morante hubiera repuesto ya una parte.
El propio Morante explica que «la partida de gastos del presidente que se hace a principio de año asciende a 6.000 euros para cumplir el plan de viabilidad y los ajustes estrictos que nos impone el CSD. Sabemos que esa cantidad no es suficiente para afrontar todos los gastos que por la labor de presidente federativo se van contabilizando, pero aunque todos los gastos están contabilizados y justificados no podemos aplicarlo a esa partida porque supondría incumplir el plan de viabilidad»
Dicho de otro modo, y según han confirmado tanto Morante como otros asambleístas, se han repercutido gastos muy por encima de los presupuestado que en una parte ya están reintegrados. Ahora el desfase ronda los 15.000 euros, una cantidad por la que se preguntó al madrileño en la asamblea del sábado pasado a iniciativa del presidente de la Federación Gallega, Isidro Costas. Tras recibir la misma explicación, la junta directiva y la comisión delegada exigieron a Morante que firmara un documento reconociendo la deuda y comprometiéndose a su reposición en un plazo de unos meses, solicitud que el presidente aceptó en ese mismo momento.
El pasivo se ha generado de una forma muy sencilla: una vez agotado el presupuesto de 6.000 euros contra la partida del presidente, y siempre según Morante, se han sufragado desplazamientos y otros gastos de representación ligados al cargo contra la caja de la Federación en la confianza de «poder recibir una nueva subvención de la Federación, liberar presupuesto de otras partidas o encontrar un patrocinador que nos permitiera equilibrar esos gastos sin incumplir el plan de viabilidad».
Sin embargo, se había generado un desfase al que ante la denuncia de Costas los asambleístas requirieron al presidente. De hecho, en caso de no encontrar otra vía Morante podría, según él mismo admite, verse obligado a responder con su propio patrimonio. Una situación contradictoria al tratarse de gastos ligados al cargo que él mismo explica: «Claro que podría ir contra el patrimonio de la Federación para que en caso de hacer ese pago se me repusiera, pero esa no es la idea», explica el madrileño, muy preocupado por el efecto que esta polémica pueda tener en el bolo palma.
«Todos mis gastos están justificados, documentados y con sus facturas, y a partir de ahora me cuidaré muy mucho de no sobrepasar los 6.000 euros; y si no puedo viajar a Cantabria para presidir la Semana Bolística, no lo haré», argumenta el oriundo cántabro. De hecho, muestra cierto malestar con Costas: «Soltó la bomba y me pilló con la guardia baja, porque ya se sabe que tenemos que funcionar así y no esperaba que se me reprochara».
«No tenía hecha la contabilidad porque no me esperaba que me reprocharan eso en la asamblea cuando mucha gente sabía ya que estábamos obligados a funcionar así por la situación en que recogimos la Federación. Yo esperaba que tratáramos sobre los asuntos que se debían mandar al Consejo, pero cuando me hablan de esto dije que tranquilidad absoluta; que yo firmaba el documento, aunque tenga que responder de mi bolsillo», añade. En cuanto a las causas de su actuación, explica que esperaba solventar la situación a medio plazo: «Reconozco que mi idea era aumentar la dotación destinada al presidente y reponer las cantidades con un patrocinador u otras vías, pero a día de hoy es inviable».
Óscar Gómez Morante se hizo cargo de la Federación Española tras la dimisión de José Luis Boto, longevo presidente que tuvo que dejar el cargo por acusaciones de corrupción y de no haber justificado las subvenciones del CSD, por lo que terminó inhabilitado. A la salida del asturiano la FEB estaba en virtual quiebra y obligada a devolver subvenciones, con lo que tuvo que vender su sede (se trasladó a la Casa de Cantabria en Madrid, en la calle Pío Baroja), aprobar un plan de saneamiento fiscalizado por el CSD e incluso recibir un préstamo de la Federación Cántabra para mantener su actividad con normalidad.
Bajo su mandato y propiciado también por la salida de Boto –de cuya directiva llegó a formar parte– la Federación Cántabra se reintegró en la Española tras cinco años de desunión, devolviendo la normalidad institucional al bolo palma y terminando con un cisma bolístico que se había prolongado por un lustro.
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