El remo cántabro afronta un nuevo invierno de incertidumbre. En 2011, cuatro barcos (Castro, Astillero, Pedreña y Camargo) remaban en ACT. Doce años después, no hay representantes en la máxima categoría y solo dos en la segunda: La Pedreñera y la Virgen del Carmen, en ... ARC1. Eran tres, pero el descenso de Castro, colista en casi todas las regatas, ha interrumpido el proceso de reconstrucción de La Marinera. En Brazomar han echado mano de José Luis Korta en una apuesta segura, pero con pocos recursos. Casi ninguno. La clave para esa caída de rendimiento es sencilla y en ella coinciden todos los responsables: La falta de recursos económicos. Perdidos patrocinios y muchas subvenciones, los clubes sobreviven en una economía de guerra, los remeros que despuntan se marchan a poderosos equipos de ACT y tampoco hay recursos ni para fichar ni para incentivar a la plantilla.
«Hay clubes que trabajan bien la cantera. O lo que pueden, como AN Castro, Astillero, Camargo, Pedreña en los dos últimos años... Los de la cuenca del Asón lo están intentando y Castro es una mina, pero tienen un contexto difícil y muchos remeros en Bermeo, Deusto, Portugalete, Zierbena...», explica el presidente de la Federación Cántabra de Remo, Víctor Canal.
La única alternativa es tirar de los de casa y echar mano de veteranos, jóvenes casi recién iniciados en el remo y poco menos que amistades. Pero la falta de recompensa desanima a algunos remeros y las muchas alternativas para los jóvenes dificultan el trabajo de captación.
Aun así, la cantera es la única alternativa. Y en ello se trabaja. Incluso clubes como Laredo, que ya volvió el año pasado al barco grande y Santoña tratarán de echar al agua la trainera, aunque solo los segundos parecen tener opciones sólidas de salir también en Liga.
En Pedreña son moderadamente optimistas: «Creo que podemos estar peleando para estar cerca de la tanda de honor, pero hay que ser prudentes», explica su presidente, Calixto Presmanes. Para ello ha fichado al castreño Luismi Villar, que dirigirá el club tras una temporada de transición y llevará con él varios remeros de Castro, en especial de Actividades Náuticas. «Tenemos un proyecto a dos o tres años», explica Presmanes: «La mayoría de los canteranos se quedan y solo tenemos tres bajas. Ahora tenemos una plantilla de 25 remeros que sufrirá algún descarte y alguna incorporación de última hora». Deben promocionar remeros y, sobre todo, convencerles: «Los chavales se mantienen; hay cantera, pero los veteranos vienen de una cultura en la que se cobraba en todos los clubes y algunos lo dejan si no ven remuneración. Con la gente joven no pasa, porque no está acostumbrada a eso».
Como el resto de clubes, trabaja condicionado por la autarquía: «La solución para el remo cántabro es muy difícil por el problema económico. Sacas un par de chavales un poco buenos y te los llevan, porque en los equipos vascos cobran. Pero estamos trabajando y espero que de aquí a a dos o tres años dé frutos. Astillero, Camargo y Castro también lo están haciendo bien, así que hay que tener paciencia». Pedreña fue octava esta temporada en la ARC y el objetivo de este año es mejorar.
Un escenario parecido, en cuanto a la cantera, pero más complicado por el contexto, afronta Castro. La Marinera sigue compitiendo con la licencia de Castreña, dado que la SDR Castro lleva años latente por los problemas económicos sufridos tras los mejores años en ACT. Quique Vitoria impulsó hace cuatro años una revitalización, el club regresó a ARC 1 y llegó a contar incluso con una segunda embarcación, pero este año ha sido muy complicado. Sin recursos ni apenas remeros, el reto fue salir al agua, algo que se consiguió bajo la dirección de José Ángel Vázquez. Champán, un castreño muy implicado, que consiguió mantener activo al club, pero La Marinera estuvo casi siempre en la última plaza.
Ahora le ha sustituido José Luis Korta, que no se pone objetivos a corto plazo: «No sé ni con qué remeros voy a contar», explica en plena planificación de la pretemporada. Su preocupación es tener suficientes remeros para echar el barco al agua y su fórmula, la de la cantera -«fichar no podemos»- y lograr que Castro y Actividades Náuticas naveguen en la misma dirección, aunque continúen como clubes diferentes: «Tengo que conseguir que cualquier remero de AN Castro pueda estar en La Marinera como propio; después ya verá él dónde puede o quiere remar». Su diagnóstico es similar al de Presmanes y su perspectiva, optimista: «Creo que en dos o tres años el remo cántabro va a mejorar, pero hay que tirar de la cantera.
Por el momento lo que busca es formar una plantilla competitiva y con margen de mejora que recupere la pasión por el remo en Castro. «Si este año tenemos veinte chavales, el que viene serán cuarenta», pero es consciente de que el asalto a la élite es imposible sin un importante presupuesto. En los años buenos de ACT, hace un par de décadas, las cifras superaban los 300.000 euros y en alguna ocasión se acercaron al medio millón. Algo imposible en este momento, sin tener en cuenta la inflación, y que «no volverá», explica Víctor Canal. En aquella época, además de los canteranos, bogaban en Cantabria remeros gallegos y vascos, una situación inversa a la actual. Esas grandes inversiones tuvieron después consecuencias, y no es una situación que se produzca solo en Cantabria. El modelo de Liga, el de ACT, arrastra ese problema.
Lo que está claro es que Castro, de la mano de Korta, será competitivo en la categoría más modesta y tendrá un trabajo de formación que si tiene continuidad -por proyecto y si no hay fuga de remeros- debe dar frutos. De momento tiene, eso sí, la dificultad de haber perdido palistas 'de casa' que marcharán a Pedreña con Villar.
El año pasado la sorpresa positiva en el remo la dio Camargo, campeona de Cantabria por primera vez en su historia y con una plantilla formada en Punta Parayas que experimenta un sostenido crecimiento. Este año mantiene su plantilla y aspira al menos a repetir los resultados del año pasado, cuando terminó séptimo en ARC1. También en su caso, el trabajo de cantera ha sido clave en una trayectoria que le llevó incluso a bogar una temporada en la élite, pero sin hipotecar el futuro.
Otro club que busca resurgir desde la modestia y en plena economía de guerra es Astillero: «Hemos pasado años muy malos y poco a poco con mucho trabajo vamos viendo la luz. En esta segunda temporada, con la plantilla más consolidada, esperamos dar un salto», explica su entrenador, José Luis Cruces, 'Garru'. El año pasado los azulones fueron cuartos en un curso caracterizado por el dominio del segundo barco de Orio. Si completan una buena bancada, pueden atacar el ascenso.
«Pensamos en la gente de casa; hay seis remeros que cumplirán su segunda temporada y otros tantos que volvieron después de muchos años de inactividad. Seremos un equipo más sólido y con línea de continuidad del camino iniciado el año pasado. Pensamos en luchar por los puestos de cabeza de la ARC2. Y en Cantabria, ser el equipo puntero en cuatro años».
A su juicio, la cantera se trabaja «bien en alevines, infantiles y cadetes», pero «en juveniles baja el número de licencias. Creo que las nuevas generaciones demandan un cambio en el remo para poder hacerlo más atractivo, sobre todo para que el paso de la escuela a la trainera no se les haga tan duro. Luego está el bote grande: cada vez hay menos remeros y muy mayores. Es un mal que nos ocurre a todas las ligas. En Cantabria hay que sumarle la escasez de remeros dispuestos a comprometerse en temporada, y la solución que busca la mayoría es llamar a los de enfrente», se lamenta. Tras mucho trabajo, Astillero cuenta con 26 remeros, el 90 por ciento de ellos propios o canteranos.
En la misma línea incide el presidente azulón, Alfredo Borragán: «En Cantabria el remo está mal; cada día hay menos traineras compitiendo, menos remeros y más mayores. En las categorías inferiores hay remeros, pero los que despuntan un poco tienen la vista puesta en el País Vasco, con más traineras y mejores presupuestos».
En definitiva, «no podemos competir con los presupuestos de los clubes vascos ni incluso de los gallegos, y el País Vasco aprovecha nuestro trabajo. Tienen mayores recursos públicos y más tejido industrial para captar patrocinios privados. Necesitaríamos que hubiera derechos de formación de los deportistas. El año pasado los cinco remeros del campeón de Euskadi de bateles, incluido el patrón, eran cántabros», concluye Víctor Canal. Este año, cerca de veinte montañeses han remado en ACT, suficientes para armar un bote de élite. «Es lo que nos toca de momento», se lamenta.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.