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Solo nueve de los 21 equipos que fueron recién ascendidos a División de Honor en los últimos diez años (en 2008 ascendieron tres) descendieron en su primer curso en la máxima categoría. La estadística favorece a Renedo y San Felices, que partían como principales candidatos a bajar, aunque en los dos últimos cursos sí volvieron a Primera los dos recién aterrizados en la máxima categoría.
Las cifras son caprichosas, y más en un deporte como los bolos. Por eso, y con los números de los dos últimos años, los aficionados atribuían a las dos cuadrillas ascendidas un lugar preferente en los dos últimos lugares de la tabla. Sin embargo, la historia de la División de Honor dista mucho de condenar a los recién llegados.
Para dar paso a la nueva competición, de 2008 a 2009 fueron tres los equipos ascendidos de Primera: Torrelavega, La Carmencita y Ribamontán. Tres históricos de los bolos de los que dos de ellos, torrelaveguenses y santanderinos, lograron la permanencia, mientras que los de Loredo acabaron descendiendo de categoría.
El año siguiente, en 2010, los equipos nuevos en la máxima categoría fueron Oruña y Nautilus, otra cuadrilla de Ribamontán al Mar. Los de Piélagos, con una partida plagada de juventud, lograron una holgada permanencia, mientras que los de Somo no pudieron mantener la categoría y retornaron a Primera, para desaparecer unos años después.
La siguiente campaña fue la primera de varias en las que los llegados de Primera eran capaces de permanecer en División de Honor. Ribamontán, que recuperaba la categoría, lograba la permanencia no sin sufrimiento, toda vez que finalizaba con dos puntos de ventaja sobre Riotuerto, que acabó perdiendo la categoría. El otro recién ascendido, Solcantabria Ruiz Barroso, logró aunar una partida repleta de juventud que finalizó la Liga en cuarta plaza.
En 2012, por segundo año consecutivo, ninguno de los equipos ascendidos retorno a Primera. Claro que, en esta ocasión se trató de dos equipos que con los años se han ido consolidando dentro del máximo nivel como son Peñacastillo y Sobarzo. Los de Cañas, con el mismo equipo que un año después de alzara con el título de Liga, ocuparon una cómoda quinta plaza, mientras que los de Penagos también evitaron el descenso con holgura.
La tendencia se rompió en 2013, cuando uno de los recién llegados a la categoría, La Carmencita, no pudo mantenerse y volvió a descender. Los de El Verdoso ya llevaban algunos años en problemas y ese curso no pudieron mantenerse en División de Honor, a donde no han podido volver, aunque acabaron empatados a puntos con Ruiz Barroso Sarón. El otro conjunto ascendido, Riotuerto, ya contaba con buena parte del equipo que tantos éxitos le daría en años posteriores y acabó sexto.
El desastre fue mayor una campaña después, cuando La Rasilla y Los Remedios solo pudieron mantenerse un año en División de Honor. Especialmente duro fue el descenso de los de Guarnizo, que acabaron empatados a puntos con Sobarzo después de que los de Penagos realizaran un final de curso extraordinario, a la altura del realizado el año pasado. Los corraliegos, por su parte, se quedaron a un solo punto de ambos rivales. Un final de infarto que dio con ambas peñas en Primera para el año siguiente, aunque no tardarían en volver.
Tras la tempestad de 2014 vinieron dos años de calma para los recién ascendidos. 2015 fue el año del estreno y reestreno en la máxima categoría de dos equipos hoy consolidados en la zona noble de la tabla como son J. Cuesta y Comillas. Estos últimos fueron terceros en Primera el año anterior, pero los problemas de Manuel Mora los llevaron a poder finalizar su vuelta a la élite en duodécima posición. Los de Cerrazo se mantuvieron con más holgura tras acabar séptimos.
La Rasilla y Los Remedios retornaban a División de Honor para lograr, esta vez sí, la permanencia con nueve puntos de ventaja sobre Renedo y Pontejos, que en un año con muchos problemas apenas pudieron plantar cara a sus rivales.
A partir de ahí los dos últimos años han sido una tortura para los equipos recién ascendidos. En 2017 fueron Mali y Gajano los que no pudieron permanecer. Un curso después fue San Jorge el que pagó la novatada de la División de Honor y descendió. Diferente fue el caso de Pontejos, que tenía prácticamente asegurada la permanencia, pero un final repleto de fallos propios y un sprint final de Sobarzo en el que sumaron nueve de los diez puntos en juego los llevó al descenso.
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