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Igor Barcia
Miércoles, 20 de julio 2022, 11:46
Los 400 metros vallas fueron la sensación de Tokio 2020. Allí, en una mañana inolvidable, Karsten Warholm destrozaba el crono con unos 45.94 que trasladaron a la prueba a otra dimensión. Pero cada competición es diferente, y en el Mundial de Eugene el noruego tenía un compromiso muy complicado. Una lesión trastocó su preparación hasta el punto de casi perderse la cita. Y aunque Warholm acudió a Oregon y llegó a la final, el favoritismo no recaía sobre él, sino que se lo repartían un Alison dos Santos pletórico y un Ray Benjamin que buscaba su título. Y ha sido el brasileño el que se ha llevado el oro después de otra final rapidísima donde se ha impuesto con 46.29, marca personal y la tercera de todos los tiempos, solo por detrás de las de Warholm y Benjamin en los Juegos.
El estadounidense lleva camino de convertirse en el eterno segundo tras ser superado por Dos Santos, mientras que Warholm confirmó que esta no era su final al hundirse en la final y terminar séptimo.
El oro viene a premiar el espíritu de superación del brasileño de 22 años. Natural de Sao Joaquim da Barra, estuvo a punto de morir cuando tenía 10 meses. A su abuela se le cayó la sartén de pescado que estaba cocinando en la cabeza del bebé y el aceite hirviendo quemó parte de su cabeza, brazos y pechos, por lo que estuvo varios meses ingresado de gravedad. Las consecuencias físicas del accidente forjaron en él un carácter acomplejado y tímido: le avergonzaba ir a la pista y tenía que taparse siempre con una gorra por culpa de la calvicie que le dejaron las quemaduras. Pero nada ha frenado al talento que tiene Dos Santos, y que le ha convertido en uno de los mejores vallistas de la historia.
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