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Muchos de los nadadores que entrenan en las calles de la piscina de Cros, en Maliaño, no han conocido otro presidente del Club Natación Camargo. ... Porque Jesús Herrán (Villanueva de Villaescusa, 1957), lleva ya 15 años en el cargo. Pero desde hace tiempo va soltando amarras y ya está centrado en su última tarea. «Dejar el club en buenas manos». 2024 será su decimosexto y último año como presidente. Muchos más nadadores, una profesionalización en algunos ámbitos, títulos regionales y medallas en el Campeonato de España... Las cuatro legislaturas han servido para todo eso en un CN Camargo ganador de «todas las ediciones» de la Copa Federación en estos años, de 18 medallas en Campeonatos de España y de las dos Ligas de la Federación celebradas, a la vez que para ver batir a sus nadadores -solo en el curso 2022-2023- 41 récords regionales. Y para ser testigo de un despegue sin freno de toda la natación cántabra. Pero en estos 16 años que estará en el cargo ni se ha visto ni se verá que el presidente del Club Natación Camargo aprenda... a nadar.
-¿Cuántos años lleva al frente del Club Natación Camargo?
-Llevo ya 15. Y me voy a retirar al cumplir los 16, en octubre del próximo año. Tengo un año para preparar la transición, pero ya no voy a ejercer de presidente. Me ha convencido mi mujer, Lines. Me querían hacer presidente vitalicio, pero no quería terminar contando batallitas. Quiero dejarlo en manos de gente que se considere como los padres y las madres de 180 'hijos', los nadadores del Camargo. En estos años, todo lo que he conseguido en el club lo he hecho con los compañeros directivos que he tenido a mi lado. Es mérito de las directivas que he ido encabezando, y que siempre han estado compuestas por entre cinco y siete personas.
-¿Por qué es el momento de dejarlo?
-En noviembre hago 66 años. Y la salud ya se va resintiendo. Además, hace más de seis que mi hijo Darío no nada. Seis años sin ser padre de un nadador. Mi tarea ahora será dejar el club en buenas manos. El Camargo tiene ahora una directiva constituida y estable. Una directiva que contrata a entrenadores -hay tres con título nacional de natación-, y todos en regla. Es una de las mejores herencias que puedo dejar.
-¿Cómo era el Club Natación Camargo cuando llegó?
-Era un club que ya rodaba, pero le faltaba bastante. No tenía más allá de 50 o 60 nadadores. Y ahora hay 180. Profesionalizamos el club y trajimos nadadores como Edu Lorente, el primer campeón de Europa español, o entrenadoras como Noemí Feliz, que fue olímpica. Gente que elevó a tope el nivel y que batían récords, pero sobre todo venían a enseñar.
-¿Y cómo lo deja ahora?
-En buena situación. Económicamente, mejor que nunca. El Ayuntamiento de Camargo, con alcaldes de distinto signo político, nos ha apoyado mucho siempre.
-De lo que se ha conseguido, ¿de qué está más orgulloso?
-De las cuatro veces que en la asamblea de la Española hemos parado la iniciativa de que las mínimas nacionales conseguidas en piscina corta no valiesen para piscina de 50 metros. Aunque lo van a volver a intentar. Hemos quedado con fama de guerrilleros en la Española (risas).
-Y supongo también que del Trofeo Internacional...
-Es lo que más fama nos ha dado. Nos llaman los equipos para venir. Y los grandes nadadores que vienen son, además, grandes personas. Conviven con los chavales, hablan con ellos... Les dan charlas y clases prácticas. Por la piscina de Cros han pasado Edu Lorente, Rafa Muñoz, Erika Villaécija... Un año vino el Sant Andreu al completo, el mejor club de España.
-¿Y qué le ha faltado en estos años como presidente?
-Me voy con dos pesares. Uno es ver una piscina de 50 metros en Cantabria. Se ha anunciado que se va a hacer en La Albericia. Si la hacen, sería estupendo, porque creo que no tiene sentido que no esté en el arco de la bahía. Sería ideal que tuviese instalaciones para que fuese un centro acuático. Otro pesar es que por muy dialogante que seas, ha habido problemas con algunos padres. No han sido muchos, pero me han dejado marcado. Y eso que la natación es un deporte en el que compiten todos los nadadores de un club.
-¿Cómo se gestiona un club de natación? Porque no hay partidos de Liga, ni venta de entradas como en otros deportes...
-Cada nadador paga una cuota de 40 euros al mes. Se entrena una hora y media al día, de lunes a sábado. Dos días a la semana, a las seis de la mañana. Con eso se pagan los sueldos del club. Luego, el Ayuntamiento apoya muchísimo al deporte base y percibimos ayudas también por competiciones. Por ejemplo un viaje a un Campeonato de España, al que llevamos 10 o 12 nadadores, es carísimo.
-Ha sido testigo del aumento de nivel de la natación cántabra...
-Está alcanzando un nivel impensable para no tener una piscina de 50 metros. Al llegar a la presidencia, casi nadie sabía lo que eran marcas mínimas. A mi hijo Darío le escribí en una mandarina '1.03.30', la marca mínima para participar en los 100 espalda en el Campeonato de España infantil. Estuvo un año en la cocina (risas). Ahora, todos los nadadores ya saben el objetivo que pueden alcanzar. Ha habido años en los que solo iba un nadador cántabro al Campeonato de España y ahora, entre los distintos clubes, llevamos más de 20.
-Si hubiese esa piscina de 50 metros...
-Sería increíble. Me dejan gestionarla y vuelvo (risas). Con Gustavo García y Jesús Ibáñez, que han estado como directivos todo este tiempo conmigo, comentamos que con esa piscina hubiésemos podido organizar un Campeonato de Europa. En un Trofeo Internacional, en Cros hemos metido 1.200 nadadores...
-La pregunta obligada. ¿Cómo se es tanto tiempo presidente de un club de natación... sin saber nadar?
-(carcajadas). Siempre digo que igual los grandes presidentes de clubes de fútbol no han sido grandes futbolistas. Si me tiro a una piscina y no cubre, si hago pie... A veces sueño que nado y doy la vuelta en la pared tras un largo (más risas). Mis dos hijos, mi esposa... Todos son grandes nadadores. Menos yo.
-¿Hay algún motivo especial? Oportunidades ha tenido...
-No, nada especial. Pero no he intentado aprender. En una piscina de un hotel, donde no me ve nadie, a lo ancho y donde hago pie... Pero no me he apuntado a ningún curso ni lo voy a hacer. Es más. En el club está prohibido celebrar títulos tirándose al agua. Y muchos menos, acercarse a mi en esos momentos.
-Las vaciladas que habrá tenido que soportar habrán sido históricas...
-El presidente anterior a mí, Leopoldo Barros, tampoco sabía nadar. Y nos hicimos una foto con un flotador, fuera del agua, como si nos fuésemos a tirar a la piscina. Les digo a los que vienen que para ser presidente la condición indispensable es no saber nadar (más risas).
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Ana del Castillo
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