El Infierno honra su nombre
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La última jornada, marcada por el intenso calor durante la mañana, ha contado con casi 4.000 participantes | Tino Zaballa vuelve a ganar el Soplaoman y Jesús Herrero se impone en el ultramaratónSecciones
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los 10.000 del Soplao ·
La última jornada, marcada por el intenso calor durante la mañana, ha contado con casi 4.000 participantes | Tino Zaballa vuelve a ganar el Soplaoman y Jesús Herrero se impone en el ultramaratónCuesta recordar un día de esos ideales para hacer deporte. Entre 15 y 20 'graducos', cielo despejado –o nublado, según las preferencias–... Bien cuando el día de casi todas las pruebas en Los 10.000 del Soplao era en mayo o bien en junio, como ... tocó este sábado a buena parte de ellas, el Infierno Cántabro ha repartido tiempo extremo casi a partes iguales. Desde jornadas casi de nieve y con riesgo de hipotermias, a días de un sofoco de consideración.
Este sábado tocó uno de esos últimos. Hasta el punto de que la organización recortó el jueves algunos recorridos por la previsión de calor. Y lo hizo. A las seis y media de la mañana en Cabezón, ya había 25 grados. Por Monte Aa, tras la bajada del cortafuegos, cerca de las nueve de la mañana, ya eran 30... Si en el infierno se presupone calor, esta mañana el Infierno Cántabro honró su nombre. Y de qué manera.
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Esa decisión –a todas luces pinta de lo más acertada– de distribuir El Soplao en tres fines de semana –bicicleta de montaña, de carretera y el resto de pruebas– ha dado como resultado días más manejables. De ambiente más tranquilo y llevadero. A las seis y media de la mañana, la Avenida de Cantabria de Cabezón de la Sal estaba de lo más calmada. Casi se diría como un día normal. Poco a poco, empezaban a llegar participantes para tomar el último café o refresco antes de las ocho de la mañana. «Va a ser complicado», reconocía con voz serena el ampuerense Óscar Ortiz. Iba a por su tercera maratón, tras las de 2018 y 2019. «La última fue durísima. Hizo muy mal tiempo. Pero hoy... A mí me va más el frío. Espero hacer entre cinco o seis horas». También prefería el frío el torrelaveguense Elio de Pedro. Todo un sumo sacerdote del Infierno Cántabro. «He hecho tres veces la ultramaratón y con esta, cuatro veces la maratón», reconocía. Desde la última edición, la de 2019, todas son especiales. «Es que seis meses antes había estado en coma por un accidente en el trabajo», señalaba con un punto de emoción. «Por eso no puedo fallar aquí».
Laura Gómez prácticamente jugaba en casa. «Soy de Cos», apuntaba. Con el tema del calor también torcía un poco el gesto. «Me hubiese gustado que hubiese llovido un poco». Laura andaba pendiente también del teléfono mientras ultimaba los preparativos para su tercera maratón, en la que quería rebajar la marca «de la última edición, seis horas y 22 minutos» . Porque su marido es uno de los protagonistas de esta historia de éxito en Cabezón. En ese momento, Tino Zaballa estaba inmerso en la conquista de su quinto Soplaoman consecutivo. Esa prueba –10 kilómetros a nado, 77 de carrera a pie y 111 de bicicleta de montaña– para la que, sencillamente, es casi imposible encontrar una palabra para describirla.
La línea de salida y meta se animaba conforme pasaban los minutos. Es un recuerdo típico hacerse una foto bajo ese pórtico de números rojos. En ello estaban los pejinos Miguel Ángel Bustio y Santiago Estrada. Para Miguel Ángel era la tercera ruta a pie y para Santiago, la primera. «El calor me va mal, pero a acabar y a pasar un buen día», señalaba el primero. Para Santiago, a esa hora hacía «bueno. Esperemos que no pase de 25 grados». También debutaba, en su caso en la maratón, el santanderino José Manuel del Río. Estuvo el viernes por la noche en la salida de la 'ultra'. «Algo muy bonito», comentaba. No estaba nervioso en su estreno en los 47 kilómetros por el monte. «He entrenado».
El calor no iba a ser excusa para un madrileño de origen sevillano. Javichu Gil. «Estuve en Cabezón viéndolo el año pasado y aquí estoy», añadía. Lucía como un atleta de los buenos para la maratón. «He entrenado con preparador y todo», señalaba entre risas. Aunque su objetivo era «acabar, este año ya llevo 1.700 kilómetros en las piernas. Todo por montaña».
El preceptivo 'Thunderstruck' de AC/DC abría a las ocho de la mañana las puertas del Infierno por última vez en este 2022. Y nunca mejor dicho, porque la bofetada de calor a esa hora ya era de consideración. Con un sol entre una calima que enseguida despejó, a eso de las nueve de la mañana el descenso del cortafuegos camino de Ruente era un rosario de silencios de resignación y resoplidos. La palabra 'calor' se oía un sinfín de veces.
Con el grueso de participantes del día ya en las montañas, les tocaba el turno de terminar a los que habían empezado el día antes. Poco después de las diez de la mañana, llegaba el primer gran protagonista del día. Otro de los nombres imprescindibles en Los 10.000 del Soplao. Jesús Herrero se hizo con su quinto título en la ultramaratón, recortada por la previsión de calor a 102 kilómetros en su distancia más 'burra'. Jesús tuvo que esforzarse para aguantar el tipo. «Es que es la primera 'ultra' tras la muerte de mi padre», señalaba emocionado. «Y tras dos años sin competir... He hecho un trabajo excepcional para llegar en condiciones».
A media mañana, entre ya una entrada continua de participantes de maratón, ultra, combinada y rutas a pie, llegaba también a Cabezón un invitado de lujo. Un aire más fresco que anticipaba las tormentas que se esperaban por la tarde y también –por fin– la conclusión de esta ola de calor que ha asado a toda España. Hasta el punto de que a eso de las dos de la tarde, no venía mal una chaqueta. «Me ha caído una tormenta en el Negreo...», señalaba en meta Tino Zaballa, flamante ganador de su quinto Soplaoman consecutivo. «Habrá que echar números, pero creo que he hecho el mejor tiempo con distancias largas. Es el año que mejor 'gas' he llevado. El que mejor he nadado, corrido... Y en la bici, lo he dado todo», comentaba el exciclista profesional.
Pero el Soplao no sólo va de esos grandes deportistas que cruzan primeros una línea de meta. Sobre todo, va de otras cosas. De esos cientos de personas que cruzan esa meta con la mayor sonrisa del mundo, esa que significa 'lo conseguí'. De esos dedos que apuntan al cielo al cruzarla. 'Va por ti'. O de ese grupo que en una de las rutas adaptadas, las de los protagonistas más valientes de todos, levanta en vilo una silla de ruedas para que alguien, al menos por un instante, se sienta la persona más importante del mundo. Ese 'espíritu Soplao' que ni dos años de pandemia han conseguido doblegar. El año que viene, más.
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