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Las sincronistas del ACN Marisma posan en la calle doble que se habilita para ellas todas las tardes en las instalaciones del club santanderino Juanjo Santamaría
Las únicas bailarinas del agua
Natación artística

Las únicas bailarinas del agua

En Cantabria no hay más equipos que el ACN Marisma de la antes llamada natación sincronizada. A todas sus integrantes les gustaría que hubiese otros conjuntos a los que medirse

Lunes, 18 de abril 2022, 07:15

Todas las tardes, de lunes a viernes, en la piscina más profunda que hay en el Marisma Wellness Center –en Santander– dos de las calles pasan a ser una. Ese espacio es para ellas. Nadadoras de la especialidad más peculiar que hay en Cantabria. Sus brazadas no son las de la natación al uso. Y fuera de la piscina, como una suerte de deportistas anfibias, se ensayan coreografías. La música suena tanto en el ambiente como bajo el agua. Porque en esas dos calles se reúnen todas las practicantes de natación artística –la antes llamada sincronizada– que hay en la región. El Marisma es el único club que oferta esta especialidad. Así que todos los días, las compañeras que a lo largo de los entrenamientos se convierten en amigas, son también rivales en las competiciones que se organizan solo para ellas en la región. Desde las más peques, que aprenden los primeros rudimentos con apenas cinco años, hasta las júnior, que con 17 ya están a las puertas de dejar un deporte en el que en la región ya no hay más opciones más allá de esa categoría –supondría competir incluso solas–, todas coinciden en un deseo. Que alguien se anime. Que haya otros clubes en Cantabria con los que competir. Esa rivalidad sana que hay en casi todos los deportes... Menos en el suyo.

«Nos lo planteamos hace una década», señala José Abascal, director técnico del área acuática del Marisma y presidente del club, el ACN Marisma. «Una de las claves fue el impulso de la antigua directora, Isabel Vega. Pero la propuesta es de Virginia». A quien se refiere José es a Virginia Jean, francesa de origen pero con ya 22 años en España. «La idea nos gustó y supone un aliciente para los niños. Es otra salida además de la natación y el salvamento». Antes del Marisma, quería haber algo de 'sincro' en el desaparecido Club Parayas. «Pero después, que yo sepa...», añade Abascal.

Las sincronistas –así se las sigue llamando a las que practican este deporte– del Marisma son en la actualidad 33. Las que están en los niveles de iniciación entrenan tres días por semana, y las que están en el avanzado, cinco. En buena parte vienen de otros deportes. «Aunque también hay quienes empiezan de nuevas. Hay un poco de todo. En el caso de las pequeñas, hay un programa intensivo de verano, tras el que intento que se queden», afirma Virginia Jean, el alma mater de este proyecto y que junto a David Arranz se encarga de entrenar a todas. Al principio, no hay más requisito que el obvio. «Saber nadar», añade entre risas. «Lo demás, nos vamos adaptando».

Juanjo Santamaría
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Compañeras y amigas

Las infantiles, ya de nivel avanzado, son las primeras en atender a los 'intrusos' de El Diario que con ropa de calle lo pasan mal en el ambiente agobiante de calor y humedad que es una piscina cubierta. Dafne Terán, Irma von Weber, Lara López, Alia González y Marina Pérez apuntan a la principal dificultad de su deporte. «Lo más difícil es sincronizarnos y aguantar tanto bajo el agua». La pregunta es evidente sobre un deporte que parece dotar a sus practicantes de branquias en vez de pulmones. ¿Y cuánto se puede llegar a aguantar? Lara echa cuentas. «Entre medio minuto y uno», dice con una sonrisa acompañada por la de sus compañeras. El ambiente entre ellas no puede ser mejor. «Somos súper amigas y quedamos muchas veces fuera de la piscina». Su sueño es estar algún día las cinco juntas en el agua haciendo un ejercicio. Con experiencia en la artística que va desde un año hasta los cuatro, casi todas proceden de otros deportes. Y todas coinciden en lo mismo. «Tener competencia. Echamos de menos competir con otros clubes».

Ser el único equipo de Cantabria hace que los torneos regionales sean bastante extraños para las deportistas. «Es que competir con una amiga es raro. Quieres ganar tú, pero también que gane ella». Las alevines de nivel avanzado –Cora González, Ángela Navedo, Carlota Casuso y Alisa Tiutiunnik– coinciden con sus compañeras infantiles. «Si hay más clubes, tienes más competitividad. Y tendríamos más motivación». Algunas entrenan cinco días y otras, solo tres en un deporte que califican de dificultad «intermedia».

La única opción que tienen las nadadoras del ACN Marisma de comprobar su nivel es bien en los Campeonatos de España, o bien en las pruebas que se organizan con clubes de otras comunidades. Y aunque solo estén ellas, el nivel de la artística cántabra no es malo. «Si nos comparamos con Madrid o Barcelona, sí estamos muy atrás», reconoce Virginia Jean. «Pero con los clubes del norte de España, estamos a la par». Ya ha habido alguna nadadora del Marisma que ha terminado «entre las 16 mejores de España», reconoce orgullosa la entrenadora.

Trayectoria corta

Mientras David Arranz organiza la foto dentro del agua, un grupo de las más pequeñas –Mar Calvo, Paula Cordón, Valeria Grande, Evdokia Dudley, Elena Durán, Asinara Natural y Rocío López– se arremolinan para decir que «nos encanta la 'sincro' y queremos ganar muchos campeonatos». Pero también añaden que «queremos ser entrenadoras». Porque la trayectoria de una sincronista en Cantabria pinta demasiado corta. Zoe Andrés, Catalina del Amo, Noa Doalto, Amanda Emering, Iris Freire, Iria Galende, Carmen Gandarillas, Katrin Pesquera, Adela Ruiz, Adela Sánchez y Ágata Tiutiunnik atienden a El Diario entre las instrucciones de David para hacer la foto del reportaje. Y ellas ya ponen una fecha de caducidad en el horizonte. «Los 15, 16, 17 años... Cuando se compliquen los estudios». Ahí se acabará su trayectoria como sincronista.

El espacio en las piscinas y la falta de tiempo, claves para que no haya apoyos

«La mayoría de las piscinas en Cantabria son municipales. Yentiendo que no hay más equipos de artística por problemas de espacio y de tiempo. Si en ellas ya entrenan clubes de natación, si además hay otra disciplina... Las instalaciones son muy pequeñas y se ha pensado en el uso de los vecinos del municipio, más que en el deportivo». Alfredo Martínez es secretario técnico de la Federación Cántabra de Natación. El organismo que ha apoyado desde el primer día la iniciativa del Marisma. «Sin ellos no hubiera sido posible», reconoce José Abascal. «En cuanto a organización de la Liga de figuras, jueces...». Desde la Cántabra levantan la mano por si alguien se anima a crear un equipo de artística. «Si les falta formación para los técnicos, de eso ya nos ocupamos nosotros», resalta Martínez.El Marisma no puede acoger competiciones –«no tenemos suficiente espacio», reconoce Virginia–, por lo que Alfredo Martínez vuelve a clamar por la vieja aspiración de la natación cántabra. «Una piscina cubierta de 50 metros, profunda, con gradas. Y que puedan entrenar nadadores, sincronistas, waterpolistas... Es nuestra gran batalla».

«Es que no sigue nadie más allá de Segundo de Bachiller», zanja Julia Sánchez, una de las integrantes de la categoría júnior junto a Alba García, Valeria Torre, Marta Fernández, Paula Insunza y Lucía Martínez. «Este año es el último para mí. Son tres años de júnior y pasaría a ser absoluta. Y en Cantabria no hay nadie. No hace gracia competir sola». Con edades entre los 16 y los 17 años, poco les queda en la 'sincro'. «Aunque podemos seguir siendo juezas», señala Valeria.

Las mayores enfatizan las palabras de todas sus compañeras y amigas. «Necesitamos competitividad», dicen a coro. Más clubes que se animen en Cantabria a apostar por uno de esos deportes que al gran público le suena cada cuatro años, en unos Juegos Olímpicos. Y lo fundamental para animarse a montar un equipo es barato. «Ganas e ilusión», recalca José Abascal. «Después, una persona formada. Y una propuesta de espacio y tiempo para que entrenen las niñas. Una calle, dos calles... Aparatos de música y un altavoz subacuático. Pero sobre todo, ganas e ilusión». Abascal lanza un mensaje a los clubes privados, «porque la artística también es una forma de fidelizar gente. El 95% de las chicas son socios familiares, con una vida media de diez años en la instalación. También hay un retorno económico, porque al final tiene que haber un equilibrio».

Tras las órdenes de David llega el posado en el agua, las risas... La familia de la natación artística en Cantabria es poca, pero muy bien avenida. Aunque gustaría que fuese más amplia. «Lo hacemos todo solas. Nos gustaría que hubiese alguien con quien compararse, tener algo de 'presión', de ese pique sano», concluye Virginia Jean. Por el momento sus sirenas, desde las más pequeñas hasta las más mayores, bailan en el agua con sus compañeras, amigas y también –cuando toca– rivales. Si surge otro equipo de artística en Cantabria, será más que bienvenido por las sincronistas del ACN Marisma. El único equipo que hay.

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