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La cántabra Virgina Díaz (El Astillero, 1991) ya ha regresado de Poznan (Polonia), donde el pasado fin de semana logró, junto a su compañera, Aina Cid, la medalla de plata en dos sin timonel de los Campeonatos de Europa de Remo. A ... pesar de que la pareja no pudo revalidar el oro continental que logró el año pasado, el premio no tiene un regusto amargo. Al contrario. Al fin y al cabo, las medallas, sean del metal que sean, están hechas de sudor, determinación y una aleación difícil de encontrar llamada agallas. «Creo que tenemos que valorar esta plata. Todos hemos pensado en el oro, ya que cuando un año se gana se pretende repetir, pero fue una final muy peleada y estamos contentas con el resultado», explica Virginia. Y es cierto. A la pareja española el primer cajón del podio se le escapó por algo más de un segundo, cuando las rumanas Adriana Ailincai e Iuliana Buhus les tomaron la delantera. El bronce en Poznan fue para las griegas Maria Kyridou y Christina Bourmpou.
Virginia y Aina no buscaron irse tras la pareja romaní, pero poco a poco, tras los primeros 500 metros, subieron ritmo para alejarse del resto de rivales y evitar sorpresas. Llegaron a meta con un tiempo de 6:06.910. Nada mal para un año con el covid trastocando todo. La vida deportiva también. La de El Astillero reconoce que la parada impuesta por el coronavirus meses atrás, sin poder entrenar y competir con normalidad durante el confinamiento, ha sido un hándicap que tanto ella como su compañera, Aina, han sabido superar. «Hicimos una buena regata a pesar de que notamos falta de competiciones, que no han sido posibles debido a la pandemia. Pero hemos sabido adaptarnos de la mejor manera a este año tan diferente», cuenta orgullosa.
Y es que, como muchos atletas de élite, a la remera, que está afincada en Getxo desde hace ocho años para competir y estudiar, le tocó volver a la casa familiar en El Astillero durante los primeros meses tras la aparición del virus para pasar el confinamiento. Allí improvisó un gimnasio para mantenerse en forma. «Me costaba un poco más de lo normal, pero hacía mucho ergómetro y mucha bicicleta para seguir con mi preparación», recuerda.
La joven, que es enfermera y pronto vestirá la bata blanca de doctor, ya que también compagina sus estudios de medicina en la Universidad del País Vasco con el remo de alto nivel, sabe que el éxito depende del esfuerzo. Y con los Juegos en el horizonte –logró junto a Aina el primer billete del remo español en 2019 para la cita olímpica– no quiere bajar la guardia. «Somos ambiciosas. Seguiremos trabajando mucho de cara al año que viene porque queremos ser más rápidas en los Juegos de Tokio», avisa.
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