Víctor y Haya arrasan en el Nacional

Los bolos son un deporte muy complicado que unos pocos hacen muy fácil. Uno de ellos es Víctor González, al que su calidad y sus facultades convierten en un jugador espectacular. Si el mejor bolista a nivel individual del curso se le une otro como Rubén Haya que, por más que pasen los años, no pierde una inteligencia privilegiada sobre la bolera, la ecuación tiene la X más que despejada. Los de Peñacastillo se llevaron ayer un nuevo título de parejas a su palmarés, el octavo para el de Guarnizo, el undécimo para el camargués, al doblegar en el Nacional a Jesús Salmón y Rubén Rodríguez, los primeros de los mortales.

Eran los favoritos indiscutibles y no solo no fallaron, sino que no dieron opción a sus rivales. Cada uno en su rol, Víctor abriendo y machacando la madera de birle y Rubén como en sus mejores tiempos. En la segunda parte de la semifinal, el camargués cogió el primero con todas sus bolas al adaptarse a la perfección al estado de la bolera. Que no regalaba nada, por cierto.

Esta vez sí respetó el tiempo y fase final pudo disputarse en la bolera prevista, la de El Ferial de Sarón. Bajo la organización de la peña Sobarzo, el corro presentó un buen aspecto desde el inicio de la competición, una muestra de que en el Valle de Cayón la afición se mantiene viva. Y es que acudir a los torneos de parejas es una muestra de fe. La modalidad pide cambios, bien reducir las bolas que lanza cada jugador de tres a dos por mano, bien bajar el número de tiradas o, directamente, retirar de la circulación un formato cuya única solución para por dar la opción a los jugadores de elegir a su pareja fuera del paraguas de las peñas.

La tarde tenía dos partes diferenciadas. Por un lado, las parejas de Sobarzo y Andros se medían entre ellas por la tercera plaza y por hacer bolada para tener opciones de superar a Salmón y Rubén Rodríguez, que les aventajaban en 24 y 26 bolos respectivamente. Con un emboque de Mario Ríos en la tercera mano, el de Entrambasaguas y Javier Cacicedo fueron por delante durante buena parte del concurso, aunque una irregular última tirada y el buen tramo final de Pablo Lavín y Carlos García permitió a los de Las Fraguas acabar por delante y ser los encargados de marcar un corte que fijaron en 238.

No era una obligación alta, no era una cifra imponente para Salmón y Rubén que, pese a ello, no se metieron en concurso hasta la tercera mano. Con el birle como santo y seña, los de Camargo encarrilaron su avance a la fase decisiva del concurso pese a tres caballos abiertos de tiro largo y al pulgar de Rodríguez, que emborronó una productiva semifinal. A su lado, y con una queda, Haya y Víctor se iban a los 284 bolos. Por encima de sus rivales y luchando contra ellos mismos, los de Peñacastillo sentenciaron el torneo después de un concurso en el que dejaron pocas fisuras, sobre todo con sus 165 palos de tiro largo.

La final solo tenía un interrogante, el de sí los campeones iban a batir el récord de 1.123 bolos que el propio Víctor y Rubén Rodríguez tenían desde el 2018, para lo que necesitaban 286 palos. Con 61 de margen sobre sus rivales, la carrera arrancó con 37 y siguió por el camino de la historia hasta la cuarta tirada, cuando el primer lanzamiento del de Guarnizo cogió mucha madera y el tercero estacó al lado contrario, lo que les dejó con dos lanzamientos menos. A falta de dos tiradas necesitaban 83 palos, algo muy complicado sobre todo porque en la séptima, pese a que buscaron el emboque, no acertaron con el cachi.

Con Salmón y Rubén a buen nivel, 261 palos, la octava mano iba a decidir si caía el récord o no. La marca hubiera caído sin las cuatro bolas quedas que sufieron en el torneo, pero la pérdidas en la caldera fueron demasiado lastre para una dupla que mientras siga junta tiene muchos visos de arrasar en la categoría. Al menos mientras el torneo se juegue por peñas.

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