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A veces en el deporte no todo es ganar. Sí, es lo básico, eso está claro. Del segundo no se acuerda nadie. Pero en la alta competición para ser el mejor no solo vale con acumular trofeos. Un deportista necesita superar retos, batirse a ... sí mismo, lograr objetivos diferentes. Por ejemplo, Nadal no es el mejor deportista español de la historia solo por ganar catorce veces en Roland Garros, sino por hacerlo en todas las superficies y ante todos los rivales. Hasta ayer, Víctor González no había dado el paso definitivo para aspirar a ser el Nadal de los bolos. Y es que el de Peñacastillo se quitó un peso de encima al ganar el Campeonato de España en 'territorio enemigo', en la bolera Severino Prieto, después de imponerse en la final a un gigante Jesús Salmón que nunca entregó la cuchara.
Hasta ahora los dos títulos nacionales de Víctor tenían el mismo escenario, la Mateo Grijuela. Su casa, su bolera, su reducto. En 'La Bolerona' había ganado La Patrona, sí, pero todavía no había subido al primer cajón del podio en ningún campeonato oficial. El idilio entre el recinto y Óscar González le había impedido celebrar un trofeo que en la tarde de este viernes se llevó para decirle a sus detractores, que como todo gran deportista también los tiene, que su carrera hacia la leyenda tiene un escalón menos.
540fueron los bolos con los que entraron a la final los dos protagonistas del torneo
Esta vez su victoria tuvo, además, un componente desconocido en las dos anteriores, el sufrimiento. Víctor se cayó en cuartos por culpa de las bolas quedas y de sus problemas de tiro, lo que le obligó a esperar fallos rivales para mantenerse vivo. Solo su buen tramo final en la penúltima ronda le devolvió a la pelea, al meollo del campeonato. Y lo hizo para enfrentarse a una leyenda con mayúsculas. Un jugador inmortal, que siempre está, que siempre se le espera, que ya no empieza bien las temporadas y que siempre está en la pelea por los torneos. Jesús Salmón es competición en su sentido estricto de la palabra, un caballero de las boleras que no va a tener más remedio que seguir muchos años al pie del cañón.
Víctor y Salmón protagonizaron un cara a cara final en el que el primero arrancó tres palos por delante tras dos manos. Abrir camino podía favorecer a un jugador que había sufrido en las rondas anteriores.
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La polémica que se había iniciado en semifinales reapareció en la tercera mano. El tercer lanzamiento de Víctor cayó encima del primer bolo y se quedó en posición dudosa. El colegiado, David Fernández Vejo, plantó los bolos, estudió la bola y decidió que era pasa justo cuando el jugador ya se acercaba con aires de protesta, los mismos que un sector de la grada. A raya alta la ventaja del de Peñacastillo era de trece bolos.
A partir de ahí a Jesús le quedaba la épica, el coraje de un jugador que si algo ha demostrado es que nunca se rinde. Sin embargo, Víctor cortó cualquier atisbo de remontada con 24 bolos en la quinta mano. Salmón tiró a emboque sin éxito y el de Guarnizo se mantuvo a lo suyo, a derribar bolos hasta finalizar con 154.
Alfonso y Carlos se caen
La tarde fue histórica, de las que las retinas de los aficionados tardan en olvidar, especialmente de semifinales en adelante. No solo por la emoción, algo de lo que los bolos carecían en los últimos tiempos, sino también por el juego de los contendientes. Víctor y Salmón ofrecieron una primera semifinal que comenzó con polémica por culpa de una bola del camargués que el colegiado devolvió al tiro al considerarla queda. Enrabietado por la jugada, Jesús adelantó el siguiente lanzamiento y logró un emboque que puso en pie la bolera. A partir de ahí los dos jugadores se marcaron, se midieron y buscaron una bolada que obligase a Alfonso y Carlos a una cifra alta para pasar. El de Guarnizo también perdió una bola por el camino, la última a raya alta, aunque de atrás mejoró notablemente. Al final, ambos acabaron empatados en el global general.
Los registros que necesitaban Alfonso y Carlos para jugarse el título eran 131 y 136, respectivamente. El debate sobre si es mejor tirar por delante o por detrás se resolvió en favor de los partidarios de la primera opción. Y es que el corraliego y el santanderino iban con la soga al cuello y con el verdugo apretando cada vez que agarraban la bola. El zurdo empezó bien, el de Casa Sampedro mal y, al final de las ocho manos, ambos habían dejado expedito el camino al título para sus rivales. Como durante todo el campeonato, Carlos no estuvo bien de tiro largo.
Antes de llegar al tramo final, las tiradas de cuartos no desmerecieron al resto del torneo. Si en días precedentes había tres batallas simultáneas, cual torneo de ajedrez de partidas rápidas, la cifra se redujo a dos: el título y el podio. Y es que con Salmón con la clasificación para el Trofeo del Santander asegurada, una plaza en el cajón traía consigo, al menos, los 700 euros garantizados en el torneo bancario. El juego fue bueno y el corte para avanzar a semifinales aumentó con el paso de las tiradas, primero por culpa de Pedro Gutiérrez, que había dejado fuera a Mario Pinta tras dos desempates, y luego por la de Jesús Salmón, que pese al avance de los años no se apea del podio de los grandes campeonatos. El camargués perdió una bola con cinco en la caldera, dejó ir una tirada de nueve y, pese a ello, derribó 138 bolos para obligar a sus perseguidores a no quedarse atrás.
El avance de la tarde iba a provocar un viraje en la clasificación, en las apuestas y una sorpresa general en la grada. Carlos García fue a lo suyo, a tirar bolos, a subir, a bajar y a arrimarse a los 140. En concreto, a los 141 con los que se colocó como líder para, al menos, hacer pensar a sus rivales. Y vaya sí lo hizo. Resistió su arreón Alfonso Díaz, que empezó con once, perdió una bola en la caldera y, a partir de ahí, fue a más para colocarse con cinco bolos más que Carlos y con diez más que un desconocido Víctor. El de Peñacastillo también dejó dos bolas, una de raya y otra de estacazo, y con 50 de tiro corto se vio obligado a jugar por sobrevivir en el torneo. El resto es historia.
Una entrada lejos del lleno
Por poner un pero, el público no llenó la bolera Severino Prieto. Había gente, claro, e incluso había buena entrada siempre que el vaso se vea media lleno. La realidad es que fue menor de lo habitual en esos lares. Puede ser que fuera culpa del cartel. O, al menos, será la excusa para los que creen que los bolos van bien y que la afición no ha abandonado las boleras. Eso, o la ausencia de Óscar González o, sobre todo, la presencia de la televisión, que resta gente a las gradas. Claro que resta, aunque cuando El Malecón se quedaba sin entradas a media tarde también estaba la tele. La realidad es que la que finalizó ha sido la Semana Bolística celebrada en Torrelavega con menos público en mucho tiempo, y no sirve el mantra de que Santander está muy lejos, que en Peñacastillo no se aparca bien o que en el Palacio de Deportes los asientos están muy lejos.
La tarde sirvió, además, para que David Gandarillas recibiera una camiseta del Betis firmada por Joaquín por ser el bolista más embocador de la Liga y para que la Federación Cántabra le entregase una placa a Eladio Gutiérrez, el hombre que puso en marcha el Torneo Bahía de Cádiz y que escuchó emocionado las palabras que le dedicó Elsa Suárez. Un homenaje más que merecido en el mejor escenario del año para un trabajador de los bolos.
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