Víctor González recupera el cetro regional

Cuatro años es un periodo de tiempo respetable. No en la historia de la humanidad, donde es la millonésima parte de una gota en el océano. Quizá tampoco en la historia de los bolos, que ha sobrevivido a crisis y pandemias para acercarse, al menos en cuanto a su concepción como deporte, al siglo de vida. Pero es mucho, desde luego, cuando eres el dominador de la modalidad y aspiras a figurar como el mejor de todos los tiempos. Cuatro años llevaba sin ganar el Campeonato Regional individual Víctor González, tres ediciones en las que Óscar González y Pedro Gutiérrez habían superado al bolista destinado a reinar durante muchos años sobre las boleras. Ayer, en la Mateo Grijuela, en su casa, el de Peñacastillo recuperó un cetro que había levantado antes en tres ocasiones tras imponerse a un Jesús Salmón que, a la hora de la verdad, siempre responde.

La tarde comenzaba con la sensación de que el título era cosa de dos y de que el resto iba a pelear por un puesto de podio, es decir, por un lugar en el Torneo del Banco de Santander del próximo curso. El primero en demostrar que lo del viernes ya era pasado fue Carlos García. El zurdo vive un año complicado, no entrena con su peña y necesitaba reivindicarse en un gran torneo individual. Inspirado desde las primeras bolas, sus 154 bolos le impulsaban directamente hacia la pelea por llegar a la final, pese a la desventaja con la que partía ante Víctor y Salmón.

De hecho, el avance de los cuartos de final le convirtió en la referencia para los dos líderes. Ni Néstor Viar ni Federico Díaz opusieron resistencia, mientras que Pedro Gutiérrez y Óscar González se quedaron en dos registros de 125 y 129, respectivamente, que se quedaban cortos para el nivel mostrado el día anterior por los mandamases del torneo.

El último cuarto de final iba a ser decisivo. El nuevo rey ante el emérito, el que siempre está, el que se resiste a entregar la cuchara. Todo pundonor ante las nuevas generaciones. Sabía que no podía fallar, que si quería batir a Víctor tenía que hacer cinco concursos perfectos, una esperanza que se desvaneció cuando sus primeras ocho manos de la tarde finalizaron con 118 palos. Menos dos, una distancia abismal con el mayor de los González, que dirimía su Regional particular y, con 142, ya miraba de reojo el primer lugar del cajón.

Con Víctor ya prácticamente campeón, el interés de la cita quedó reservado a la pelea por el subcampeonato. Salmón y Carlos, Carlos y Salmón, un duelo entre francotiradores con el morbo particular de lo ocurrido hace unos meses en el Valle de Iguña y que desembocó en desempate después de que ambos superasen los 140 bolos en semifinales. Óscar entrego la cuchara rápido y el líder, mientras tanto, a lo suyo, a derribar más madera que los demás. El pase a la final se decidió por tan sólo tres bolos, aunque los 28 palos con los que el de Peñacastillo entraba a la fase decisiva restaban emoción al envite.

Sólo quedaba jugar bien, alimentar las palmas de los aficionados que aguantaron hasta el final y demostrar que, pese a la distancia numérica, había hambre de madera. El cansancio de la jornada y la resignación enfriaron los brazos de los jugadores, que se mostraron más irregulares que en semifinales. Una mano buena, otra mala, una subida irregular y un birle que se enquista dejaron la final en 122 para Jesús, 125 para Víctor y una diferencia global de 31 palos favorable al campeón.

Era el favorito, jugaba en casa y no iba a dejar pasar la oportunidad. El 'Maracanazo' de la madera sólo fue un espejismo durante el primer concurso del primer día del torneo. A partir de ahí Víctor hizo buenos los pronósticos para recuperar su cetro regional.

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