Como en cualquier deporte, hay actores diferenciales que marcan a toda una generación. Un principio que en el mundo del motor Ayrton Senna definió con una frase que ha pasado a la historia: «Todos los años hay un campeón, pero no siempre hay un gran ... campeón». En los 75 años de Mundial de motociclismo ha habido 127 campeones entre las diferentes cilindradas, pero solo un puñado de ellos pueden ser considerados con la etiqueta de gran campeón a la que hacía alusión el mito brasileño: Mike Hailwood, Giacomo Agostini, Mick Doohan… y más recientemente Valentino Rossi o Marc Márquez.
Es habitual que la llegada de unos cubra el vacío que dejan otros, pero también pueden convivir en diferentes momentos de sus trayectorias. Sin ir más lejos, los dos últimos nombres compartieron parrilla casi una década, en plena 'era Márquez' y cuando el de Cervera campaba a sus anchas por la categoría reina. Precisamente en el año de despedida de Rossi en 2021, brotó la figura del último niño prodigio del motociclismo. Un imberbe y descarado piloto del Puerto de Mazarrón conocido como el Tiburón por la herencia pescadora de su familia.
Llamó la atención desde su carrera de debut, hizo historia al ganar el título de Moto3 a la primera y con el de Moto2 conquistado el pasado domingo en Malasia ya nadie duda de que es un piloto especial. «Pedro es bueno. Es muy bueno y los números hablan por sí solos. Dará mucho que hablar en MotoGP. Creo que va a marcar una época en MotoGP». Unas palabras que dichas por Marc Márquez toman mayor entidad.
Sin etiquetas
Acosta ha convivido con la etiqueta del 'nuevo Márquez' desde el primer día, como el catalán fue visto como el 'nuevo Rossi' en su momento, un género muy periodístico pero que los pilotos detestan. «Yo no pondré ninguna etiqueta porque siempre lo he odiado», confesaba el de Cervera el pasado domingo. «Nadie es el 'nuevo' o el 'anti'. Cada piloto tiene su época y nadie es eterno. Doohan tuvo su época, Rossi la suya con Lorenzo y Stoner, luego llegué yo y llegarán otros», agregó.
Pedro Acosta también rechaza comparaciones. «Pedro Acosta es el nuevo Pedro Acosta», decía el murciano con su gracia natural en la rueda de prensa posterior al título. La prueba del algodón comenzará en 2024, cuando dé el salto a MotoGP. Aunque ha convivido con los focos desde el minuto uno, es consciente de que la relevancia en MotoGP se multiplica exponencialmente con la dificultad del reto, ya que en la cúspide del motociclismo compiten los veintidós mejores pilotos del mundo. «Subo sin expectativas. El primer año toca divertirse y aprender, pero no me marco plazos. No voy a decir que voy a luchar por el título, porque es una cosa muy grande, pero quiero ir mejorando en cada gran premio y ser realmente competitivo a final de año». Hasta ahora, el Tiburón nadaba en una pecera, pero a partir de la próxima temporada lo hará en el océano de MotoGP.
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