El talento ya está en la parrilla
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Los cántabros Marcos Uriarte y Yeray Saiz, a sus 18 y 16 años, se abren paso en el exigente motociclismo mundialMARCOS MENOCAL
Jueves, 21 de abril 2022, 19:37
Yeray Saiz Mázquez (Santander, 2006) y Marcos Uriarte Rodríguez (Santander, 2004) son dos chavales que aún no tienen carné de conducir moto grande, así que para ir a los circuitos se la tienen que llevar en un remolque. Luego allí, entre curva y curva dan rienda suelta a su talento y pasión a más de 240 kilómetros por hora. A esa velocidad buscan el sueño de ser pilotos oficiales del Campeonato del Mundo algún día. Yeray y Marcos son dos de los jóvenes más prometedores del motociclismo nacional y los dos son casa.
Yeray debutó el pasado fin de semana en el campeonato del mundo de Superbikes en Motorland Aragón. Fue su estreno y en la primera curva de la carrera un compañero italiano golpeó su moto y evitó irse al suelo por poco. Al día siguiente se pegó con todos los gallos de la parrilla. Acabó el decimonoveno, pero en tiempos de disputar la carrera. «Me ha tocado sufrir porque la moto iba muy bien en velocidad punta, pero en marchas bajas no. Tengo mucho que aprender, pero estoy muy contento», señala el piloto más joven de una parrilla en la que el límite de edad está en 21 años. Yeray acaba de cumplir 16.
Su paisano, Marcos, comienza en apenas un par de semanas el Mundial Junior de Moto 3. De la mano del Team Laglisse -equipo con el que Viñales ganó el Mundial en su día- recibió la oportunidad el curso pasado de debutar. «Corrí dos carreras y acabé tercero y quinto y este año me ofrecieron la posibilidad de disputar el campeonato entero», explica el joven aspirante a piloto oficial. «No había tocado una moto 3 en la vida y acabé muy contento con la actuación. Ahora tengo la posibilidad de aprender y mejorar», añade Marcos, que ya ha comenzado su apuesta personal por conseguir «un sueño». Vive en Barcelona, junto con su manager personal, y trabaja sin descanso para lograr lo que puede ser el salvoconducto hacia el éxito. «Entreno siete u ocho horas al día. Entre gimnasio, trabajo de fuerza, moto... Lleva mucho trabajo, pero estoy convencido de que hay que hacerlo y no me cuesta», reconoce. Esta temporada tiene por delante catorce carreras por toda Europa, pero pese a que será la primera vez que pueda completar el Mundial sus objetivos son ambiciosos. «Quiero ganar. Sé que es muy difícil, pero tengo posibilidades y quiero hacer todo lo que se pueda para ello».
Yeray, por su parte, está incluido en la estructura del equipo Accolade SMRZ Racing, y tampoco se pone frenos. «Esto es muy complicado. Hay que trabajar mucho para hacerse un hueco». A sus 16 años compagina los estudios de 4ª de ESO con los entrenamientos en el gimnasio y «en circuitos de Burgos o Valladolid los fines de semana». Los dos están en el camino perfecto para dar el salto al máximo escalón de este deporte en el que aterrizaron de muy pequeños. «Acompañaba a mi padre a las carreras. Pronto competí con la minimoto, con apenas seis años. La verdad es que nunca esperé llegar aquí, pero ahora que estamos habrá que seguir», recuerda Marcos. Fue quemando goma y pasando categorías; participó en la prestigiosa Red Bull Moto GP Rookies Cup y sus actuaciones fueron demostrando que en sus manos había talento. «Estuve tres años; allí todos los pilotos corren con la misma moto. Siempre se corre el fin de semana que hay Moto GP», rememora Marcos, que salía del instituto corriendo para entrenar y aprovechar la tarde como podía con la vista puesta en su sueño. A Yeray le pasó parecido, su padre le envenenó de olor a gasolina y goma quemada. «Con diez años empecé a competir, pero siempre he estado rodeado de motos. Queda mucho, pero quiero hacer lo que esté en mi mano para conseguirlo».
Todo es poco en este mundo tan exigente. Los equipos sufragan los gastos de material y ponen a su alcance la moto y la estructura, pero aún así el entorno del piloto siempre ha de ser la muleta en la que se apoye buena parte del éxito y de la carrera de cada uno. «Tengo la suerte de poder contar con mi equipo, y el manager que se encarga de todo y eso es muy importante», explica Marcos, quien a la vez admite que sin ayudas sería imposible. «Siempre necesitas apoyos; una temporada cuesta alrededor de 180.000 euros y sería imposible para la gran mayoría». El deporte del motor vive del patrocinio. La igualdad es tanta, el talento tan similar, que muchas veces la tecnología y los recursos marcan la diferencia. Competir en igualdad de condiciones es la estrecha línea que separa el éxito del fracaso.
Los fatales accidentes sufridos por varios pilotos en el Mundial las últimas temporadas convencieron a los dirigentes de retrasar la edad de los jóvenes para disputar la máxima competición -Moto GP- a los 18 años . Esta circunstancia obliga a que en el caso de Marcos Uriarte, que hasta diciembre no los cumplirá, esta temporada le sirva como purgatorio antes de dar el último salto. Él deberá dedicarse a pilotar cada vez más rápido y su entorno al difícil trabajo de que no le falte de nada para que todo dependa solo de sus manos. «Alterno bicicleta con la moto. Entrenamientos personales, trabajo en el karting con una moto parecida a con la que luego corro. Hago motocross...», describe Marcos. Sus días en Barcelona pasan tan rápidos como cuando se pone el casco. Gestiona los entrenamientos con la moto con la que compite, porque el reglamento solo permite cogerla un número de ocasiones limitado. El teléfono le mantiene unido con su familia, la otra cara de la moneda. Siempre a su lado y haciendo lo que indirectamente le toca: apoyar y apoyar. Desde todos los ámbitos.
«Ahora he firmado un año con opción a otros dos», indica Yeray, quien pone los ojos en Dani Pedrosa cuando sueña despierto. «Es el piloto que más me gusta». Los suyos, como en el caso de Marcos, también le acompañan en esta aventura. A la logística de sus equipos siempre ha de sumarse la familiar sin la cual el sustento psicológico de los jóvenes se tambalearía. Los dos prometen.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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