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Yeray Saiz Márquez (2 de marzo de 2006, Santander) ha completado recientemente la licenciatura de velocidad y ya piensa en preparar la tesis para su doctorado cuando apenas tiene edad para ser un modesto estudiante. A sus 16 años es el piloto más joven de ... la parrilla del Mundial de Superbikes Super Sport 300, algo así como el purgatorio del Mundial oficial. Es el más joven, con diferencia, de los participantes de una competición que sirve de filtro –el penúltimo– antes de ponerse el mono y dar el salto. «Me dan muchos ánimos y se sorprenden cuando les digo la edad», confiesa este talento en estado puro que este año ha disputado las nueve pruebas de la cita mundialista en España, Portugal, Holanda, Italia y Francia. «Hemos aprendido mucho y queremos seguir haciéndolo», recuerda con la inocencia de un chaval que compagina sus estudios en el instituto con la adrenalina de subirse en una moto de competición. Hace apenas unas semanas, en Portimao (Portugal), se despedía de su estreno en la competición con un undécimo puesto, después de marchar quinto en la última vuelta. «Fue todo muy igualado y en un momento ganas o pierdes tres o cuatro puestos».
16años. Es el piloto más joven de la parrilla del Mundial Super Sport 300
El talento precoz de Yeray es de serie. Su padre fue siempre un enamorado de la velocidad y de las dos ruedas y el niño nació entre neumáticos y olor a gasolina. Sin embargo, su evolución posterior se sustenta en el tremendo deseo de progresar y la pasión con que lo hace. «Es un deporte difícil. Necesitas apoyos, tiempo y una gran dedicación», señala el joven piloto, quien no duda en agradecer a quienes le han echado un cable en su corto, pero intenso bagaje. «El equipo Accolade SMRZ Racing (República Checa) apostó por mí este año. Me ha facilitado mucho las cosas y estoy muy a gusto», reconoce Yeray. Sin embargo, en 2023, y después de demostrar 'las manos' que tiene necesitará un empujón más. Un plus que le permita competir en igualdad de condiciones con los aspirantes a todo. En la parrilla la edad media de los pilotos es de entre 19 y 23 años, por lo que Yeray se ha adelantado a todas las previsiones. En su proceso de aprendizaje existe un borrador, una hoja de ruta que desearía cumplir. «Me gustaría poder correr en este Mundial dos años más y luego dar el salto al Super Sport de 600». Ese sí que ya sería el escalón definitivo antes de subirse a una moto oficial. «Sé que es difícil, pero es lo que más quiero», sentencia.
Sin embargo, el problema de este deporte tan frenético y exigente es que en ocasiones el piloto no solo se tiene que preocupar de ir más rápido que los demás sino que también debe hacerlo de cómo gestionar sus recursos y su infraestructura. «Los equipos suelen aportar alrededor de la mitad del presupuesto. La otra mitad hay que gestionarla de manera propia; con patrocinadores, colaboradores...», explica Yeray. En esas labores anda afanado desde hace años su padre. Buscando aquí, llamando allí y sacando de la nada un soporte que le pueda permitir a su hijo no desviarse de su sueño. «Hacemos lo que podemos», añade su ángel de la guarda, su sombra allá donde le toca ir con la mochila al joven piloto.
«De menos a más. Todo es súper rápido. En el Campeonato de España había un tiempo para adaptarse, pero aquí es imposible. El nivel es altísimo y no hay posibilidad de error», indica Yeray. Así ha sido su participación en este Mundial de Superbikes. Un año en el que ha tenido que multiplicarse;a clase por las mañanas, al gimnasio, con la bicicleta... Y los fines de semana son contrarreloj. «Aquí no hay sitio para entrenar. Tenemos que ir a Castilla León o más lejos, a los circuitos. En invierno el asfalto está casi congelado y es difícil, pero hay que trabajar».
Aún con el sabor dulce de su estreno en el Mundial, Yeray ya piensa en lo que le viene.«La temporada va de marzo a octubre, pero ahora es cuando más hay que entrenar y prepararse», señala. Está en el camino.Ahora necesita ese empujón para poder codearse con aquellos que tienen su talento en igualdad de condiciones. Mientras tanto sueña despierto y lo hace a más de 220 kilómetros por hora. 2023 puede ser su confirmación y no quiere perder el rebufo de la élite.
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Ana del Castillo
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