Secciones
Servicios
Destacamos
Más de un siglo contemplaba a Jaime Asensio (Torrelavega, 30 de mayo de 1922), un resistente y un eterno del atletismo que acaba de terminar su camino. Exactamente 101 años, 5 meses y 22 días. Llevaba siete años (sí, solo siete años) alejado de un ... atletismo que casi tuvo que crear categorías específicas de veteranos para él. Se terminó entonces esa etapa en la que se le podía ver, incluso superadas las nueve décadas, correr por El Maleón. «Machancando el cuerpo», que diría y cerca de donde dedicó décadas de trabajo antes de sustituir defintivamente su afición por el tartán (y por el esquí) por la de pilotar drones.
Más de cien años y más de cien medallas en diferentes categorías de veteranos adornan la trayectoria vital de quien fue durante toda una vida, la laboral, confitero del negocio familiar y despues comerciante detallista, pero que tenía en el atletismo, incluido el maratón, una de sus grandes pasiones. Ya jubilado, pudo dedicarse de pleno a ello en una vida longeva en la que le dio tiempo a conocer hijos, nietos y un puñado de bisnietos a quienes trató de inculcar su afición por el deporte.
Todavía este mismo mes de marzo las dificultades de movilidad no le impidieron acudir a un merecido homenaje en la Gala del Deporte de Torrelavega. Arropado por su familia, ayudado por una silla de ruedas, acudió a recoger el reconocimiento a su carrera y con la lucidez intacta de toda una vida. Fue el último y emotivo reconocimiento de una ciudad en la que Torrelavega Sí propuso que se le dedicara un espacio; una tarea aún pendiente.
Jaime Asensio Ballesteros vivió siempre el deporte como parte de su vida. Una vocación temprana compartida con una profesión a la que parecía abocado. Comenzó a trabajar con sus padres en la confitería que tenían en el Bulevar Demetrio Herrero, una casa con local comercial, obrador y la residencia familiar en la que Confitería Asensio se convirtió un clásico de Mies de Vega.
pero tenía otras inquietudes. Ya en su juventud, en los tiempos heroicos de la España en blanco y negro, apuntaba. Comenzó a viajar a diferentes competiciones nacionales e internacionales con fuerza de voluntad y apoyado en el carácter irredente de un hombre temperamental. Las primeras orlas de su palmarés llegaron pronto. Recién terminada la Guerra Civil alcanzó entre 1939 y 1944 varias finales de los Campeonatos de España de 110 y 400 metros vallas. Vivir del atletismo era entonces un ejercicio de ciencia ficción, pero apoyado por su mujer, Aurora, compañera en la vida, en el trabajo y en las aventuras del deporte, que también practicaba, nunca se alejó del todo.
Con el paso del tiempo la confitería se convirtió en una tienda de regalos, en el mismo local del Bulevar; la que regentaron hasta la jubilación. Fue entonces cuando la vida le dio al fin más oportunidades para convertir su casa, esa misma casa de la familia, en un museo. Ya de joven tenía buena zancada. Los años no se la birlaron. Con 77 años se marcó 8,76 metros en triple salto en el Campeonato de España disputado en Gijón. A los 95 se llevó dos bronces en el Campeonato de Europa de Birmingham. También probó con el esquí y también se colgó metales.
Torrelavega despedirá mañana en la Iglesia de la Virgen Grande a uno de sus hijos más ilustres. Asensio, de los Asensio de la confitería, y un atleta de talla que dio una lección de vida.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.