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Sergio Herrero
Domingo, 13 de marzo 2016, 11:37
«¡Esto es otra cosa!», exclamó un aficionado racinguista al asomarse por el vomitorio de acceso a la grada del estadio José Zorrilla. Acostumbrados a los modestos campos de la categoría, gozar de un escenario como éste tiene un sabor muy distinto. Aroma a tiempos mejores. Porque el feudo vallisoletano es uno de los míticos del fútbol español. En su césped se han elaborado muchas páginas de la historia del balompié patrio. De hecho, fue construido para el único Campeonato del Mundo que se ha celebrado en este país. Por todas esas cosas que contar lleva el nombre de un escritor. El Racing llegó para tratar de apurar sus mínimas opciones de ser campeón y, sobre todo, amarrar la plaza en el play off de ascenso antes del tramo más complicado de la Liga. «Empezó por una apuesta, siguió por un devaneo, engendró luego un deseo, y hoy me quema el corazón», que escribió Zorrilla. Porque el objetivo del ascenso se convirtió en ambición y ahora crea una inmensa ansiedad en los futbolistas verdiblancos. El de ayer fue un mal partido con buen final. Y gracias. Diez minutos de inspiración y un doblete de Dioni fueron suficientes para acabar con un flojo Valladolid B y aupar al Racing hasta la segunda posición.
El balance, positivo, pero las esperanzas de cara a una cada vez más cercana fase de ascenso siguen siendo pura incertidumbre. Las dudas de siempre.
La primera parte fue como la continuación de la del partido anterior frente al Somozas. Sin profundidad, sin ideas... El Racing volvió a ser el triste equipo incapaz de hacer daño a nadie. Solo hubo una diferencia, que esta vez, ni siquiera tuvo el empaque suficiente para mantener su portería a cero. En el minuto 44, por intentar lucir la pizarra con jugadas de esas que salen, con suerte, una vez al año, el Valladolid B encontró su oportunidad. Los verdiblancos trataron de llevar a cabo la acción que Dani Rodríguez acertó a ejecutar frente al Lealtad en la primera vuelta. Balón desde la esquina hasta la frontal, para la volea del gallego. Esta vez, el remate fue un horror y propició una contra mortal de los pucelanos que Toni culminó poniendo por delante a su equipo.
Solo Facundo Pumpido intentó algo diferente para cambiar el devenir del encuentro antes de que la cosa se pusiese cuesta arriba. El argentino estuvo listo. Iván Casado y el meta Julio aún no se habían enterado de qué iba la jugada. El balón botó en el área y el ariete de Olivos se elevó entre los rivales para mandar la pelota de cabeza al poste. Era el minuto 21. El penoso desenlace del primer tiempo, ya es conocido.
El vestuario fue momento de arrepentimiento. «Un punto de contrición da a un alma la salvación». Zorrilla dixit. Así como ante el Somozas, el Racing salió con un aire diferente del tiempo de descanso. Mejor incluso que ante los gallegos. Poco tardaron los de Pedro Munitis en voltear el marcador. Un rechace dentro del área le cayó a Migue García en el vértice. Le cedió la pelota a Dioni ante la pasividad de la zaga local y el malagueño, a la media vuelta, no perdonó la tibieza blanquivioleta.
Por un breve espacio de tiempo, el Racing tuvo aires de grandeza. «No me causan pavor vuestros semblantes esquivos jamás, ni muertos ni vivos, humillaréis mi valor. Yo soy vuestro matador como al mundo es bien notorio; si en vuestro alcázar mortuorio me aprestáis venganza fiera daos prisa: aquí os espera otra vez Don Juan Tenorio». Evidentemente no había lugar para esa venganza fiera y el efímero momento de lucidez racinguista fue suficiente para hacer patente el arrepentimiento por esa lamentable primera parte que ya se empezaba a olvidar.
Pumpido recogió el balón pegado a la banda, cerca del córner. Levantó la cabeza y miró al área. Su hábitat. Y se dispuso a sacar un centro, como si fuese un buen extremo. Pero, como no lo es, el envío fue una liebre botando camino de la portería. La zaga, contemplando la pelota. El cazador, con la escopeta preparada. Entre los defensores locales apareció la pierna de Dioni para aprovechar una asistencia que más bien parecía un despeje.
Por delante en el marcador, la inspiración racinguista fue mermando. Y Pedro Munitis, por tercera vez desde que llegó Pumpido, retiró al argentino en la segunda mitad. Los cántabros, sin referencia arriba, pasaron minutos de apuro. Los vallisoletanos tuvieron varios acercamientos peligrosos, pero, por suerte para los cántabros, muy, muy blandos.
Sufrimiento
En estos minutos, a pesar del sufrimiento, el Racing dispuso de dos ocasiones reseñables para haber sentenciado el encuentro. Primero, en un momento de alivio dentro de los aprietos, una contra llevada por Dioni fue finalizada por un Óscar Fernández que llegaba casi sin aire después de una carrera de más de 60 metros. El de Piélagos mandó la pelota a la grada. Y, poco después, un buen centro de Coulibaly encontró el cabezazo de Dioni. La pelota se marchó a las manos del siempre dubitativo Julio.
El vallisoletano Ángel encaró a César Caneda dentro del área. Al suelo. El veterano central vasco levantó las manos. Y el colegiado, que estaba cerca, vio la pillería del atacante. Tarjeta amarilla. Era la segunda y acabó viendo el color rojo. Todo se ponía a favor del Racing. Pero, lejos de parecer asegurados los tres puntos, el Valladolid estuvo a punto de marcar en inferioridad numérica. Primero Óscar Santiago y después el desacierto local salvaron a los cántabros de un ridículo difícilmente superable.
El Valladolid B, desangrándose, acabó muriendo con el paso de los minutos. Menos mal, porque el mediodía de ayer no era el de los racinguistas, pese a que la victoria, finalmente, se marchó para Santander. Un triunfo que, añadido a la derrota de la Unión Deportiva Logroñés en Gijón, frente al Sporting B, coloca al Racing en la segunda posición de la tabla. Algo es algo. Y, sobre todo, acaba con la maldición del equipo verdiblanco a domicilio, que aún no había ganado fuera de casa a lo largo de este 2016. Tres meses atrás.
La plaza en el play off está mucho más cerca. rácticamente asegurada. Y, por qué no, el haber ganado en Valladolid puede hacer pensar que el campeonato es posible. La derrota del Racing de Ferrol en Burgos deja a los cántabros a seis puntos. Pese a que las sensaciones dicen totalmente lo contrario. El Racing sigue soñando con alcanzar el paraíso de la Segunda División B: «Llamé al cielo, y no me oyó, y pues sus puertas me cierra, de mis pasos en la tierra, responda el cielo, no yo». Eso lo escribió José Zorrilla. Pedro Munitis dijo el pasado viernes que «aún nos quedan nueve o diez semanas por delante para mejorar»... Más le vale al Racing. Queda aún mucho por ver.
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