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Marcos Menocal
Viernes, 6 de mayo 2016, 07:09
«Nos animaremos entre todos». La crónica de la conjura final tiene un arranque que habla por sí sola. El resto es todo un manual de aproximación al éxito. A los andaluces les resultaba un tanto frío. Había que ver la cara de Migue o ... de Dioni al acercarse a la orilla del mar en la Segunda Playa de El Sardinero. Apenas el agua les mojaba los pies se encogían de hombros.¿Qué decir de Artiles? Corría despavorido para atrás.«Está helada, ¡uf!», protestaba el habilidoso jugador canario. Sin embargo, a los Caneda, Santamaría o al par de gemelos de Sierra de Ibio, los San Emeterio, les faltó tiempo para inaugurar el chapuzón racinguista. La plantilla del Racing calmó la tensión al finalizar el entrenamiento de ayer entre las olas. Relajación natural. Munitis conoce mejor que nadie el efecto balsámico del método que nunca faltó en la hoja de ruta del eterno Nando Yosu. Más de una vez, el desaparecido entrenador acabó con su pelo engominado y su inconfundible chándal chorreando por un col entre empujones.
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Lo de la playa es una técnica que solo encaja cuando la tensión trata de abrirse paso; de ser más protagonista que el resto. Entonces, el banquillo verdiblanco se autodiagnóstica un paseo por la arena como fármaco precioso; si Yosu se lo dejó de legado a Setién y a Preciado, ¿cómo no iba a recoger la herencia Munitis? Los bañistas del mes de mayo asistían al baile de carreras en pantalón corto y con el torso desnudo de los últimos moradores de El Sardinero. Un desfile de tatuajes vertiginoso y propio de pasarela. «¡Tírate al agua, venga, cobarde!», gritaba Granero a Álvaro Peña, que pese a que el pivote es de Bilbao ponía reparos a entrar de golpe. Munitis, a quien el agua del Cántabrico le saluda por el nombre ¿cuántas veces alivió su musculatura con el golpeo acompasado de sus olas cuando era futbolista?, fue uno más de la patrulla. Y Colsa, Adolfo Mayordomo, David Casamichana, el cuerpo técnico al completo... Un abrazo colectivo entre salpicaduras y alguna aguadilla y de la playa al estadio. En el camino que va desde la arena al campo dos lugares que comparten nombre hubo más de un viandante que les mandó alguna arenga. «¡Vamos, chavales. A por ellos!», aprovechó un repartidor mientras se bajaba a toda prisa de su furgoneta.
Una ducha rápida para evitar catarros inoportunos y al césped, primero, y a la grada, después. «¿A ver quién graba el making off?», bromeaba Dani Sotres en bermudas. Y como él la gran mayoría. «Colocaos, venga por alturas», ordenaba el jefe de prensa, Enrique Palacio, a los desinhibidos jugadores con el propósito de que las imágenes del fotógrafo de este periódico salieran fetén. «A qué altura, ¿a la de Santamaría o a la de Artiles?», se oyó de fondo. El canario aceptó de buen grado el comentario jocoso. «Me estáis tocando el culo», gritaba desconsolado Peña, a quien un ejército de compañeros le hacían cosquillas por la espalda ocultos unos con otros.
Todos por igual
Munitis, en el centro, abrazado por los suyos.Sin distinciones. «Aquí en la esquina hay más de ochenta años», decía con guasa Mayordomo. Junto a él se acomodaba en cuclillas César Caneda. «¿Qué tienes frío, o qué?», le vacilaba Isma Cerro a un Dani Rodríguez con chaqueta pese a los 20 grados de temperatura con los que El Sardinero lucía ayer a media mañana. Manos unidas; gritos de pasión y risas. La primera de la fotos recordó a una melé de rugby. En círculo, como la mesa redonda de los caballeros medievales donde no nadie que presidía el acto. Todos son iguales en esta plantilla.
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Fede San Emeterio, a pesar de su microrotura fribrilar en el abductor derecho, Óscar y Dioni regresarán al equipo mañana ante el líder en el partido más importante del año. El primero desbancará a su hermano Borja en el lateral derecho y los otros dos mandarán al banquillo a Coulibaly y Artiles. La sesión de ayer, a puerta cerrada en El Sardinero sirvió para apuntalar el orden táctico y para darle un repaso a las jugadas de estratégica que mañana, con un partido tan cerrado a priori pueden convertirse en determinantes. Hoy habrá lista de convocados y o bien Munitis apuesta por hacer viajar al grupo al completo o bien hará siete u ocho descartes.Toda una responsabilidad.
Del prao a La Gradona. Saltaron la valla de detrás de la portería y se acomodaron en la zona más animosa del estadio, esa que no calla durante sus partidos. «!Qué fácil se ve desde aquí, eh¡», se decían los unos a los otros. De repente, como si se tratase de la escenificación de un domingo cualquiera comenzó la película. «¡Munitis, mueve el banquillo, hombre!», indicaba Granero con la mirada perdida en la banda. «¡Corred, corred...!», replicaba Cerro. Por momentos, los futbolistas se metieron en la piel de los sufridores racinguistas que con sus cánticos les apoyan sin condiciones. De nuevo Granero, el líder de la banda, paró la puesta en escena para dar un giro de tuerca más a la interpretación. A escasos diez metros de la portería qué mejor que recordar en sentido figurado al que defiende tan noble escenario. «¡Óscar Santiago, Óscar Santiago...!», gritaban a coro, mientras agitaban acompasados los brazos en señal de victoria. Ni vergüenzas ni reparos. «Nos animaremos entre todos», recordaba Fede San Emeterio, a quien no hace falta que le inciten.
Entre ellos Colsa y Munitis, para los que días como el de mañana se convirtieron antaño en rutina futbolística, disfrutaban entre los gritos. Ellos son parte de la conjura que desde hace días sepergeña en torno a una ilusión colectiva. El dúo de técnicos, con sus manías, ha sido el interruptor de la creencia ciega en el liderato. «Suerte», pidió el autor de la fotografía que luce junto a estas líneas, a lo que Granero mientras saltaba de nuevo al césped le contestó. «Eso para los toreros y los ladrones». Autoconfianza.
La plantilla del Racing camina en un mismo vagón; nadie se baja del tren. La locomotora encargada de tirar de ellos es el racinguismo. Todos forman parte de él y lo de mañana será un acto de fe. «¡Venga, todos para casa!» se oyó al final de la escena. A casa o dónde realmente quieran, pero de lo que no habrá duda es que nadie caminará solo. A Ferrol, a estas alturas, ya habrán llegado las noticias de cómo se conjura el enemigo y andarán velando armas. Cada cual se prepara a su forma y a su modo decía la canción. Todo está dispuesto.
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