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Sergio Herrero
Martes, 26 de junio 2018, 19:46
«¡Con lo que era el Racing!», exclamó un joven aficionado reusense en la tribuna principal del Camp Nou Municipal de Reus. Lo hizo después de preguntar cuántos seguidores verdiblancos se habían desplazado hasta la localidad tarraconense para acompañar a su equipo en una eliminatoria que se sabía prácticamente perdida. «Más de 250. Y si llega a estar igualado, vienen más de mil», le dijo su contertulio. Por que ayer, la fe mostrada por los hinchas montañeses fue lo que más soprendió a la parroquia local. Sin embargo, esa esperanza a prueba de bombas esta vez no tuvo recompensa y tendrá que esperar, por lo menos, cuatro semanas más, si el equipo de Pedro Munitis supera otras dos eliminatorias de este duro play off de ascenso a Segunda División.
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Muchos habían preparado con mimo esta cita antes de ver el desastre del partido de ida. Tenían el fin de semana marcado en el calendario. Con un círculo rojo. Al final, muchos se cayeron. Pero otros continuaron adelante con su afán.
Reus solo supo de la llegada de la enésima Gradona en el exilio poco antes de empezar el encuentro, porque, por la mañana, era complicado encontrar camisetas y bufandas racinguistas por las calles del casco histórico de Reus. «¿Dónde están los demás?», preguntó un camarero a uno de los pocos seguidores cántabros que se dejaron ver temprano por la ciudad. La respuesta era bien sencilla. A apenas nueve kilómetros. El grueso de la afición cántabra, que arribó el sábado a tierras catalanas, se había visto seducido por el atractivo turístico de la cercana localidad de Salou. Además, el tiempo acompañó durante todo el fin de semana. Al fin y al cabo, los buenos momentos previos al partido fue lo poco que se llevaron de vuelta a casa, porque, de lo que es el fútbol, más bien nada.
Buen ambiente
La afición verdiblanca llegó al estadio con ganas de empujar a su equipo. Sin embargo, el gol de David Haro en el minuto 7 fue un auténtico jarro de agua fría para la esquina donde se situó la expedición verdiblanca. Hombros encogidos y caras de pesadumbre. Entraba dentro de lo previsto con anterioridad, pero, ¿tan pronto?.
El paso de los minutos y, sobre todo, el hecho de ver como las escasas opciones de remontada se alejaban definitivamente, fueron espaciando cada vez más los cánticos de ánimo, que, finalmente, se vieron engullidos por los de una afición local que vivió lo que la racinguista lleva persiguiendo por media España desde el pasado 23 de agosto.
La ola que recorrió el Camp Nou Municipal de Reus rompía siempre contra la misma esquina. Y los hinchas locales, que se dieron cuenta del mal trago por el que estaban pasando sus homólogos cántabros, quisieron tener un detalle con los visitantes. Después de cantarse a sí mismos un más que merecido «a Segunda, oe», los rojinegros obsequiaron a los racinguistas con un orgulloso «el Racing es de Primera», que fue respondido con un fuerte aplauso por los agasajados.
Visto lo visto, en los últimos minutos los racinguistas casi estaban deseando que el colegiado señalase el final del encuentro. El viaje de regreso iba a ser largo y triste. Al final, hubo invasión de campo por parte local. Rojo y negro por todas partes. Menos en uno de los córners, donde los verdiblancos saltaron la valla para saludar a sus futbolistas y tratar de motivarles de cara a una segunda oportunidad en este play off de ascenso a Segunda División que no se puede desperdiciar. De ninguna de las maneras.
Este domingo tocó volver a casa con caras largas. A lo malo nunca se acostumbra uno. Ni un racinguista, que, este lunes, seguramente, seguirá con la resaca del disgusto. Pero, cuando se sortee el próximo rival, ya estará organizando el siguiente viaje para el fin de semana que viene. Cádiz, Toledo o Lleida. Hay donde elegir.
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