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Raúl Gómez Samperio
Viernes, 25 de noviembre 2016, 07:16
La misma enfermedad que le obligó a retirarse de los campos de fútbol y contra la que estuvo luchando tantos años, al final superó el empeño y la lucha de Francisco Javier García Vicente, que falleció el pasado lunes cuando contaba con sesenta años en ... una clínica de Madrid.
Javi, como era conocido futbolísticamente, procedía de una familia conquense pero nació en Madrid el 30 de enero de 1956. Con catorce años, después de jugar en un equipo que formó con unos amigos en Aravaca, se incorporó a las secciones inferiores del Atlético de Madrid, donde permaneció ocho años en las diferentes categorías de su edad, hasta que Luis Aragonés le incorporó al primer equipo. Sin embargo la tutela del técnico de Hortaleza se desvaneció porque se marchó a otro equipo y su sustituto, Héctor Núñez, prefirió cederlo. Así fue como llegó a jugar en el Racing, debutando en San Mamés el 17 de septiembre de 1978 cuando Nando Yosu, entonces entrenador de los verdiblancos, alineó a Damas; Díaz, Junco, Chinchón (Javi), Preciado; Geñupi, Mantilla, Vall-Llovera; Marcos, Giménez (Piru) y Alarcón.
Javi era un centrocampista con buena técnica, de los que dominan los pases medidos y gozan de una visión de juego altamente constrastable; con el Racing viviría la primera huelga de futbolistas que se convocó en España, algo inédito hasta entonces, y la victoria frente al Barcelona con los dos inolvidables goles de bravura de Tuto Sañudo en el mismo día en que se presentó el himno oficial del club. Jugó un total de 34 partidos donde anotó cuatro goles y tuvo que lamentar que su aportación no sirviera para que el Racing se mantuviera en Primera División. Al acabar la temporada, regresó al Atlético de Madrid. Su estancia en Santander le vinculó estrechamente con varios jugadores del equipo, destacando la amistad que cultivó con el desaparecido Manolo Preciado.
Regreso al Manzanares
A su vuelta al equipo del Manzanares debutaría como atlético el 14 de octubre de 1979 en el Sánchez Pizjuán ante el Sevilla. A mediados de la temporada 1980-81 se incorporó al Real Oviedo, por entonces en Segunda División, hasta que en 1982 emprendió camino por equipos como el Lorca Deportiva, Linares, Recreativo de Huelva, Córdoba y Conquense, donde tuvo que dejar el fútbol en 1988, con 32 años, debido a un cáncer que entonces pudo superar gracias a un trasplante de médula.
Aunque enfermo, continuó dedicándose de forma desprendida a entrenar al equipo de fútbol del colegio Sagrados Corazones Paraíso de Madrid, dedicándose más tarde al fútbol sala como técnico.
Sin duda alguna, Javi fue un enamorado del fútbol, así como un trotamundos. Su pasión por su deporte y su profesión le permitieron disfrutar de la grandeza de un equipo como el Atlético de Madrid; la historia de otros como el Racing o el Oviedo o la modestia de sus últimos conjuntos como fueron el Conquense o el Córdoba.
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