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Daniel Martínez
Martes, 29 de noviembre 2016, 15:20
Muchas cosas se truncaron durante aquel verano de 1936. Y el conflicto también privó a los santanderinos de disfrutar de la que, sobre el papel, era una de las mejores plantillas verdiblancas. Porque más allá de sus endémicas dificultades económicas, que ya entonces las había, aquel equipo estaba llamado a hacer algo grande en Liga. Quizás no alzarse con un título que no llegó a disputarse a causa por las circunstancias, pero sí aspiraba a pelear con los clubes de la zona alta de la clasificación.
Larrínaga, Germán, Ibarra, Cisco y Chas eran algunos de sus pilares. Más allá, figuras emergentes como Aparicio o Saras debían hacer crecer al club, que había cerrado ya el fichaje de Ortúzar (al que la guerra condenó a jugar sólo algún amistoso). Aspiraba a hacer lo propio con el torrelaveguense Sañudo, entonces en el Real Madrid, e incluso soñaba con recuperar al Pirata Fuente.
Como en muchos momentos de su centenaria historia, el Racing concluyó la temporada 1935-1936 con problemas económicos. El déficit de 45.000 pesetas una cantidad nada despreciable por entonces que arrastraba exigía una solución urgente.
La directiva, que acaba de renovarse y que seguía encabezada por el intelectual José María de Cossío, decidió que la mejor y casi única opción era deshacerse de algún jugador y así fue como traspasó a Nando García al Barcelona. Pero las esperanzas de dar la sorpresa en la competición de la regularidad seguían intactas. Pintaba bien.
A sólo un mes para que estallara la guerra y antes de comenzar a pasar por caja, la actividad en el Racing era frenética. En lo institucional, el 21 de junio la asamblea aprueba la salida de directivos históricos. Entre los nombres de las seis personas que les sustituyen está el de Arnaldo de la Llama, que poco después se convertiría en el primer presidente del club durante el franquismo. En lo deportivo, el club se centraba en dos giras de gran relevancia, primero por África y después por Cataluña.
El viaje a Barcelona sirvió para empezar a negociar con los azulgrana el posible traspaso de Larrínaga por 30.000 pesetas, una lluvia de dinero que se sumaría a las 20.000 que cayeron con la salida de Nando.Sin embargo, el interior izquierdo no parecía muy dispuesto a irse de Santander y ya había rechazado a los barceloneses dos años antes. Faltaba además el visto bueno de Cossío, que estaba de viaje en Madrid y no se pudo cerrar la operación. También se llegó a hablar de la salida de Germán. Antes de despedirle, ya tenían en la recámara al joven Aparicio como sustituto. Había mimbres suficientes para pelear en la Liga, pero aquel verano se truncó todo.
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