A la hora en que ustedes lean este artículo es muy probable que los niños de San Ildefonso ya hayan cantado el Premio Gordo de la Lotería. Se habrán descorchado botellas de champán con lágrimas de emoción e incredulidad, retransmitidas en directo por las ... diferentes cadenas de televisión. Y en el bombo, a su manera, también estará el Racing. «Tenemos más opciones de pasar la eliminatoria de que nos toque la Lotería», dice Ángel Viadero.
Tiene toda la razón. Hoy es un partido en el que su equipo juega sin presión. Simplemente, con el apremio de la dignidad y con la certeza de que el Athletic no apretará en el cuello si el Racing saca la bandera blanca. Vamos, nada que ver con la asfixia a la que esta misma plantilla se enfrentará a final de temporada, cuando haya que jugarse el éxito o el fracaso del ejercicio a una bala, en la ruleta rusa del play off.
Digo esto porque el Racing se puede ir a comer tranquilamente el turrón. Con graves lesiones de jugadores determinantes, crisis de juego y hasta de identidad durante algunos momentos; incluso ante un rival, la Cultural Leonesa, que ha tardado media Liga en perder su primer partido, el liderato, con todo un mundo por delante, está a tiro de piedra. Cinco puntos. Nada en comparación a los diecinueve encuentros que quedan por delante. Es cierto que el equipo leonés ha perdido sólo un partido hasta la fecha. Bien, el Racing, con sólo dos derrotas, presenta una credencial igualmente válida para el ascenso. Nadie puede decir lo contrario con los números en la mano.
Queda media temporada por jugarse. Nada está dicho y queda todo por escribirse. Me parece normal que jugadores y aficionados hayan perdido la confianza en el transcurso de algunos partidos. La temporada empezó tan bien que cabía esperar más de un tropiezo y momento de crisis. Nada que no haya que superar si el equipo quiere regresar a una categoría superior. Pudiera suceder, con sólo una posibilidad entre miles, que al Racing le tocara esta noche la Lotería. Aunque improbable, cosas más raras hemos visto. Eso sí, el equipo tiene que hacer los merecimientos oportunos. El fútbol entiende mucho más de méritos que de suerte. Ya lo dice Viadero. «Hay que ver de qué pasta estamos hechos». A mí no se me ocurre mejor escenario que San Mamés para demostrarlo.
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