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Unión. Guillermo Fernández ha aumentado su credibilidad ante la afición. DANIEL PEDRIZA
La afición conquista a Romo
Fútbol

La afición conquista a Romo

En las últimas semanas, con el mejor momento del Racing, el técnico ha aumentado sus elogios a una grada verdiblanca que ya cataloga de «familia»

Sergio Herrero

Santander

Viernes, 8 de abril 2022, 07:30

En su primera entrevista cuando llegó a Santander, en El Diario, Guillermo Fernández Romo dejó un mensaje a la grada: «A la afición le digo que quiero ascender con ella y ser uno de los suyos». Y le ha costado al míster del Racing convencer a un entorno ya maleado por los continuos disgustos. Pero parece que lo está consiguiendo. Le queda rematar la faena con la consecución del ascenso. Una conquista que también va en la otra dirección. En el proyecto más ambicioso de su carrera como entrenador, el técnico lleva semanas degustando lo mejor de la parroquia racinguista. Así que en las últimas ruedas de prensa, los halagos del míster son continuos.

El pasado viernes, a la salida de Matapiñonera, un grupo de aficionados le dedicó un cántico al entrenador antes de subirse al autobús: «Ponte el sombrero, Romo ponte el sombrero». El madrileño, prudente como es habitual, declinó la invitación con una sonrisa, pero el ya famoso gorro verde le espera para el hipotético día del ascenso.

Unos minutos antes, en la sala de prensa del estadio del San Sebastián de los Reyes, Fernández Romo dejó otra perla para la grada. Después de dedicar el triunfo a los cientos de aficionados desplazados, casi invitó a todos a la próxima cena de Nochebuena: «Este año mi familia es gigante. Todos esos de verde de ahí fuera, que nos animan. Ha sido muy especial».

A su llegada al Racing

«A la afición le digo que quiero ascender con ella y ser uno de los suyos. Mi sueño no es entrenar al Racing. Es ganar con el Racing»

Hasta ahora había dirigido a clubes ambientalmente más modestos, pero no ha tardado en apreciar el patrimonio que tiene el Racing con su afición. «La unión y el apoyo de la afición es increíble, es nuestra mayor fortaleza», afirmó justo antes de viajar a Madrid. Los veintitantos de la plantilla y los miles de la grada. Todos juegan.

En Matapiñonera

«Este año mi familia es gigante. Todos esos de verde de ahí fuera, que nos animan. Ha sido muy especial»

Nunca ha dejado de elogiar a la afición verdiblanca, pero como todo en este Racing, los sentimientos aumentaron a raíz del triunfo en Riazor. Fue el clic que hizo encajar todo, en el césped y en la platea, como un fantástico puzle sideral. Casi directo de La Coruña llegó a Salamanca, donde medio millar de aficionados aguardaba al equipo a la puerta del hotel. Y en el autobús Romo se bajó la cremallera de su chaleco azul marino de la suerte. Se destapó. Sus golpes a la cristalera del autocar fueron la muestra de que hay algo más detrás de su discurso siempre elegante y comedido. Igual que sus gestos de rabia a la grada racinguista en el estadio de Unionistas tras tumbar al cuadro charro. En el bar-sala de prensa del Municipal Reina Sofía, tras recordar al mayor de los racinguistas, Nando Yosu, se sinceró: «Cuando se genera una atmósfera así de positiva, se puede conseguir todo. Es una pasada. Hoy el colorido que ha dado mi gente ha sido increíble». «Mi gente». Ahí ya comenzó a sentirse «uno de los suyos». De los racinguistas. Como deseó en su aterrizaje en Santander.

En Salamanca

«Cuando se genera una atmósfera así de positiva, se puede conseguir todo. Es una pasada. Hoy el colorido que ha dado mi gente ha sido increíble»

No ha sido fácil para el técnico llegar hasta aquí. Después de Fabris y Solabarrietas, la afición racinguista no pasa una. Es normal. Y la exigencia ha sido máxima para el entrenador y sus planteamientos en un equipo que, pese a contar con un rival más poderoso económicamente como el Deportivo, aspiraba a ser campeón. Una ambición, por cierto, que ni Romo ni su vestuario ha regateado nunca, como si hicieron algunos de sus predecesores.

Las propuestas más conservadoras de la primera vuelta del campeonato, las derrotas sonrojantes ante Cultural Leonesa y Valladolid B y hasta algún empate pírrico desataron algunos silbidos entre el malestar latente de la afición. Eso y la gestión, en algunos momentos, del crecimiento de Pablo Torre en la plantilla.

Pero todo aquello es ya pasado. Los buenos resultados son el mejor cicatrizante en esto del fútbol y si además van acompañados con una buena imagen y un aumento de la ambición en un club fuera de sitio como éste, mucho mejor. Guillermo Fernández Romo está un poco más cerca de convertirse en uno más del racinguismo. Un honor que a otros entrenadores que lograron objetivos similares, como Paco Fernández o Iván Ania, nadie les podrá quitar, aunque ya se sabe cómo es la vida del entrenador. Como las mareas.

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