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Cuatro fracturas faciales, un complejo proceso de recuperación que incluyó una intervención quirúrgica y el uso de una máscara de protección de fibra de carbono, el material que se utiliza en los coches de Fórmula 1 porque absorbe los impactos, para poder regresar al césped. ... Todo por el aparatoso choque que Aitor Buñuel (Tafalla, 1998) sufrió contra el deportivista Pablo Martínez en septiembre. Pero el lateral del Racing de Ferrol está de vuelta. En tan solo 50 días. Un tipo duro el navarro, que dejó una imagen sobrecogedora ese 1 de septiembre con una banda roja rodeándole la cabeza y el rostro desfigurado.
Nada que ver con la imagen que guardan de él los racinguistas, pero no los gallegos, los cántabros. Ningún hincha del Racing puede olvidar aquel gol en Son Malferit, el que devolvió al equipo al fútbol profesional con el ascenso a Segunda División de Iván Ania en 2019. Buñuel se convirtió en el héroe inesperado que rompió la barrera de años de espera. Y lo hizo con un solo toque, bien medido y ejecutado, justo cuando el equipo y su afición más lo necesitaban. «Cuando vi que el balón llegaba a mí, sabía que tenía que pegarle a puerta», recuerda el navarro, que todavía siente el vértigo de ese momento.
Son Malferit exigía pies firmes y mente fría. En medio de un partido áspero y casi sin respiro, un penalti temprano puso todo cuesta arriba y el Atlético Baleares se hizo fuerte. 1-0. E inmerso en ese paisaje de césped artificial, dimensiones compactas y ruido contenido estaba Buñuel con aire tranquilo para decidirlo todo en un instante. «El balón marchaba por la banda y vi que era ahora o nunca», comenta el navarro para explicar cómo se construyó la jugada en su mente. Lombardo lanzó un pase diagonal que llegó casi a la media luna del área. Buñuel armó su pierna derecha con el aplomo de un goleador nato y empaló la pelota sin miramientos. Klaus, el portero del Baleares, desorientado, no alcanzó a reaccionar. Ese tanto perfecto que había llegado en el momento más necesario, cerraba un ciclo y abría otro, y a la vez se convertía en una firma de tinta imborrable que selló la entrada del navarro en la historia del Racing.
Buñuel, en su momento, sonreía al recordarlo: «Estoy encantado de que el gol pase a la historia de un club como el Racing. Busqué portería cuando lancé, y cuando vi que el balón se colaba, me entró un subidón enorme. Salió muy bien y llegó en un momento en el que lo estábamos pasando fatal...».
Además, el tanto del lateral navarro dejó una anécdota curiosa. Sus goles se convirtieron en el Alfa y el Omega del equipo, porque fue él mismo quien al comienzo de aquella temporada marcó la primera diana en Liga contra la Real Sociedad B. Y después, en la última fue también el autor del tanto definitivo. «Me enviaron mensajes recordándomelo. Decían que se había completado un ciclo. Abrí la lata en Liga y luego el que parece más importante de todos. No podía estar más feliz», rememoraba el jugador.
Los minutos finales de aquel choque fueron una auténtica guerra. Ya no había fútbol, solo resistencia. Cada avance era un intento desesperado de los baleares por romper el equilibrio, pero el Racing seguía allí, como si el gol de Buñuel le hubiera dado una pátina de invencibilidad. El resto es historia racinguista. Una historia que volverá a la mente de muchos esta tarde a las 16.15 horas, cuando el exverdiblanco pise el césped de A Malata.
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