El Alavés se lleva el Trofeo de 'Nandín'

Brazos en alto. En señal de victoria y de agradecimiento. Porque Nando, o Nandín, como le gustaba que le llamaran, fue tan ganador como agradecido. Su imagen sobrevoló El Sardinero el día en que comenzaba la historia de un Trofeo estival que nace con el deseo de recordar a una persona especial un poco más y, sobre todo, mejor. Se enfrentaron dos de sus equipos, donde jugó y dejó su huella. Obviamente en el Racing dejó algo más. Mucho más.

En lo deportivo, José Alberto se atrevió con un esquema que jamás utilizó antes y que es probable que tampoco utilice salvo urgencia mayúscula. Una defensa de tres centrales y dos carrileros muy abiertos, que permite ver otra cara sobre el campo y de paso, repartir minutos en un amistoso. En la unidad A debutaron los dos nuevos, las únicas incorporaciones por el momento:Javi Castro y Unai Vencedor. Al primero le colocó junto a Pol Moreno y Saúl, tres zagueros, con Mario García y Yeray abiertos en las bandas. El cometido para Mario García fue ideal, le va que ni pintado, pero en cambio a Yeray se le hizo larga la banda. Su tendencia a estar cerca el área rival le dejó un poco fuera de sitio. Siempre que pudo se acercó y se convirtió en lo que es, un mediapunta.

Con esa disposición de urgencia propia de las pretemporadas arrancó el primer duelo. Con cositas. Como el pase de Yeray al primer toque por encima de la defensa y la volea de Arana sin pensarlo. Una declaración de intenciones signo de identidad de ambos. Como también lo fue la intensidad con la que el canario se tomó algunos lances. Se agradece ver que el pichichi que le queda al Racing –tras la marcha de Peque– está enchufado tan pronto.

La primera mitad del duelo fue del Racing; más entonado, con mas ganas, pero sin ritmo. Todo ello era esperado. Solo faltaba. Lo de la actitud el primer día en casa y con Nandín de maestro de ceremonia invitaba a que hubiese intención. Lo de sin ritmo... Con cuatro días de trabajo en las piernas lo más normal es que el fútbol parezca una película de los Lumière, en blanco y negro y lenta. Muy lenta. Sin desmarques de ruptura, sin arrancadas explosivas y con pocas sorpresas. Los partidos amistosos suelen ser como una borrachera de limón. Nadie enseña las cartas, se reparten minutos, juegan todos y nadie levanta la voz. Salvo los de la Gradona, que también para ellos es pretemporada. Allí también falta gente y se espera que a medida que se acerque el lío se irán sumando a la causa. Por cierto, antes del partido la cola en las taquillas daba la vuelta a la esquina. Buenas noticias. Si acaso la pena que a algunos se les debió hacer tarde y entraron al campo cuando se pudo. Bueno, no se perdieron mucho.

Arana volvió a tener una ocasión en el minuto 39. Hasta entonces, silencio de radio. No pasó nada. De nada. En el palco, llenó a rebosar de caras nuevas, algunos dieron hasta alguna cabezadita. Pausa para hidratarse y poco más que declarar en un primer capítulo con pocas novedades. Jeremy quiso y se le vio intención; el chaval tiene un repris extra en el área rival y su futuro puede estar ligado al primer equipo si realmente no encuentran lo que buscan en la dirección deportiva.

De los dos nuevos, tampoco demasiados informes. Javi Castro jugó por el flanco derecho y se le vieron maneras; corre, va al espacio y tiene recorrido. A Unai Vencedor no le llegaron muchas ocasiones de dejarse ver. Le dio pausa, quizás la que no tienen Íñigo Sainz-Maza y Aritz Aldasoro y que se requiere para dominar los partidos. El equipo necesita una buena versión de este chaval que encandiló a Marce en el Athletic y desde entonces anda buscando su sitio. Puede ser que lo haya encontrado. Ojalá, porque este Racing necesita alguien que lo maneje, que lo haga mirar hacia arriba. En el Trofeo de Nandín es pronto para todo eso, pero que vayan tomando nota los que mandan.

En la portería, como cuando eran alevines: un portero cada parte. Miquel Parera debutó después de casi año y medio sin aparecer. El mallorquín tuvo un mano a mano con Egoitz y lo solventó perfectamente. De partida no cambian los roles. Con Ezkieta encabezando la nómina. Salvo sorpresa.

Por cierto, compareció el Alavés. Por si a alguien se le había olvidado, el rival en el torneo veraniego era el conjunto vitoriano que debió dejar parte de las ganas en Mendizorroza. En el primer acto jugó con el freno mano y en el segundo, con algo de vergüenza torera se animó. Guridi dio tres toques y Rebach otros dos y para toriles. Perdonen la 'dureza' de las palabras, queda excusado porque realmente en un amistoso poco más se puede pedir.

Como manda la tradición, el descanso es para eso. Once de una tacada para los dos equipos. José Alberto regresó a la vuelta del vestuario con su dibujo preferido. Cuatro defensas dirigidos por Manu Hernando y esta vez con dos puntas y dos ejes reconocibles, Aldasoro y Dani González. El equipo repleto de chavales, se completó con Ekain de '9', acompañado de Íñigo López, el chaval que llega de Lezama para ingresar en el filial y del que echaron mano ante la falta de efectivos.

El segundo acto estuvo más movido. Para lástima del Racing fue el Alavés quien se animó. Tanto que Ezkieta fue el mejor en el primer cuarto de hora en el que dos intervenciones suyas mantuvieron el resultado inicial.

Destacó a ráfagas Neco Celorio, con su disparo y su versatilidad. El chaval se animó y sus compañeros le buscaron. Estaba ya en marcha la segunda mitad y fueron llegando al palco los rezagados. También se fueron incorporando los recién salidos del trabajo. El horario estival no encajó con algunos de los socios que tuvieron que conformarse con ver la mitad del primer Trofeo Nando Yosu.

De los chavales, alguno se quedará en el primer equipo por eliminación si a Martija no le da tiempo a hacer los deberes. Queda mucho y tiene tiempo para casi todo. Pero para eso nunca es pronto. A los veinte minutos Aldasoro condujo un par de veces y el equipo se sacudió el dominio del Alavés. Esa capacidad de atravesar líneas fue algo que surtió efecto el curso pasado.

Carrascal, de la quinta y excompañero de Pablo Torre, de central le dio estabilidad y Salinas, juvenil de segundo año, mostró arrojo al tirarle un sombrero a Jay, el lateral diestro del Alavés.

Los minutos le fueron dando ritmo y diversión a la tarde y la sombra con el nordeste al irse el sol motivos a Luis García Plaza para ponerse la sudadera y a José Alberto detrás. Que El Sardinero refresca es algo que los más viejos del lugar saben. A los nuevos, les coge siempre el toro. Engaña. Eso es verdad.

Y ya cuando parecía que la tarde se iba sin que nadie aplaudiera se sacó un par de regates y de arrancadas Quicala Bari, un rápido jugador que llegó el curso pasado al filial que se presentó con maneras. Fue lo último antes de dar paso a los penaltis. El momento donde realmente disfrutaron los presentes.