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El poder desgasta, dicen. El asiento del presidente en el palco de los Campos de Sport es el lugar al que van dirigidas todas las miradas y las críticas cuando las cosas van mal y el comodín de la cabeza del entrenador ya se ha ... gastado. Y en estos casi cuatro años que Alfredo Pérez lleva como máximo mandatario verdiblanco, lo deportivo no ha dado demasiadas alegrías como para que los gestores del Racing hayan pasado totalmente inadvertidos. Pese a que Pérez y su socio y vicepresidente, Pedro Ortiz, nunca han querido sacar los pies del tiesto. Pero el tiempo ha hecho mella y el todavía presidente racinguista, que ya lleva unos meses en un perfil aún más bajo que de costumbre, busca sustituto para el cargo.
Tal y como ha podido saber El Diario Montañés tras consultar diversas fuentes, desde hace varias semanas Alfredo Pérez ha realizado algunos ofrecimientos a personas de diferentes perfiles para ocupar la presidencia verdiblanca y poder dar un paso a un lado; a un plano más discreto. Candidatos procedentes del mundo del deporte y también de otros ámbitos. Alguno de ellos ya ha declinado la propuesta. Otros, de momento, no la han rechazado.
FUE CONSEJERO
Ya desde que arrancó la temporada, las apariciones públicas de Alfredo Pérez han ido mermando paulatinamente. Incluso su asistencia a los partidos del equipo tanto en los Campos de Sport como lejos de Santander, cuando en temporadas anteriores era raro que se perdiese un partido. Esa labor representativa está cayendo cada vez más en Pedro Ortiz y en el responsable del área de relaciones institucionales, Víctor Diego. Sin embargo, este pasado martes, el presidente verdiblanco sí que acudió como cabeza visible del club, junto al propio Diego, a la formación de la mesa de trabajo para el desbloqueo del convenio de uso del estadio de El Sardinero en el Ayuntamiento de la capital cántabra.
Esta búsqueda de un nuevo presidente no significa que el Grupo Pitma abandone la propiedad del club. Al igual que hacen en la gestión del resto de sus empresas, la idea de Alfredo Pérez es delegar el cargo en una persona de su confianza. Un profesional -con sueldo propio- que haga las funciones que ahora realiza el mandatario verdiblanco, como hace Víctor Alonso en el papel de director general de la entidad de los Campos de Sport.
LA BÚSQUEDA
Los máximos accionistas del club ya han reiterado en múltiples ocasiones que su intención no es vender el club. O, al menos, no hacerlo a cualquier precio y a cualquiera. Para empezar, el Grupo Pitma ha realizado una fuerte inversión que Pérez y Ortiz, como es lógico, no están dispuestos a perder. Han recibido ofertas de compra, pero ninguna ha alcanzado sus pretensiones. Altas para un club de la tercera categoría del fútbol español y con una fuerte deuda, pero que no corresponden a los aproximadamente veinte millones prestados por los propietarios para que el club pueda continuar con su funcionamiento diario más el valor de su paquete accionarial.
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Además, han insistido en diversas apariciones públicas que, si en algún momento venden el club, no solo tendrán en cuenta el aspecto monetario, sino también las intenciones que traiga la hipotética nueva propiedad. Aunque eso es más difícil de ejecutar. Recuerden que Ahsan Ali Syed era «rico y sabio».
En el plano económico, poco se puede reprochar a Alfredo Pérez y su socio en estos casi cuatro años -antes estuvieron como consejeros-. Tomaron el mando de un club vivo pero en una situación crítica, lo sacaron de la Unidad de Cuidados Intensivos y ahora, al menos, lo mantienen en planta. La deuda del Racing con la Agencia Tributaria, la que tenía puesta la guillotina sobre la entidad, la convirtieron en deuda hacia ellos a través de un préstamo y permitieron no solo que el club tuviese un futuro, sino que pudiese ascender a Segunda División tras lograrlo sobre el césped en 2019.
Sin embargo, en lo deportivo no han tenido tanto acierto. Y el Racing es un club de fútbol, por lo que si la pelota no entra es por donde van a llegar más críticas. Delegaron primero en el plenipotenciario Chuti Molina como director deportivo. El manchego tuvo un efecto bumerán. Ascendió en su primera temporada y todo eran parabienes, pero su gestión supuso un auténtico lastre económico y deportivo que envió al Racing, de nuevo, al pozo de Segunda División B.
EL MARTES
De vuelta al averno, Ortiz y Pérez volvieron a equivocarse en su apuesta. José Mari Amorrortu sí realizó algunos avances en la cantera, pero el primer equipo completó la pero temporada de su historia. Así que las críticas de nuevo arreciaron hacia la directiva. En la presente temporada, han vuelto a realizar un cambio de rumbo de casi 180 grados, otorgando el mando de la confección de la plantilla al director general, Víctor Alonso, algo que tampoco ha sido bien recibido por el racinguismo, aunque de momento el equipo está cosechando buenos resultados.
Tampoco han tenido demasiada fortuna en el aspecto social. Algunos gestos como el hecho de prohibir el saludo de los futbolistas a La Gradona al término de los partidos -posteriormente recuperado- o el euro de gestión por la adquisición de entradas a través de la web, entre otros, han sido gestos que no han gustado a un sector importante de la afición.
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