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Un rival, sobre todo durante esta temporada, siempre produce vértigo antes del partido. Adherido a la necesidad de superarle con gallardía para que el caudal del enojo no se desborde por el indeseable fango de la desesperanza, el Amorebieta también evoca racinguismo con el nombre ... de uno de los jugadores que hicieron época en el club cántabro.
Jesús Amorebieta Larrínaga (y no Larrañaga, como equivocadamente se ha difundido en algunas publicaciones), nació en Bermeo (Vizcaya) en 1920 y fue el contundente defensa central de uno de los equipos más creativos y ofensivos de la historia del Racing, el de la famosa temporada 1949-50 liderado por el juego y la leyenda de Rafael Alsúa.
Con seis años, la familia de Amorebieta se trasladó a vivir a Pasajes de San Pedro, donde estudiaría en las Escuelas Públicas. Fue en el entorno escolar donde comenzaría a sobresalir con el balón, jugando en el equipo local del Trintxerpe. Con una estatura y cuerpo dotado de excelentes condiciones físicas, Jesús también sería un buen remero, formando parte de las tripulaciones de banco fijo y de la trainera de Trintxerpe. Como ocurriría con el resto de aquella generación, la guerra civil interrumpió su vida, refugiándose con su familia en Francia hasta que, acabado el conflicto, regresó a España trasladándose a Cartagena para cumplir el servicio militar, lo que aprovecharía para jugar en el Cartagena durante la temporada 1939-40.
Cuando volvió a su casa se incorporó al Pasajes, donde permaneció cuatro temporadas, hasta que en 1945 fichó por el Real Zaragoza, equipo con el que debutó en Segunda División. No tuvo mucha fortuna en el club aragonés y volvió a su casa para seguir jugando en el Pasajes con cierta sensación de fracaso. Hasta entonces, las condiciones físicas de Amorebieta le habían situado como un clásico delantero centro de fuerza y potencia en la acción del remate, pero en la temporada 1948-49, el entrenador de la Real Sociedad, Benito Díaz, vio en este jugador las condiciones que buscaba para ficharlo como defensa central. Y así fue, porque Amorebieta se convirtió en titular indiscutible de los de San Sebastián, consiguiendo en 1949 el ascenso a Primera División con una plantilla donde, entre otros jugadores, se encontraba Rafael Alsúa, con quien entabló una amistad que se mantuvo durante toda su vida. Precisamente la amistad con Alsúa fue la clave para que Amorebieta se viniera a Santander a pesar de que la Real Sociedad contaba con él para formar su equipo en Primera. Pero Amorebieta y Alsúa viajaron juntos a Cantabria y firmaron contrato con el Racing el 8 de julio de 1949.
En el Racing jugaría Amorebieta sus dos últimas temporadas, que curiosamente serían las mejores de su carrera deportiva. En la primera, fue el titular indiscutible de aquel Racing que batió todos los registros deportivos, ascendiendo a Primera División después de diez años de exilio en la máxima categoría que había contribuido a crear en 1929. En los Campos de Sport se fraguaría la más famosa alineación de la historia del club: Ortega; Lorín, Amorebieta, Ruiz; Herrero, Mathiesen; Nemes, Joseíto, Mariano, Alsúa y Echeveste.
Amorebieta debutó en partido oficial con el Racing en la primera jornada liguera, el 4 de septiembre de 1949, en los Campos de Sport, cuando el equipo santanderino ganó por dos a cero al Club Ferrol. La alineación de aquel día fue la compuesta por Ortega; Lorín, Amorebieta, Ruiz; Herrero, Felipe; Nemes, Cánovas, Mariano, Herrera y Echeveste. En su última temporada como futbolista, Amorebieta debutaría en Primera División con el Racing. Acababa de cumplir 30 años y saltó al campo el 10 de septiembre de 1950 en Alcoy (Alicante), para enfrentarse al C. D. Alcoyano con esta alineación: Juanito; Teruel, Amorebieta, Ruiz; Bermúdez, Elizondo; Revuelta, Pin, Mariano, Alsúa y Echeveste.
Sin duda Amorebieta hubiera podido continuar unos años más enriqueciendo la defensa del Racing, pero las lesiones de sus rodillas le invitarían a colgar las botas terminada la temporada 1950-51. Jugó en total con el Racing 44 partidos oficiales. Tras su retirada, regresó a Pasajes Ancho, donde vivió dedicándose a su propio negocio de carbonería y luego a su propia empresa de transportes hasta su fallecimiento en 1979. Que su apellido espante cualquier tipo de vértigo que el nombre de Amorebieta pueda producir en la jornada de hoy, porque Amorebieta también es el nombre de un racinguista.
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