El año de la reconstrucción

El proyecto de futuro del Racing, que se ha transformado antes de lo previsto en presente, tiene mucho que ver con el trabajo de Mikel Martija. El aplomo y seguridad están avalados por un trabajo que ha rozado la excelencia. En 2022 armó un equipo para la permanencia trabajando casi en la autarquía y el verano pasado, cuando la anterior propiedad le dejó con un techo salarial ridículo que no permitía ni siquiera inscribir a todos los jugadores que tenían aún contrato, tuvo paciencia para, cuando Higuera y Ceria solucionaron el problema, fichar a última hora jugadores muy escogidos que han dado un excelente resultado. Y con opción de compra en algunas cesiones.

Cuando Sebastián Ceria y Manolo Higuera compraron en julio del año pasado las acciones de Alfredo Pérez y Pedro Ortiz aún no se sabía, pero aquella fue una de las mejores noticias en el Racing en las últimas décadas. Han recuperado la conexión con la masa social, saneado en lo que se podía las cuentas, invertido cantidades millonarias para consolidar al equipo y recuperado a toda la sociedad cántabra, instituciones incluidas, para la causa. Para redondearlo, han tenido fortuna, que siempre es necesaria en todos los ámbitos. En esta primera temporada solo pedían una permanencia tranquila y se han encontrado rozando la fase de ascenso a Primera.

El Racing cuenta con una plantilla joven, de calidad y en su mayor parte con contrato en vigor. Es decir, con mucha capacidad de crecimiento individual y colectivamente. Algunos de sus jugadores son piezas codiciadas en el mercado, pero en caso de que haya bajas se producirán con un fuerte ingreso económico a cambio. Pese a las limitaciones económicas, que siempre obligan a completar el equipo con cesiones, el Racing ha intentado que fueran las mínimas o, al menos con opción de compra, como la materializada por Juan Carlos Arana. Además, el grupo ha demostrado una enorme implicación con el club, la hinchada, su cuerpo técnico y, en general, el proyecto.

Higuera y Ceria no han estado solos. El dos veces presidente se rodeó en su regreso de profesionales que ya conocía y que han aportado un gran valor añadido al grupo. Miriam Peña, arropada por los propietarios y todo el departamento de comunicación, ha recuperado la conexión con las peñas que se había perdido durante la última etapa. Lo que ha hecho el vicepresidente y responsable del área económica, Juanjo Uriel, con los números casi puede clasificarse como magia. Le dieron armas: la ampliación de capital y muchos nuevos ingresos, pero su trabajo para cuadrar números fue vital para que el Racing ampliara su techo salarial.

El mayor activo del Racing no son ni los Campos de Sport ni La Albericia, de titularidad municipal aunque tenga el usufructo, ni los jugadores, que vienen y van. Es su masa social. Se comprobó una y otra vez en el fango de Segunda B y cuando el racinguismo de base se movilizó para evitar la desaparición del club cuando el resto, incluidas las instituciones, le dieron la espalda o incluso le boicotearon. Si en la época más dura y después maltratadas las peñas siempre estuvieron del lado del equipo, cuando han encontrado empatía en el club todo ha eclosionado en un sentimiento de identificación que se traduce no solo en lo anímico, sino también en lo económico, con más ingresos por taquilla, abonos, márketing...

Ya consolidado en Segunda, con más presupuesto y gracias a la inversión y la búsqueda de profesionalidad, el Racing vuelve a tener al fin cierta estructura. Roberto González como director de Comunicación ha reforzado un departamento en el que durante mucho tiempo Enrique Palacio estuvo extremadamente solo, y especialmente sensible ha sido el cambio en el departamento de Márketing, en el que el fichaje de Pablo Ruiz como nuevo director ha multiplicado los ingresos en todos los conceptos. Lo ha hecho, además, con iniciativas que enganchan a la afición y generan empatía y sentimiento de identificación con el club, generando beneficio no solo económico.

Ya se había comenzado a trabajar bien hace varias temporadas, pero la llegada de Gonzalo Colsa ha permitido, junto al trabajo de César Anievas, dar un nuevo salto de calidad en una cantera que con el santanderino ha crecido, y mucho. El Racing puede mirar de nuevo a sus secciones inferiores para reforzar el primer equipo más allá de apariciones puntuales, lo que poco a poco se deja ver, aunque se trata de un trabajo necesariamente a largo plazo. Aún en Segunda División, el club ha visto cómo otros equipos más poderosos económicamente le captaban algún futbolista, pero incluso esta pésima noticia revela que se están haciendo bien las cosas. Tanto como para llamar la atención de los demás.

El trabajo de las peñas ha sido impagable, y solo quien las ha visto trabajar de cerca sabe hasta qué extremo, pero la masa social del club también tiene infinidad de racinguistas implicados que acompañaron a la sociedad en la travesía del desierto y ahora han sido una parte fundamental en la gran temporada 23-24, por mucho mal sabor de boca que haya dejado la decepción de los dos últimos partidos. Se ha comprobado en el récord de abonados en Segunda División, los cinco llenos en el estadio, otro curso más de desplazamientos masivos y la extremada demanda de todo el merchadising lanzado, en ocasiones agotado el mismo día de su puesta en circulación.

Queda mucho, muchísimo por hacer, en unos Campos de Sport que poco menos que se caían a pedazos, pero el estadio luce ya otro aspecto después de que en los últimos años el Ayuntamiento haya asumido al fin algunas de sus responsabilidades y de que el club haya invertido, como sociedad y también gracias a las aportaciones de Ceria, en ciertas actuaciones de urgencia. Esto, unido al trabajo de los voluntarios años atrás, ha permitido sentar las bases para que el campo cumpla con las exigencias de la Liga y sea un lugar algo más cómodo para ver los partidos, aunque tras tres décadas de desidia resta mucho por hacer.