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Eso pregonaban los Siniestro Total hace casi medio siglo: «Ante todo mucha calma». Y lo mismo dijo a sus compañeros en el minuto cinco Arana, ... que con sus peinados mohicanos es el más punky del Racing: «Keep calm... and let's win!'. Manu acababa de enviarle un globo maravilloso pero la había pillado trotando en dirección contraria, mientras salía del fuera de juego. Vísteme despacio...
El caso es que el partido parecía el mundo al revés, con un Tenerife en descenso subiéndose a las barbas del casi líder Racing. Una actitud algo kamikaze, sobre todo teniendo en cuenta lo que les pone a los verdiblancos correr al contragolpe. Pero es que aquel no parecía un equipo de Álvaro Cervera; o al menos, del Cervera que los racinguistas añejos teníamos en la cabeza.
Total, que era cuestión de tiempo que el campo se inclinara hacia el fondo norte. O eso parecía, al menos, porque luego nos pasamos toda la primera parte esperando a Godot. Y Godot, claro, como en la obra de teatro, no terminaba de llegar. Y es que lo de la calma está muy bien, pero... ¿tanta?
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Ya llegará, nos decíamos en la grada, como en un chiste de Eugenio -sí, pero... ¿falta mucho?- y al final lo que llegó fue el gol de los canarios. Menos mal que estaban abolidas las papardas. Y eso que ni siquiera soplaba el sur.
Al final, sí, llegó Godot, aunque ya le esperábamos. El caso es que, contra la costumbre, después de la calma vino la tempestad y a lo grande: expulsión, remontada y hasta una tangana monumental, que acabó tiñendo de épica un partido hasta entonces gris, muy gris. Parece que la temporada al Racing se le está haciendo larga, muy larga.
En la rueda de prensa pospartido, Álvaro Cervera pidió respeto para su equipo, pero estaba hablando en clave para que la inquisición arbitral no le cruja a sanciones. Traducido a nuestro idioma, lo que dijo entre otras cosas fue que la expulsión de su jugador fue injusta. Lo que, a fin de cuentas, decantó el partido en su contra.
Con todo el respeto para Cervera, porque su Tenerife jugó un partidazo y por supuesto tendrá su visión, no es que la expulsión fuera injusta, es que los suyos abusaron del juego duro, al borde del reglamento y más allá. No se quejó igual cuando el colegiado miró para otro lado ante un codazo a Mario que cortaba un contragolpe y no fue ni falta, y ante alguna otra tarjeta clamorosa que perdonó a los visitantes.
Lo peor es que esa parece ser la estrategia de todos los equipos cuando se enfrentan al Racing: atizar sin duelo, sabedores de que, a la mínima queja de los verdiblancos, encima los amonestados serán las víctimas. Menuda manera de promover la deportividad y el espectáculo, ¿no?
Eso sí, al trencilla hay que felicitarle porque, aunque estuvo muy permisivo con el juego duro, demostró una personalidad inusitada a la hora tomar decisiones. Ha debido de ser la primera vez que el VAR llama a capítulo a un colegiado y este les dice que arbitra él.
En fin, con una victoria así y las pulsaciones todavía desbocadas, a un sufringuista le importa menos chuparse un atasco monumental, aunque sea patrocinado por el Ayuntamiento de Santander. Pero esa nueva idea de desviar todo el tráfico en las rotondas, para que se colapse la S-20, casi parece una venganza contra los racinguistas. En los últimos años, cada medida que toman aumenta todavía más el caos circulatorio tras cada partido. ¿Cuál es el plan, superar algún récord mundial de velocidad lenta? ¿O en realidad pretenden que los aficionados renunciemos a ir en coche al estadio, por puro aburrimiento?
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