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El Racing de los últimos años tiene madera de artista. Hay ocasiones en las que se parece al protagonista de una de las siempre intrigantes películas de Chistopher Nolan y hay otras en las que recuerda al supuesto figurante que inspiró la canción de Camilo ... Sexto... Aquella que decía: «Siempre se repite la misma historia». Y es que la última década puede hasta producir pereza si no fuera por el sentimiento y la grandeza de este club. Hoy debuta en el electrificado banquillo racinguista el taitantos entrenador de los últimos años, Aritz Solabarrieta. Un joven técnico de 37 años, con escasa experiencia en Segunda B -apenas seis meses, los que dirigió al Basconia- y que ha llegado a Santander casi de repente y con el aval del jefe, José María Amorrortu. En El Sardinero tan solo lo conocía él. Toda una apuesta.
Solo un entrenador ha logrado sobrevivir dos temporadas completas en los nuevos Campos de Sport de El Sardinero: Felines, que dirigió al Racing en Segunda B (90/91, con el memorable ascenso en Getafe) y en Segunda (91/92, acabando décimo). Camino de treinta temporadas sin que nadie pueda repetir una campaña al frente de este impredecible equipo. Una estadística que logra las cotas más insospechadas del imaginario verdiblanco un paisano del jovencísimo Solabarrieta. José María Maguregui (1934, Bilbao) que dirigió como sólo sabía él nueve campañas al representativo. Inimaginable.
Seis días. Media docena de entrenamientos es lo que le ha dado tiempo al sucesor del 'mago' a estar al frente del Racing antes de debutar hoy (Zubieta, 16.30 horas) ante la Real Sociedad B, un rival directo en la hoja de ruta adjunta a su contrato. Trae la lección y el discurso muy aprendido, aunque da la impresión de que es más de explicarse en el campo que delante del micrófono. Por eso, cuando se vistió con el chandal y saltó a El Sardinero -el pasado miércoles- desnudó parte de su pizarra y de sus intenciones; Solabarrieta dará para atrás el reloj racinguista hoy ante el filial donostiarra y regresará al sistema 4-3-3 con el que Rozada jugó en pretemporada sin que le entusiasmara. A ese dibujo, el de Ondarroa simplemente le ha empujado unos metros hacia arriba la línea de presión y ha adelantado la defensa. En resumidas cuentas, el Racing sale a ser protagonista, a marcar el ritmo y a que el rival juegue a lo que pueda y no a lo que quiera. La teoría es ilusionante, puesto que es lo que debe hacer este equipo en esta categoría y que no ha hecho hasta el momento, por lo que bienvenido sea Solabarrieta. Ahora bien, Rozada se cansó de repetirlo y nunca lo consiguió hasta que se le acabó el crédito. Solabarrieta comienza la partida...
En este esquema ofensivo con defensa de cuatro y dos líneas de tres, el vasco ha escondido sus intenciones, pero a base de un ejercicio de ingenio y asociación se puede hacer una previsión. Con Matic sancionado, Óscar Gil y Jordi Figueras -con quien ha hablado y requetehablado en los entrenamientos- apuntan a formar la pareja de zagueros. En los laterales Joan Maynau y Diego Ceballos toman la delantera.
Lo de Iván Crespo como portero, hasta la fecha, se parece a las dos temporadas en las que el guardameta cántabro competía contra sí mismo. En aquellas campañas, la descerebrada composición de la plantilla del ínclito director deportivo -a la sazón, Chuti Molina- le dejó sin rival. No tenía ni compañero para charlar en los entrenamientos. Esta vez, Lucas Díaz sí le hará estar alerta, pero por el momento al asturiano le toca esperar.
En la primera de las líneas de tres, Solabarrieta prepara a Íñigo Sainz-Maza como faro en la zona central, escoltado por Álvaro Bustos, por la izquierda, y con Martín Solar -con permiso de Villapalos-, por la derecha. En la otra línea, la más cercana a la portería rival, aparecen como favoritos a la titularidad Jon Ander, como punta, y Cedric y Álvaro Cejudo, escorados a las bandas. No es sencillo acertar con lo poco que ha enseñado Solabarrieta.
Sorprende no ver entre los elegidos a Pablo Torre, el futbolista más diferente en los siete tristes partidos en los que el Racing no fue dueño de nada. El técnico dio ayer la pista en la rueda de prensa, donde no es -al menos no lo parece- su mejor escenario. A medias palabras se intuye que no van a jugar juntos de inicio Cejudo y Torre. No quiere decir que no lo hagan más adelante, pero hoy no será el día. Quizás por eso, y por la colocación del cordobés en los ensayos, es menos arriesgado apostar porque Solabarrieta le dará más galones al veterano que al canterano en su debut.
En el puesto de nueve, ninguno de los delanteros se ha ganado el puesto; ni un Jon Ander intermitente, ni un Cedric desacertado ni un Balboa voluntarioso. Ni mucho menos un Siverio defenestrado por Rozada, que cuando ha tenido la oportunidad ha demostrado que tiene esa virtud de estar en el sitio. Eso sí, el bagaje de todos es mínimo. En todo caso, insuficiente e imperdonable para un equipo que aspira a ser campeón. Sin embargo, Solabarrieta empieza de cero y debe repartir responsabilidad y exigencia. En su esquema 4-3-3, encaja mejor un delantero posicional rodeado de otros con movilidad y en esa propuesta Jon Ander partirá como '9' y Cedric con posibilidad de caer al espacio.
Todo esto son teorías tácticas que sólo serán buenas si los jugadores están a la altura. Ese dibujo puede variar en un 4-1-4-1, con Íñigo por delante de la defensa, y con Cejudo partiendo por dentro para crear ese fútbol que se echa de menos en el Racing. Con Bustos abriendo el campo y si Solabarrieta cree oportuno darle la oportunidad a Martín Solar, con el canterano conectando las dos líneas con ese descaro y atrevimiento que luce cuando le dejan.
El nuevo entrenador racinguista se juega mucho. Es cierto que su valedor -José María Amorrortu- le ha traído como un proyecto de futuro, con atributos de liderazgo y motivación idóneos para esta andadura, pero hoy su equipo no puede repetir la misma imagen que, paradójicamente, le ha traído a él a Santander.
El partido de hoy es uno de los dos aplazados, uno de esos peldaños que pueden servir al Racing para recuperar la autoestima, acercarse al liderato y despejar los fantasmas que ya cansan al racinguismo. Pero es tal el hartazgo, que no basta con un buen resultado. Solabarrieta debe hacer algo más que ganar. Debe demostrar que sabe lo que necesita este equipo. No puede haber dudas de a qué juega el Racing. Una exigencia, que a estas alturas casi la requiere tanto el club como volver a ganar. Ahora lo llaman 'un equipo reconocible'.
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