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Dentro de la barroca verborrea de Jorge Valdano, hay una frase brillante que se ha convertido en una sentencia definitoria de este deporte:«El fútbol es un estado de ánimo». Bueno, lo cierto es que para un racinguista la cita se queda corta. ... Porque sentir los colores verdiblancos es un ejercicio de bipolaridad, tripolaridad o hasta polaridad infinita. 2018 ha sido un claro ejemplo de esta inestabilidad sentimental condicionada por los devaneos de su equipo. El aficionado del Racing ha pasado de las dudas a la tristeza. De la fe a la ira. De unas migajas de alegría a la resignación. Y lo que es un absoluto objeto de estudio: de las ganas de mandarlo todo a la porra a recuperar la ilusión, casi como si fuese la primera vez. Ese arte tan racinguista de caer y volver a levantarse. Ene veces si es necesario.
El Racing empezó el año que ahora se acaba con las mismas dudas con las que cerró 2017. El aire hacía rato que estaba enrarecido. Y a Ángel Viadero, entonces todavía técnico, ya le habían colocado varias veces la soga en el cuello como si fuese un noray. El de Canalejas se zafó del despido varias veces. La derrota por 3-1 frente al Arenas que abrió las páginas del nuevo calendario desataron de nuevo los palos, que la pírrica victoria ante el Gernika (1-0) apaciguó. Incluso, los racinguistas llegaron a esbozar media sonrisa cuando su equipo logró un revitalizante triunfo frente al Mirandés en Anduva (0-1). Pero no fue más que el estertor del moribundo. Dos pinchazos en casa ante Sporting B (1-2) y Leioa (0-0) condenaron al entrenador santanderino el 4 de febrero, que fue destituido cuando la grada ya pedía cabezas hasta en el palco.
Al Racing se le acabaron las vacaciones navideñas. El equipo volverá hoy a los entrenamientos en su horario habitual (10.30 horas) para preparar el encuentro del próximo sábado ante la UD Logroñés. Las novedades en la sesión de hoy será la ausencia de Juanjo, ya desvinculado del club y la presencia de Alberto Noguera, el primer fichaje del Racing de cara al mercado de invierno.
Y eso que Viadero ya había recibido del director deportivo, Pachín, a unos refuerzos que no fructificaron. El uruguayo Franco Acosta llegó de relleno; Adán Gurdiel no mejoró lo que había y acabó por detrás de Gándara en el lateral derecho y la gran esperanza, Borja Lázaro, dio un buen rendimiento que quizá pudo ser aún mejor con un poco más de esfuerzo. El caso es que a Viadero apenas le ayudó, porque una expulsión en su debut –con gol– ante el Sporting B le dejó fuera del choque de la guillotina contra el Leioa.
«Sáquense las manos de los bolsillos», espetó Carlos Pouso el día de su estreno como entrenador racinguista. Todo parecía que iba a cambiar con el presunto carácter del técnico vasco... Pero qué va. La cosa fue incluso a peor. El nuevo inquilino del banquillo verdiblanco pareció darse pronto por vencido ante un vestuario ya viciado y en el que ahora algunos de sus supervivientes ya empiezan a reconocer una palpable falta de actitud por parte de algunos de sus miembros.
Así que el Racing fue en barrena. De culo y cuesta abajo, que se suele decir. Ni hablar de frenos. Hubo tardes sonrojantes, como la del 2-0 frente al Barakaldo. Otras demenciales, como la del 3-0 encajado en Lezama. Hasta que llegó el mayor de los ridículos. En el encuentro en el que el equipo cántabro se jugaba su presencia en el play off, el fallo multiorgánico fue irremediable. Lo vaticinó Julen Castañeda –otro de los supervivientes– unos días antes: «Si jugamos en Zubieta como hemos entrenado hoy, nos pasan por encima». Algo sabía el vasco de lo que estaba sucediendo en el vestuario verdiblanco. 3-0, para casa y con los 400 seguidores racinguistas desplazados pasando vergüenza con su equipo en el choque frente a la Real Sociedad B.
Los efectos del naufragio fueron inmediatos. En el coche de camino a Santander, el presidente, Manolo Higuera, y su directiva comunicaban a los máximos accionistas del club, Alfredo Pérez y Pedro Ortiz, del grupo Pitma, su dimisión. El exfutbolista y sus compañeros de trabajo habían salvado al club, pero en lo deportivo habían completado un tercer fracaso consecutivo ya insalvable. Porque el Racing, en Zubieta, terminó de perpetrar la peor temporada de los 105 años de historia del club. Aunque aún quedaba la guinda del esperpento, ya sin directiva, en el choque final frente al Real Unión en los Campos de Sport. El equipo de Pouso tenía una remota posibilidad de entrar en el play off, pero prefirió hacer las cosas rematadamente mal. 0-2. La bronca fue tremenda, con especial incidencia en Dani Aquino y Borja Granero.
El 5 de junio, Alfredo Pérez dio un paso al frente para colocarse como presidente del Racing. El grupo Pitma quedaba ya al mando de facto y el empresario prometió en su presentación un club cada vez más profesionalizado y auguró un ascenso a Primera División en tres o cuatro años. Casi nada. Pérez convenció a los dimitidos Juanjo Uriel y Miriam Peña para que continuarán dentro de su directiva, pero posteriormente ambos volvieron a cesar de sus cargos por desavenencias con algunas decisiones tomadas por el Consejo de Administración. Así, se cerró definitivamente una etapa en el club.
En aquella rueda de prensa de presentación, Alfredo Pérez habló de una «carta blanca». La que le concedió al director deportivo que había sustituido a Pachín unos meses antes: Chuti Molina. El manchego iba a tener la absoluta responsabilidad de confeccionar el equipo para completar el objetivo del ascenso a la cuarta tentativa. Y su primera decisión fue la de fichar a Iván Ania como técnico. Un entrenador joven, con poca experiencia en cotas tan ambiciosas como la racinguista, pero con hambre y carácter.
Molina decidió cortar con el pasado. Cerrar un ciclo. Así que ni se molestó en tratar de renovar a Borja Granero o Dani Aquino. De hecho, pocos futbolistas sobrevivieron de la temporada anterior. Y aparcando la economía de guerra de temporadas anteriores, el director deportivo comenzó a fichar. Un par de futbolistas de renombre: Jordi Figueras y Álvaro Cejudo. Yjunto a ellos, una plantilla acorde a la actitud del entrenador. Jugadores con ganas de crecer desde el trampolín de los Campos de Sport. Al puzle sólo le faltó una pieza que Molina tratará de encontrar ahora en enero. Un delantero centro que marque las diferencias, pese a que con Jon Ander y Dani Segovia el equipo ha pasado el rodillo en la primera mitad de la competición.
La pelotita manda y eso ha cerrado, al menos por el momento, las fricciones creadas en verano entre la directiva racinguista y la grada. El no mantenimiento de los beneficios por antigüedad en el precio de los abonos y la prohibición a los futbolistas de acercarse a saludar a La Gradona al término de los encuentros soliviantaron a una parte importante de la afición. Pero gracias a los resultados y a las importantes rebajas en el precio de los carnés, el club ha logrado batir su récord de abonados en su penar por la Segunda División B, superando los 10.000 socios.
Y la afición racinguista ha recuperado la ilusión porque desde agosto la trayectoria de la plantilla ha sido prácticamente intachable. Líder indiscutible, con cinco puntos de ventaja sobre el segundo; mejor equipo de los 80 de la Segunda División B; con un buen nivel salvo en los últimos partidos del año, en los que los de Ania han competido aunque sin brillar, y con una fantástica participación en la Copa del Rey que permitió al Racing enfrentarse a todo un Betis de competición europea. De momento, sobre el césped las cosas van por buen camino, aunque el sentido a todo esto se le dará en mayo.
Aparte, alrededor del club han sucedido algunas otras cosas, como las dos primeras condenas para los 'okupas'. Bueno, al menos para Ángel Lavín, ya que Francisco Pernía, de momento, ha salido ileso. Harry ha sido condenado por el intento de amaño del Girona-Racing de 2013 y por suspender la Junta de Accionistas del 31 de enero de 2014. Aún les quedan cuentas pendientes. La inauguración de la estatua de Nando Yosu; la noticia de que Pitma adquirió Inmoarrabi meses antes de entrar en el Racing;la retahíla de despidos entre cuerpo técnico y plantilla o el trasvase de deuda de la Agencia Tributaria a la cuenta de crédito de los máximos accionistas son otros de los eventos acaecidos en otro año intensito para el Racing.
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