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Las risas y las bromas se suceden en la sesión de fotos. También para intentar evadirse del ya incipiente fresco que empieza a hacer en la noche de Tanos. Pero sobre todo, porque ese buen ambiente se ha instalado en el grupo. Para cualquier responsable ... de un club, es la mejor noticia posible. Que muchas voluntades -en este caso 21- se transformen en una sola. Que en el equipo haya 21 amigas. Ese proceso marcha a pasos agigantados en un Racing Féminas que para esta temporada apuesta fuerte. Todo al ascenso. El objetivo estará complicado, porque solo hay una plaza que lleve a la llamada Liga Iberdrola, el cielo del fútbol femenino en España. Pero los pies en la tierra sirven para coger impulso y llegar a lo más alto. Por el momento, las verdiblancas son segundas en su grupo, el A, de la Liga llamada Reto Iberdrola. A dos puntos del líder, el Atlético de Madrid B, y sin perder aún en las tres jornadas disputadas. Faltará clasificarse para otro grupo, jugar un playoff, y... Quedar campeonas. Suena difícil, pero en el Racing nadie se arredra. En esta temporada, hay que soñar a lo grande.
La propia sesión de fotos da idea de la dimensión que va cogiendo el fútbol femenino. Junto a las jugadoras, hay delegados, fisioterapeutas, nutricionistas, preparadores físicos... Hasta un psicólogo, que no ha podido venir esta vez. «El club ha hecho un gran esfuerzo este año para tener un buen equipo», señala Pablo Bolado, que cumple su segunda campaña como entrenador del Racing Féminas. Por eso, la meta debe ser acorde. «El objetivo es estar arriba e intentar pelear por la Liga».
Bolado está convencido de que «se puede ascender. La clave es hacer una buena Liga regular, sumando los máximos puntos posibles en la primera fase, ya que se acumularán para la segunda». De los ocho equipos que componen el grupo A, los cuatro primeros se clasificarán para una segunda fase. «Y después, el playoff. Sólo hay una plaza de ascenso». La pequeña ventaja es que hay unos cuantos filiales de equipos que están en la máxima categoría, por lo que no pueden subir. Del grupo B a Bolado le preocupa «el Alavés. Ha hecho una gran inversión». Pero al resto de equipos lo ve «muy igualado».
El objetivo tan alto que se ha marcado el Racing exige esa premisa de sacar el máximo de puntos posible. Al míster no le suena mal esa frase de que 'el ataque da partidos y la defensa, campeonatos'. «Tenemos que ser un equipo sólido, intenso, que encaje pocos goles. Y luego, con calidad para abrir los partidos». Por el momento, no tiene ni una queja. «El grupo está muy comprometido. Y tiene un nivel muy alto». Bolado no echa de menos ningún refuerzo en alguna línea. «Estoy muy contento con lo que tengo».
Nueve cántabras representan el colectivo más numeroso, en cuanto a procedencia, del Racing Féminas. La portera Cristina Portomeñe, que es de León, y la delantera Irantzu Ibarrola -que es de Vitoria- completan la representación nacional. Pero a partir de ahí, el equipo es una suerte de pequeñas Naciones Unidas. Porque hay jugadoras de Canadá, Ecuador, Estados Unidos, Uruguay, Paraguay, Lituania Venezuela y Ghana. La readaptadora Sofía Portabella hace las veces de traductora con las extranjeras que aún no dominan bien el español. «Yo sé algo de inglés, pero no a ese nivel», confiesa entre risas Pablo Bolado. «Algunas entienden el español, pero no lo hablan». Ya se ha cumplido esa ley no escrita de que lo primero que han aprendido «son los 'tacos'», añade Bolado entre más risas. «Siempre hay miedo de que en un grupo con tantas culturas diferentes no se adapten. Pero lo han hecho muy bien».
Los 'veintitantos' es la edad más habitual de las jugadoras que componen el plantel del Racing Féminas. Incluso hay varias futbolistas ya de este siglo. La más joven es la santanderina Carmen Gutiérrez, con 17 años cumplidos el pasado 12 de septiembre. Pero en esa relación hay un dato que destaca. Alguien tiene ya 35 años. Tres décadas y media de pasión por un deporte. El nombre de Silvia Martínez aparecerá algún día en el libro de la historia del fútbol femenino en Cantabria. Y en la primera página. La capitana del Racing Féminas fue la primera mujer federada en fútbol en la región.
Silvia no puede estar más ilusionada con lo que ve. «Es un proyecto muy ambicioso, con una estructura prácticamente profesional. Y aunque no nos consideren así, nosotras nos lo tomamos como una profesión». Alguien que está en el club desde sus orígenes, en 2001, tiene argumento de autoridad suficiente para valorar las opciones del equipo. «Veo posible el ascenso. El otro grupo es potente, pero hemos apostado por ese objetivo desde el principio: jugar ese playoff de ascenso y subir a la Liga Iberdrola».
Con todo su bagaje a cuestas, y su experiencia de entrenadora en categorías inferiores, Martínez es la prolongación del entrenador en el campo. «Sigo siendo la misma persona y jugadora que en 2001, pero nace en mí el estar tirando de ellas. Trasladar los conceptos dentro del campo». Pero su labor va más allá. La pionera del fútbol femenino en la región, y que a lo largo de dos décadas ha tenido que sufrir -tanto ella como las pequeñas a las que entrena- multitud de insultos y desprecios, es el mejor ejemplo de que «se puede llegar, de que todo se puede lograr. Es lo que intento hacer ver a las jugadoras del equipo». La capitana tiene casi que frotarse los ojos para comprobar que lo que ve es cierto, que su deporte en versión femenina ha dado un giro radical en relación a cuando ella empezó a dar patadas a un balón. «Ha cambiado muchísimo», relata. «De jugar con niños, luego a casi no poder completar los equipos... El fútbol femenino no solo ha evolucionado en nuestro club, sino en toda Cantabria».
Ligia Moreira, 'Gigi' como la llaman todas, es otra de las capitanas del Racing Féminas. Ese fresco de la noche taniega le hace un poco torcer el gesto mientras escucha las palabras de Silvia. A pesar de que la pasada temporada jugó en Oviedo, a alguien de Ecuador aún le cuesta acostumbrarse al norte de España. «El proyecto que me ofrecieron cumplía todas mis expectativas», añade la defensa central. «Y cuando llegué aquí, el grupo, la ciudad... No hicieron otra cosa que ratificarlas». A sus 28 años, ya ha pasado por varios «camerinos», como en su país denominan a los vestuarios. «En este hay mucha diversidad», apunta. «Se ha hecho un esfuerzo correcto para conformarse. Es un grupo muy bonito, tanto dentro como fuera del campo. Ese ambiente es muy importante». En su caso, el idioma facilita mucho la integración en un equipo de España. «Pero lo que cuenta es cómo te reciben». Aún recuerda el primer día que llegó al Racing Féminas. «En el vestuario había música, estaban bailando...». Desde ese primer día, se sintió como una más.
En esta campaña, además de los equipos rivales, hay otro adversario. El más temible. Por ser invisible y por su capacidad para estropearlo todo desde hace varios meses. El coronavirus obliga a extremar todas las precauciones para que la temporada no se arruine. «La situación es bastante complicada, porque la del país en general es bastante mala», admite Pablo Bolado. «Tenemos la suerte de poder jugar y entrenar». Las jugadoras pasan test todas las semanas antes de los partidos, «y estás temblando. Nunca sabes cuándo una competición se puede parar por un positivo».
Las futbolistas lo llevan lo mejor que pueden. «Es raro, pero estamos inmersas en ser tan cuidadosas, en ser lo que somos aquí, que quizá lo estamos manejando muy bien», apunta la capitana Silvia Martínez. «A la larga te terminas adaptando», añade Gigi Moreira. A lo que no acaban de acostumbrarse es al silencio de la grada. «Se echa de menos a la familia, a la gente», señala Silvia. «Y a las niñas del club...», lamenta, consciente de que los partidos de las mayores son el mejor refuerzo de su afición para las pequeñas. «No deja de ser triste, porque lo bonito es ver la afición en las gradas», remata Moreira.
Aunque en medio de esta extraña normalidad, la competición sigue. Y el Racing Féminas ya empieza a demostrar que su apuesta va en serio. Dos victorias y un empate en lo que va de curso. «El ambiente es inmejorable. Eso nos va a dar un plus. Ese proceso de hacer un grupo va muy bien», estima Pablo Bolado. La ilusión de todas se resume en alguien que a sus 35 años encuentra, temporada tras temporada, la motivación necesaria para seguir añadiendo capítulos a la historia del fútbol femenino en Cantabria. «Ojalá pueda volver a jugar en Primera División antes de colgar las botas», concluye la capitana de un equipo que se atreve a soñar sin límites.
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