Aquel ascenso contra el Celta
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Dicen las crónicas que el partido del 10 de abril de 1960 fue el que más público había llevado a los Campos de Sport a lo largo de toda su historia hasta el momento. El Racing, entonces en Segunda División, tenía a un presidente recién ... nombrado, José Vidal de la Peña, un empresario de 48 años que se había propuesto subir al equipo a Primera manteniendo al entrenador, el francés Louis Hon, y contando con el apoyo del Barcelona, que facilitó que varios jugadores de su filial se incorporaran al Racing fusionándose con la calidad y madurez de los que provenían de la cantera del Rayo Cantabria. Y aquella fusión fue un cóctel de éxito cuando se agitó para servirla a los aficionados.
El equipo cántabro se situó desde las primeras jornadas en las posiciones altas de la tabla clasificatoria y a medida que trascurría la temporada sólo pudo mantener su ritmo el Celta, así que cuando el conjunto gallego viajó a Santander, la emoción se desbordó, sobre todo porque era la penúltima jornada de Liga y gallegos y cántabros se jugaban la única plaza de ascenso directo que se había previsto en el grupo. Los medios de comunicación santanderinos calificaron el enfrentamiento como el partido del siglo. En caso de victoria, los vigueses superarían a los cántabros en la clasificación, arrebatando a los racinguistas el ascenso que tanto tiempo habían sostenido en sus manos, pero con un simple empate, el Racing conseguiría de forma matemática su anhelado objetivo.
El nerviosismo fue el rey del juego. El Celta se armó en defensa y fió su suerte a los contraataques y a su delantero centro, el torrelaveguense Manuel Gómez, que no tuvo demasiadas opciones ante el marcaje que le hizo Paco Santamaría y la soledad a la que le destinaron sus compañeros. La primera parte terminó con empate, lo que dejaba inquietos a los jugadores y al público, hasta que llegó el minuto 37 de este segundo periodo. Florit pasó a Sampedro y éste avanzó con el balón hasta que empalmó un potente disparo, desde unos treinta metros, que se coló por la escuadra de la portería defendida por Padrón. Todavía se estaba saboreando el fabuloso gol de Sampedro, cuando Santamaría hizo falta al extremo izquierdo, Bayo, y en el saque de la falta, lanzada por el mismo Bayo, el balón voló al área santanderina formándose un barullo donde el céltico, País, resolvió con el codo, enviando la pelota a la red. Los racinguistas se dirigieron al árbitro para reclamar la ilegalidad del gol, y aunque el colegiado vizcáino, López Zaballa, dudó un momento buscando con la mirada alguna señal de sus jueces de línea, concedió el gol de los gallegos. Los aproximadamente cinco minutos que faltaban para que se pitara el final del encuentro fueron un suplicio de incertidumbre mientras el balón bailaba de área a área. Finalmente se pitó el final y la alegría se desbordó por doquier. Se lanzaron cohetes, se liberaron palomas y una banda musical de Ampuero hizo sonar aires populares. Así se celebraba en el campo el segundo ascenso del Racing a la Primera División después del de 1950 (no nos cansaremos de decir que la fase de clasificación de 1929 no fue un ascenso).
El Racing no perdió ningún partido en El Sardinero aquella temporada de 1959-60, cediendo sólo tres empates. La defensa fue la menos goleada del grupo, liderada por un eficaz Paco Santamaría, y en la delantera fue figura indiscutible Sampedro, que había venido del filial barcelonés, el Condal, y con 17 goles fue el máximo anotador de su equipo, teniendo una escolta muy distinguida con los rápidos y escurridizos extremos Peru Zaballa y Nando Yosu. Al final de la competición, se incorporaría otro joven que, como Zaballa y Santamaría, años más tarde debutaría en la selección nacional absoluta: Vicente Miera.
Sesenta años no bastan para borrar aquel partido contra el Celta. Han cambiado muchas cosas desde entonces, y aunque hay sabios que se compadecen de quienes sólo saben hacer funcionar la memoria hacia atrás, escribo de aquel ascenso soñando hacia delante e imaginando otro partido como el que se jugó aquel día en Santander y que supuso un ascenso a Primera. Porque volveremos, como suele cantar la Gradona, aunque no sepamos muy bien cuándo.
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