![Barral recuerda el oficio de delantero](https://s1.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/201902/12/media/cortadas/barral-kHDB--624x385@Diario%20Montanes.jpg)
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David Barral destapó el tarro de las esencias el pasado domingo al marcar tres goles y mandar un balón a la cruceta en cuatro ocasiones. Casi infalible. El gaditano se quitó de un plumazo la presión -aunque él siempre ha repetido que no tiene «ninguna» ... - que el entorno racinguista le somete a cada delantero que llega en el mercado de invierno. Su trayectoria y sus registros le colocan en lo alto de un hipotético podio formado por los atacantes más destacados del equipo en la Segunda B. Su ratio goles-minutos jugados es de un tanto por cada 50, un dato ilusionante ya que tan solo ha disputado cuatro partidos.
Dada la obligación de ascender que el Racing ha tenido siempre que desafortunadamente ha caído al infierno de la Segunda B, a los dirigentes no les ha quedado otra que rascarse el bolsillo e incorporar a algunos de los mejores atacantes que estaban al alcance y dispuestos a jugar en la categoría. De esta manera, el '9' en el Racing lo llevaron hombres como Juan Carlos De Diego (Athletic de Bilbao), Benito Ballent (Osasuna), Dioni (Deportivo de la Coruña), Dani Aquino (Murcia) o Koné (Leganés), todos ellos con experiencia en Primera. O también Abdón Prats y Borja Lázaro, curtidos en Segunda División. De todos ellos, sólo Koné se formó en La Albericia. Los siete -a Barral aún no se le cuenta- fueron determinantes en el Racing la temporada que les tocó pelear por el ascenso a Segunda; algunos lo consiguieron y otros no, pero todos fueron los 'hombres gol' del equipo.
El aficionado racinguista tiene en su retina las virtudes de cada uno; los más veteranos recuerdan a De Diego como un delantero con clase, oportunista y efectivo así como la potencia y la garra de Benito Ballent, providencial cuando el balón volaba en aquel fútbol de los años noventa. Es imposible olvidar la velocidad de Koné a los espacios de los rivales, la calidad en todos los apartados del mejor Aquino o de Dioni, capaz de marcar a la carrera o de un toque. Tampoco la forma de rematar de Abdón Prats o Borja Lázaro. Todos ellos mantuvieron la esperanza del ascenso hasta el final y en algunos casos se convirtieron en la piedra angular del éxito. No obstante, los delanteros viven del gol; brillantes o no, son reos de las estadísticas. Su demarcación es un tanto particular -como la del portero- y para analizar su rendimiento en muchas ocasiones se tira de datos.
Por esa razón, a Dani Aquino se le ha de reconocer que durante la primera temporada que vistió de racinguista fue uno de los mejores de la historia verdiblanca en la categoría -corta, afortunadamente-. Un gol cada 138 minutos y 23 dianas en 36 partidos habla por sí solo. Su ratio desciende si se le incluyen los datos de su segundo curso, donde el equipo no fue el mismo y el murciano tampoco. Su calidad no fue tan rentable como la velocidad de un Koné en estado de gracia que catapultó al Racing a su último ascenso celebrado. El costamarfileño marcó 18 goles en 30 jornadas, un gol cada partido y medio que obligó a Paco Fernández, el técnico por aquel entonces, a condicionar su estilo de juego y poner al equipo al servicio del delantero. Al Racing le sirvió jugar ordenado y lanzarle pelotas a Koné para quedar campeón y superar al Llagostera en el play off.
Sin embargo, Pablo Alfaro, exjugador del Racing y exentrenador en la Segunda B recientemente, ha valorado a los delanteros para El Diario Montañés dejando a un lado las estadísticas. Para el maño, sumando los atributos propios de un delantero -potencia, regate, manejo de ambas piernas, técnica, juego aéreo y gol- sus dos delanteros predilectos serían Aquino y Dioni. Al primero le coloca como el más completo y al segundo, a quien dirigió en el Leganés, muy a la par. A los dos más veteranos, De Diego y Ballent, al igual que los dos más recientes, Lázaro y Prats, prácticamente los pone al mismo nivel, con sus singularidades, pero sin darles la mayor nota en lo que a goleador se refiere. Ese atributo, el más cotizado y demandado, sólo se lo reserva a Dioni, Aquino y, por supuesto a Barral. Del gaditano tiene un concepto muy claro: efectividad. No destaca de él su regate ni tampoco su potencia ni movilidad, pero le apunta como un futbolista decisivo de cara a la portería contraria.
Al margen de Alfaro, en el anterior ascenso, el de la temporada 1990-91, el Racing de Felines jugaba con dos delanteros de ahí que los goles se los repartieron entre De Diego y Ballent. Los dos sumaron 32 dianas de las 67 que hizo el equipo. Casi la mitad. Entre ellos dos acapararon el potencial ofensivo de una plantilla con experiencia y muy presionada para recuperar la Segunda División.
Los últimos tres delanteros en llegar lo hicieron en el mercado de invierno y como urgencia: Abdón Prats, Borja Lázaro y Barral. Los dos primeros eran dos rematadores en toda regla. El primero de ellos deleitó a la grada de El Sardinero con un repertorio de garantías. Marcó diez tantos, algunos de belleza y otros decisivos y en campos complicados. Su eficacia provocó un estado de esperanza total en el racinguismo, que hizo que se tornará en desesperación al no consumarse el objetivo. Logró un ratio de un gol por cada 106 minutos. Lázaro, por su parte, sumó ocho goles en trece jornadas, con un tanto por cada 133 minutos, que ilusionó a la parroquia verdiblanca, pero que nada pudieron hacer con el equipo con peores resultados de la historia del club. Se tocó fondo.
Después de tres partidos en los que Barral había levantado las suspicacias de un posible bajo estado de forma, el pasado domingo se sacudió las críticas a goles. Fue su debut como titular y firmó su primer 'hat trick' con el Racing. La esperanza se refuerza.
3 goles en 4 partidos. El gaditano fue letal en su debut como titular con el Racing. Marcó tres goles, sus primeras dianas y demostró que es la esperanza del racinguismo para el ansiado ascenso.Su forma de definir y la trayectoria le convierten en un delantero diferente y, probablemente, el de mayor caché de los que llegaron en Segunda B al equipo.
19 goles en 37 partidos. El burgalés llegó al equipo esa temporada y fue un pilar en el ascenso del Racing a Segunda. Un genio del oportunismo y de la efectividad. Determinante en el área.
13 goles en 29 partidos. Después de tres campañas en el Racing, el navarro cuajó su mejor año en la temporada del ascenso a Segunda. Peleón, efectivo y un guerrero en el área.
18 goles en 30 partidos. Fue el auténtico baluarte del último ascenso racinguista. Su eficacia con espacios llevó al Racing a jugar para él. Su velocidad condicionó el estilo de juego de su equipo.
13 goles en 35 partidos. Sus goles mantuvieron al equipo en la pelea por el primer puesto, pero desapareció en el play off de ascenso y el Racing le echó de menos. Talento intermitente.
23 goles en 36 partidos. El murciano se salió la primera temporada en el Racing. Marcó de todas las maneras. Su segundo curso bajó. Su talento le convierte en infalible si está centrado.
10 goles en 14 partidos. Cara y cruz. Se le recordará por ser demoledor cara a portería, pero también por autoexpulsarse en el partido clave del play off. Un 'killer' con el gol en la mirada.
8 goles en 13 partidos. Su llegada causó esperanza. Marcó la diferencia en la Liga, pero no tuvo oportunidad de demostrarlo en el play off. Fue de más a menos en su trayectoria.
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