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Salir nuevamente por la bocana de vestuarios hasta llegar al césped de El Sardinero. Seguramente, ese trayecto que ha realizado ya mil y un veces, en esta ocasión será distinto. No solo por las remodelaciones que han cambiado la cara a la tripas del estadio ... santanderino, sino porque esta vez, cuando llegue al verde, no girará a la izquierda, sino a la derecha. A Iván Ania (Oviedo, 1977) le toca sentarse en el banquillo visitante esta noche en los Campos de Sport, que acogen un Racing-Córdoba (21.00 horas). Verdiblancos y blanquiverdes. Parecen dos reversos de la misma moneda, y con dos asturianos al frente.
Ambicioso, ofensivo y con temperamento. En Cantabria el nombre de Iván Ania quedó grabado en dos capítulos muy diferentes: el del ascenso a Segunda División en Son Malferit, con un Racing imparable, y el de una salida abrupta, en medio de una tormenta de resultados adversos. Y como anécdota, el técnico dejó también una bronca monumental a sus jugadores que resonó en toda la región.
Cuando se fue dejó un Racing en Segunda en puestos de descenso, con tan solo 12 puntos, y hoy se lo encontrará mirando desde lo alto de la tabla, con 23 puntos y cinco de diferencia con el segundo clasificado. Todo un líder. Pero no hay duda de que el de esta noche va a ser un partido especial. Él mismo lo ha reconocido en una rueda de prensa. Será la primera vez que Ania regrese a El Sardinero como entrenador. «Se me hará raro porque estoy acostumbrado a una parte del campo, como quien dice, y voy a tener que irme a la contraria», admitía. Y aunque esté centrado en el partido que tiene por delante, no podrá evitar que le invada una sensación de nostalgia. «Es un sitio donde fui feliz, me sentí muy bien tratado, muy querido», contaba el asturiano, que no es muy dado a sentimentalismos. El fútbol hizo que se tuviera que marchar, pero guarda «un recuerdo buenísimo, un agradecimiento eterno a todo lo que es el Racing. Afición, club, todo», confesaba con una media sonrisa asomando en el rostro.
Cuando el club cántabro depositó su confianza en Ania en el verano de 2018, lo hizo buscando alguien capaz de romper el ciclo, de devolver el equipo al fútbol profesional tras tres años estancado en Segunda B, peleando en el barro, en campos modestos y alejado de los focos. El asturiano era un buen candidato. Moldeado por su experiencia como jugador, Ania, con 41 años, contaba con un historial prometedor en equipos más modestos como el Caudal asturiano y el Villanovense extremeño. Los verdiblancos encontraron lo que buscaban. La propuesta atrevida y valiente de Ania, que repetía la palabra 'intensidad' como un mantra en La Albericia, funcionó y el equipo respondió con una campaña formidable: 22 victorias, 14 empates y solo cuatro derrotas.
Campeones de grupo y ascenso directo. Como una anécdota quedó aquel audio filtrado que sacudió la actualidad verdiblanca, y al resto también, porque se hizo viral gracias a las redes sociales y los mensajes de wahtsapp. Un Ania furioso tras un empate ante el Izarra, tildaba a sus jugadores de «equipo de cagones, de pueblo de mierda» y advertía a grito pelado que quien no siguiera sus órdenes no volvería a jugar «ni un minuto más». La vehemencia de esas palabras contrastaba con la versión más comedida que el técnico ofrecía ante la prensa, pero demostró carácter y capacidad para exigir a su plantilla. Intensidad y entrega innegociables.
Por eso, para muchos el asturiano era el hombre destinado a consolidar al Racing en Segunda División después de aquel ascenso del 2 de junio de 2019 con gol de Aitor Buñuel. Pero esa expectativa se desmoronó pronto. La siguiente temporada, la 2019-20, la primera de Ania en Segunda con el Racing, fue una prueba de fuego, pero el asturiano salió totalmente abrasado. Solo una victoria en quince partidos. Nueve empates, cinco derrotas y la sensación de que algo no terminaba de encajar. El Racing no lograba despegar, y Ania, que había tocado el cielo con el ascenso, fue despedido por un plenipotenciario Chuti Molina, que le relegó a esperar en el banquillo del paro.
El asturiano pasó un año entero sin equipo. Para un entrenador joven y con tanto por demostrar fue un golpe duro. Pero en 2021 el Algeciras le brindó una nueva oportunidad, un trampolín que quiso aprovechar con firmeza, aunque de nuevo las cosas no se dieron como él esperaba. Su estilo de juego, vertical y atrevido, no caló en el cuadro andaluz. Vuelta a la rueda de buscar equipo. Y en esas llegó la llamada del Córdoba.
«Buscamos el perfil de un técnico moderno, con mucho trabajo de día a día, con una metodología clara, un equipo que compita cada duelo, que tengamos ritmo, capaces de presionar, que proponga, dominador y exigente como en el club, donde va a haber un alto nivel de exigencia», decía el CEO del equipo andaluz, Antonio Fernández Monterrubio, sobre el perfil de entrenador que estaban buscando para ocupar su banquillo. El elegido fue el asturiano. Ahora, a sus 46 años, Ania se enfrenta a un reto muy parecido al que tuvo en el Racing: consolidar a un club histórico en Segunda División. Pero lo hace con la lección aprendida. «Me ha costado cinco años regresar a Segunda y no quiero desaprovechar esta oportunidad».
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