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Benditos los malditos

Benditos los malditos

Los abonados de La Gradona, que desplegaron un tifo tan grande como toda la zona norte, siguieron el partido sin descanso al ritmo de un altavoz que marca los tiempos

Marcos Menocal

Santander

Lunes, 26 de noviembre 2018, 07:44

Ahí debajo se respira el fútbol de otra manera. Sentimiento a flor de piel. Todo es distinto. Todo vibra. El suelo parece que tiembla y se escucha un ruido que se clava dentro. Debajo del tifo hay un submundo. Apenas faltaban seis minutos para que ... comenzase el partido y en La Gradona se desplegó una enorme imagen tatuada sobre una sábana de treinta metros por veinte: «Esto es Santander». En rojo y entre las letras y las banderas verdiblancas sobresalía un rostro del ángel maldito; un Satán con sus cuernos y su perilla. Rojo fuego. El de ese infierno donde llueve sobre mojado que es el fútbol. La tela aisló a todos los miembros de La Gradona por unos instantes, a todos esos inquilinos que desde mucho antes ocupaban su localidad. El Sardinero estaba casi lleno y en aquel reducto del graderío, detrás de la portería, el tiempo se detuvo. No se veía cemento, tan solo el tifo. Preámbulos de una fiesta.

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