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El Racing arranca hoy una segunda fase, una repesca, en realidad, muy extraña. Extraña por lo mínimo de su objetivo, el más modesto desde el punto de vista deportivo que ha tenido en sus 108 años de historia o al menos desde que en 1927 se comenzó a gestar la competición liguera que nació en febrero de 1929. Y extraña por el rocambolesco sistema de competición que por fortuna es efímero; fruto de la reestructuración de la categoría y la necesidad de despejar fechas y agilizar el calendario por la pandemia y el excesivo número de equipos que provocó el hecho de que el año pasado no hubiera descensos. Da igual que el sistema se conozca desde el verano y se haya explicado en más ocasiones. Es un galimatías para el aficionado más avezado. Y es comprensible por lo extraño, complejo y enrevesado. Tan extraño es que el Racing debuta hoy, pero es la segunda jornada. La primera se celebró entre semana, con el Laredo entre los equipos en liza, mientras los verdiblancos descansaban. Los positivos por covid frente al Amorebieta, que obligaron a aplazar su último partido de la primera fase precisamente ante el Racing, provocaron este retraso en el calendario y la jornada entre semana. Ahora se recupera la normalidad; si es que se puede utilizar ese sustantivo con un mínimo de propiedad en este contexto.
El Racing afronta la segunda fase, la repesca, en un subgrupo de siete equipos en los que debe clasificarse entre los dos primeros para jugar el año que viene en Primera RFEF y evitar que lo que ya es el peor resultado deportivo de la historia le lleve además a caer a la cuarta categoría del fútbol español, algo que nunca ha ocurrido, en lo que sería un fracaso histórico. Se arrastran todos los resultados de la primera fase y el grupo se compone de cuatro equipos procedentes del grupo cántabro-vasco y tres del grupo aragonés, riojano y navarro. De ahí que la clasificación muestre un número diferente de partidos jugados que se igualará al final de la competición.
Racing, Laredo, Real Unión y Arenas jugaron la primera fase en un grupo de once equipos, con lo que llegaban con veinte partidos jugados y como los resultados se arrastran y los partidos ante rivales les restaban seis por disputar -cinco después de la jornada inaugural-. Ebro, Tarazona y Osasuna B, por su parte, jugaban en un grupo de diez equipos, con lo cual la competición completa significaba los 18 partidos con los que pasaron a la repesca. Pero tenían cuatro rivales pendientes y, por lo tanto, ocho jornadas por disputar -ya son siete-. En consecuencia, los siete equipos terminarán con 26 partidos jugados (ya sea 20+6 o 18+8), igualando así la clasificación a final de temporada.
Entre ellos, los dos primeros jugarán en la nueva Primera RFEF, mientras que los otros cinco caerán a la Segunda RFEF, también de nuevo cuño. Se trata de las dos categorías en las que se desgaja la Segunda División B, que desaparece este verano. La primera de ellas, con dos grupos de veinte equipos. La segunda, con cuatro grupos también de veinte. En consecuencia, y siguiendo con el trabalenguas, el fútbol español quedará repartido así: Primera División, Segunda División (ambas dependientes de LaLiga), Primera RFEF, Segunda RFEF y Tercera División o Tercera RFEF, que continúa tal como se conoce ahora pero caminará a una pequeña reducción de equipos en cada uno de los grupos autonómicos. Estas tres categorías dependerán de la Federación Española, en los dos primeros casos, y de la territorial de turno en el último. A partir de ahí el resto de divisiones no se considerarán ya de categoría nacional. Y en Cantabria se mantendrán la Regional Preferente, Primera Regional y Segunda Regional.
Paralelamente a esta repesca se juega una por el ascenso a Segunda División cuyos tres primeros clasificados (y el mejor cuarto de los cinco subgrupos) accederán al la tercera y definitiva fase: la de ascenso al KO y a partido único en sede neutral. Precisamente el que era el objetivo ineludible del Racing, y que no ha conseguido. Esa fase por el play off de ascenso aseguraba además militar la próxima temporada en Primera RFEF si no se conseguía promocionar de categoría. El Racing, que si bien partía como líder y con cierta ventaja, deberá luchar uno de los dos puestos que le quedan a su disposición en su grupo.
El Laredo, por su parte, ha eludido disputar la segunda fase en el subgrupo por la permanencia; ese que luchará por evitar el descenso a Tercera División -que se mantiene como se conoce a día de hoy-, de modo que los pejinos han conseguido ya su objetivo. Los cinco partidos que le restan -esta jornada descansa- son un premio para un Charles que no tiene a su alcance la Primera RFEF, pero que ya ha cumplido con creces su objetivo ofreciendo además una imagen de equipo solvente y trabajado pese a su modestia, en especial en San Lorenzo.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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