Un cambio para hacerlo aún peor

Lo que son las cosas. A Javi Rozada el club le despide después de empatar, fuera de casa y con un futbolista menos durante más de la mitad del partido -1-1, contra el Arenas-. A Aritz Solabarrieta la comisión deportiva le da una nueva oportunidad, además del bagaje anterior, tras perder dos puntos en los Campos de Sport en un choque que pasó más de una hora con un futbolista más -1-1, frente al Bilbao Athletic-.

En una hipotética continuidad del asturiano, con el ritmo de puntaje que tenía, también sería insuficiente. Ahora mismo el Racing estaría en la cuarta posición, a un punto de los puestos de play off. Rozada sumó doce puntos en siete encuentros, lo que supone 1,7 puntos por partido o, lo que es lo mismo, un 57,1 por ciento del total en juego: 21. En el bagaje negativo del ovetense hay que añadir la derrota en la Copa del Rey frente al Mutilvera.

El problema es que la situación racinguista es tan pobre que los guarismos de Rozada parecen hasta buenos. Solabarrieta no sale ni a punto por partido: 0,8. Se queda en un 26,6 por ciento de los quince puntos totales. Un balance pírrico. Insuficiente para el Racing, pero suficiente, visto lo visto, para la comisión deportiva verdiblanca.

Evidentemente, el balance de victorias, empates y derrotas también favorece al asturiano. Si Rozada logró tres triunfos, cosechó otros tantos empates y sufrió una derrota, su sucesor en el cargo casi logra la simetría perfecta: una sola victoria, un empate y tres partidos perdidos.

Dentro de estos números, hay que diferenciar también que Rozada logró hacer del Racing un equipo fuerte en los Campos de Sport. Durante su estancia sólo se escaparon dos puntos, los de la jornada inaugural frente al Portugalete. La única derrota liguera del asturiano se produjo lejos de Santander, en concreto en Sarriena contra el Leioa. Un resultado que supuso prácticamente el principio del fin para el técnico.

Por su parte, Solabarrieta aún no sabe lo que es ganar como local en El Sardinero. Estuvo a punto de hacerlo el pasado domingo, pero el gol en el minuto 92 del Bilbao Athletic le quitó el caramelo de la boca. Los otros dos encuentros en casa los ha perdido -Amorebieta y Real Unión-. Y, a domicilio, el balance es de un triunfo -en Portugalete- y una derrota por goleada -contra la Real Sociedad B, 4-1-.

El equipo de Rozada, dentro del insuficiente rendimiento, sí tenía algo positivo. Un cimiento sobre el que crecer en todos los demás aspectos: la fortaleza defensiva. En siete encuentros con el asturiano al frente el Racing apenas encajó tres goles. A 0,4 por partido. No está mal.

En este ámbito, con el cambio de técnico el equipo cántabro ha caído en picado. Sólo en los choques aplazados de la primera vuelta, frente a Real Sociedad B -el estreno del entrenador vasco- y Real Unión -en casa-, los verdiblancos encajaron siete goles. En Zubieta ya recibieron más tantos que en los siete encuentros de Rozada. Con los que marcaron Amorebieta y Bilbao Athletic el total de dianas rivales en la meta racinguista es de nueve en cinco partidos. Cifra de candidato al descenso.

En el área contraria, también gana la comparativa Javi Rozada, aunque con menos diferencia. Con el asturiano, el Racing hizo nueve tantos en siete partidos. Tampoco tenía demasiada pólvora el equipo cántabro. Por su parte, con Solabarrieta lleva cuatro en cinco jornadas. En ninguna de ellas el cuadro verdiblanco ha anotado más de un gol.

Hay un par de aspectos en los que Rozada y Solabarrieta han coincidido. Por seguir con lo numérico, en estos dos primeros partidos de la segunda vuelta, el vasco ha sumado los mismos puntos que su predecesor en el arranque liguero, aunque cambiando el orden. Si el asturiano empató ante el Portugalete y ganó al Bilbao Athletic, el de Ondárroa venció en La Florida y empató contra el filial rojiblanco.

Por otro lado, en lo que respecta a lo táctico, es complicado contabilizar el número de cambios de sistema que han llevado a cabo ambos entrenadores. Eso sí, los han repetido. 4-4-2, 4-2-3-1, 3-5-2, 4-1-4-1... El listín telefónico entero, que diría César Luis Menotti. Y, sobre todo, una evidente falta de claridad de ideas y de confianza en un plan. Algo impensable en un equipo aspirante al ascenso.

La primera elección de entrenador -sumada a una mala confección de la plantilla- fue errónea y la segunda, hasta el momento y con pocos visos de punto de inflexión, esperpéntica. Por no tener, el cambio en el banquillo ni siquiera tuvo el efecto revulsivo mínimo exigible en una situación como esta. Y, mientras tanto, el Racing se desangra y va agotando su ya pequeño margen de maniobra en su conformista pelea por entrar en la futura Primera RFEF. Para lo que ha quedado.