Camino de la peor temporada en Segunda

Este será -ya no merece la pena malgastar condicionales pese a que aún no se ha producido matemáticamente- el séptimo descenso del Racing de Segunda a Segunda B. El tercero consecutivo de sus participaciones en la categoría menor del fútbol profesional.

La comparativa más cercana es la más certera. El equipo de la temporada 2014-15, pese a no poder evitar la caída al abismo, deja por los suelos al actual conjunto verdiblanco. Recién ascendido también; con una situación económica crítica; con prácticamente el mismo bloque que subió de Segunda B tras dar al traste con la 'Era Okupa' e incluso con seis canteranos en la plantilla, fue capaz de aspirar a la salvación hasta el último minuto -literal- del campeonato. En aquella ocasión, aunque ha pasado más de un lustro y los ingresos de los clubes han crecido para todos, la directiva racinguista dispuso de unos 2,2 millones de presupuesto para confeccionar la plantilla, contra los 5,8 con los que ha contado Molina.

Ese Racing de la 2014-15, dirigido en principio por Paco Fernández y, tras la destitución del asturiano, por Pedro Munitis, acumulaba después de 37 jornadas disputadas -las que se llevan de Liga esta campaña- 38 puntos, ocho más que el equipo de Oltra, pero sólo a un punto de la permanencia. El balance de victorias de aquel equipo muestra la diferencia de rendimiento: diez sumaba entonces, por las cuatro que apenas ha logrado conseguir el conjunto cántabro este curso. Y así le va.

Y no vale la excusa del presupuesto limitado esta temporada, porque el Racing no está entre los cuatro con menos límite salarial. De hecho, todos los que han tenido menos liquidez para gastar en la plantilla están por encima de los cántabros en la clasificación de Segunda. Algunos de ellos, con aspiraciones mucho más ambiciosas de las que tenían al arrancar la competición. Nueve incorporaciones, todas ellas modestas, realizó la directiva verdiblanca en la temporada 2014-15. Quince ha completado Chuti Molina en esta ocasión, con salarios preocupantes como el de un Alexis que no ha dado una nota positiva en toda la temporada; sin contar los que ya arrastraba del curso anterior, como el caso de David Barral.

En esa campaña, el Racing viajaba en la última jornada a Albacete, con escasas aspiraciones de salvación. El equipo manchego no se jugaba nada, pero el otro implicado, Osasuna, se enfrentaba a domicilio a un Sabadell ya descendido. El conjunto catalán sorprendió a todo el mundo y puso al cuadro navarro contra las cuerdas. El Racing ganaba 0-1 y Osasuna perdía. Minuto 89. La permanencia estaba ahí, hasta que un tanto de Javi Flaño a segundos del final del tiempo reglamentario mandó a los de Munitis a Segunda División B.

El conjunto dirigido por José Luis Oltra, esta temporada, no tendrá ni esa opción. Con suerte, quizá llegue a Fuenlabrada sin la vitola de descendido, aunque parece poco probable. A poco que sumen los equipos que ahora mismo ocupan los últimos puestos de permanencia, a los verdiblancos les dará igual lo que hagan. Qué más da a estas alturas, la verdad.

El anterior descenso racinguista se produjo en plena descomposición institucional del club. Fue en la temporada 2012-13, con Ángel 'Harry' Lavín en la presidencia. El club verdiblanco, con uno de los mayores presupuestos de aquella Segunda División, fue incapaz de mantenerse. Y eso que en los despachos echaron una mano a los equipos de abajo con el descenso administrativo del Guadalajara. De hecho, el conjunto cántabro, entrenado a esas alturas por Alejandro Menéndez, sella su caída a Segunda División B en la penúltima jornada en El Toralín, frente a la Ponferradina -ganaba 0-2 y acabó empatando- pero con el Guadalajara en la cuneta por motivos económicos, tuvo una nueva oportunidad en la última fecha contra el Hércules, que por supuesto no aprovechó. Tras ponerse 1-0 en el marcador, acabó cayendo por 1-3. Finalizó la campaña en la posición vigésima, con 46 puntos, aunque con la abrupta salida del Guadalajara fue en la práctica decimonoveno.

Está claro que, tras probar las mieles de Europa hace poco más de una década, el Racing vive la peor era de sus 107 años de historia. Por eso, para encontrar otro descenso racinguista a Segunda División B hay que remontarse hasta la campaña 1989-90. Entonces, en una Liga de Segunda División con veinte equipos y aún con un premio por victoria de dos puntos, el equipo dirigido entonces por Pachín se quedó a sólo un punto de la salvación. Finalizó en decimoséptima posición, con 33 puntos tras caer en la última jornada, en los Campos de Sport, contra el Betis por un gol a tres, y el triunfo del Eibar en Sarriá contra el Español (2-3).

En la temporada 1967-68, la reestructuración de la categoría colaboró en el descenso verdiblanco. El equipo, que entrenó Ibarra en las últimas jornadas -aunque fue Laureano Ruiz quien lo dirigió durante la práctica totalidad del campeonato- terminó en la posición número 11, de 16 equipos, con 27 puntos. Perdieron la categoría en total ocho equipos, entre ellos también la Gimnástica, que fue colista.

Mientras tanto, en el curso 1946-47, el Racing se salvó del descenso directo, pero se tuvo que jugar la categoría en una promoción. Y la perdió. El equipo dirigido por Areso empató en la parte baja, a 21 puntos, con Barakaldo y Zaragoza. El Betis, con 20, descendió, junto con el cuadro maño. El conjunto vasco logró la permanencia y al cántabro le tocó el mal menor. En el choque decisivo, cayó por 3-1 frente al Valladolid y se fue al hoyo de todas formas. No era la Segunda B actual, pero para la época era igual de fea.

Y la última caída verdiblanca a ese pozo de la tercera categoría del fútbol español data de la temporada 1942-43. El equipo dirigido por Pagaza fue séptimo en una Liga de ocho. Con once puntos, se quedó a dos de la salvación que marcó el Baracaldo Oriamendi. Ferrol -11 puntos- y Salamanca -ocho puntos- acompañaron a los cántabros en su desgracia. Pero, como en las otras cinco ocasiones en las que el Racing perdió la categoría, hubo lucha hasta el final. Algo que no podrán decir los componentes de la actual plantilla.