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El último viaje del Racing a Zamora fue un auténtico drama. Sin embargo, del momento más oscuro surgió el logro más importante de este club. El trofeo que no tiene ningún otro: el de la dignidad. El plante se gestó en el último viaje ... al Ruta de la Plata. Un 26 de enero de 2014.
Antes de emprender camino hacia el Ruta de la Plata, el entonces presidente, Ángel 'Harry' Lavín se encargó de encender la mecha. El delegado verdiblanco en aquel momento y ahora, Delfín Calzada, lo recordó en el quinto aniversario de los hechos. «Nos mintió descaradamente. Fui testigo en el pasillo de La Albericia. El míster -Paco Fernández- cogió al presidente y le preguntó: 'Ángel, ¿es cierto que vais a vender a Juanpe?'. Y se lo negó. Y en el autobús de camino a Zamora, Juanpe recibió una llamada de su representante». Estaba hecho. Ahí se aceleró todo, pero el propio jugador canario, «por lo unido que estaba con los compañeros y con el entrenador, dijo que se quedaba». Poco se ha valorado el protagonismo del futbolista canario en la patada en el trasero a los okupas y la liberación del club verdiblanco.
El Racing había perdido 3-1 en el primer envite de los cuartos de final de Copa del Rey en Anoeta y en el posterior viaje ya sin un Koné que se marchó para luego volver, -«no llevábamos ni para bocadillos», rememoró el delegado- la dolorosa derrota en Zamora terminó con la paciencia del vestuario. 2-0 en el marcador, en un partido durísimo que acabó con Mariano con una luxación de hombro y las lesiones de Borja Granero y Oriol. «Poco antes ya empezamos a pensar que no se podía seguir así. Ahí es un poco donde rompe todo. En el viaje de ida iba a hablar con los capitanes, pero no lo hice por no perturbar el ambiente que había de cara al partido», relató el entonces entrenador del Racing, Paco Fernández.
El capitán, Mario Fernández, fue otra de las cabezas visibles: «En el viaje de vuelta nos reunimos Paco y los capitanes. Tomamos la decisión. Teníamos muy claro que era un paso muy grande, pero no había marcha atrás». Punto de no retorno. «Dijeron: «Hasta aquí hemos llegado», añadió Calzada.
Ya en Santander, continuaron las conversaciones con unos y otros actores de la futura liberación. Se preparó el guion de la escenificación. Se resistió a los intentos de la AFE -presidida por Luis Rubiales- de detener la protesta. Y se cumplió la amenaza. El resto de la historia se ha contado cientos de miles de veces.
Camino a, en y de vuelta de Zamora se fabricó un momento, un evento, que no sólo cambió para siempre la historia del Racing, si no que además lo sacó del ataúd para, al menos, llevarlo a la Unidad de Cuidados Intensivos y mantenerlo con vida. Y alejó del club a quienes lo apuñalaron de forma reiterada para desangrarlo sistemáticamente.
La situación institucional de la entidad verdiblanca ha cambiado por completo. Pero la deportiva no tanto. Por eso, quizá Zamora sea un buen momento para poner el germen de otro hito, de menor profundidad, pero sí de la misma necesidad a estas alturas: el ascenso a Segunda División. Un triunfo que permita olvidar aquella dolorosa jornada y, de paso, homenajear a los gestores del plante puede ser una buena piedra de cimentación para llevar al Racing al fútbol profesional. Donde debe estar.
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