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Me quito el sombrero. Me lo quito por dos motivos. El primero y principal, para mostrar mi felicitación a la Asociación de Peñas del Racing (APR), que para celebrar el 110º aniversario del Racing y el cincuentenario de la temporada de los bigotes (72- ... 73), ha puesto en circulación su segunda camiseta, la verdiblanca. Y el segundo, para ponérmela, sentirme chaval ilusionado y cantar de carretilla una alineación que, como la tabla de multiplicar, no se me ha olvidado: Santamaría, De la Fuente, Chinchón, Espíldora, Sistiaga, García o Santi, Martín o Sebas, Barba, Aitor Aguirre, Pedro Amado y Arrieta.
Aquel equipo se basaba en una sólida y ordenada defensa que no dudaba en recurrir al patadón antes de arriesgarse a perder la pelota con florituras en las inmediaciones del área. Los hombres de atrás eran su punto fuerte, comenzando por Juan José Santamaría (Bilbao, 1947), el guardameta que vino del filial del Athletic y que jugó todos los partidos de Liga excepto los últimos nueve minutos del último contra el Sabadell, cuando dio la alternativa al que sería otro gran portero que debutó en aquella ocasión en el Racing: Pedro Alba (Santander, 1955). En la defensa estaba el lateral Luis María de la Fuente (Madrid, 1948-1994), procedente del Real Madrid y que luego jugaría en el Cosmos acompañando al legendario Pelé en su última aventura como jugador profesional; Manuel Toledano Chinchón (Huelva, 1944), el capitán que había llegado en 1967 procedente del Recreativo y era capaz de dejarse las rodillas antes de abandonar a su equipo, y Francisco Espíldora (Ceuta, 1948), que vino al Racing dentro de la operación de venta al Real Madrid de Aguilar, Santillana y Corral y fue un constante dolor de cabeza para los extremos rivales con sus 'pistolas' amenazantes. En la entonces denominada media, estaba Felipe Sistiaga (Pasajes de San Juan, 1943), que no pudo ir al Burgos de Primera para no competir con el equipo que tenía sus derechos federativos, el Oviedo, que se lo prohibió. También José Luis García (Las Arenas, 1940-2018), que tras jugar en el Racing y ser traspasado al Zaragoza volvió a Santander para contribuir al ascenso, y Santi Gutiérrez Calle (Laredo, 1945), otro de los futbolistas que se entregaba con plenitud en el campo y que sigue siendo una referencia de honestidad y compromiso.
Aunque los hombres de atrás eran el fuerte del equipo, los que tenían la responsabilidad de culminar el ataque también lucieron sus habilidades. En el extremo derecho se internaba Armando Martín (Buenos Aires, 1946), que en cuanto quedó libre con el Zaragoza fichó en calidad de oriundo. Se alternaba con Miguel Ángel Sebastián (Santander, 1952), un canterano lleno de técnica y toque de balón. El interior derecho era Antonio Barba (Villarrubia de los Ojos, 1950), cedido del Real Madrid y que era el director del juego del equipo. Una lástima que una lesión cardíaca le obligara a dejar el fútbol en 1974. El delantero centro era Aitor Aguirre (Sondica, 1949), ariete contundente, de los que le gustaba al técnico vasco y con el que coincidió en el Sestao. Junto a él, Pedro Amado (Puentedeume, 1948), interior izquierdo que venía del Racing de Ferrol y había deslumbrado al ojeador racinguista Julio Santamaría. Y como extremo izquierdo, Agustín Arrieta (Andoain, 1946), procedente del Betis.
Otros jugadores que en menor medida actuaron en aquella temporada fueron Antonio Rodríguez de la Concepción, más conocido como Portu (Basauri, 1948), que se había incorporado al Racing en 1968 procedente de Villosa; Francisco Antonio Docal (Laredo, 1944), excelente delantero que se vio ensombrecido por la presencia de Aitor Aguirre pero que jugó 26 encuentros y marcó cinco goles, el último de ellos el del ascenso al derrotar al Tenerife en los Campos de Sport; Antonio Gento (Guarnizo, 1940-2020), que regresaba al Racing después de haber jugado en el Oviedo; José María Argoitia (Galdácano, 1940), veterano del Athetic requerido por Maguregui comenzada la temporada, y los testimoniales Pedro Camus (Santander, 1955), solo jugó el partido de su debut contra el Hércules, y el citado Pedro Alba. No me olvido de Manolo Díaz (San Vicente de la Barquera, 1950) que no jugó ningún partido, pero hubiera sido uno de los hombres claves de la alineación si no hubiera tenido que ausentarse para cumplir el servicio militar.
Que nadie le quite mérito al preparador físico, Luis Carral; al masajista, Castillo; al querido utillero, Terio Somonte; al legendario míster José María Maguregui, el Mago del equipo, y al hombre que lo hizo todo posible, el presidente que recibió al equipo en Tercera y lo dejó en Primera: Valentín Valle. Todos ellos se merecen llevar esa camiseta.
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