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«Es la persona más importante del Racing de los últimos cuarenta años». Esteban Torre y José Ceballos, sin previo acuerdo, coincidieron palabra por palabra en lo que significa Santi Gutiérrez Calle. No es una casualidad. Ellos dos eran de los no menos de cien ... amigos que pertenecen a la historia del Racing y a la de Santi -que es como le conoce todo el mundo a pesar de la edad- que no quisieron perderse el momento en el que el club le puso el nombre del veterano técnico verdiblanco a uno de los campos de La Albericia (Instalaciones Nando Yosu). Al principal. El único con grada y en el que habitualmente trabaja el primer equipo. El centro neurálgico del racinguismo.
Una foto de dos metros por otros dos ya luce en las Instalaciones Nando Yosu, con una imagen de quien fue el jefe de la cantera durante casi tres décadas y dos datos: 191 partidos como futbolista y más de 25 años como entrenador y coordinador de las secciones inferiores del racing. Que de todo fue en los viejos Campos de Sport y en la vieja Albericia, pero este último es su legado.
Delante de ella, con un micrófono en la mano y un nudo en la garganta, el protagonista -que nunca quiso serlo- se esforzó por agradecer a todo el mundo sus más de cincuenta años de racinguismo. «De muchas alegrías y las penas que suponían los finales de temporada», como recordó en un acto sencillo y emotivo en el que estuvo arropado, y mucho, por la historia viva del racinguismo.
Recordó aquellos momentos en los que tenía que decidir quién continuaba y quién no, la única labor que para él nunca dejó de ser ingrata. De cara a Santi estaban Quique Setién, Paco Liaño, Esteban Torre, José Ceballos... Y clásicos de otras épocas y otro fútbol como Juan Carlos García, Docal, Sebas, Piru, Villita, los hermanos Roncal... Y aquellos que vivieron la clasificación para la Copa de la UEFA, caso de José Moratón y Juanjo Expósito. Y Neru, pejino como él. Y tantos otros. Se quedó pequeña la grada, que a causa del frío obligó a que la gente se apretara y convirtiera el acto aún en más íntimo.
Le costó a Santi hablar. De hecho calificó la obligación de tener que hacerlo como «una trampa o una zancadilla de tarjeta roja». La emoción le superó por momentos. Era comprensible, puesto que delante de él tenía más de medio siglo de historia racinguista de la que él fue moldeador. «Es una iniciativa muy bonita y que llega en un buen momento», señaló Setién, quien recordaba «cuando Santi ponía las luces del coche para que pudiéramos ver y jugar a la pelota». Sin figuras como el propio Santi y Luis Aizcorbe las instalaciones de entrenamiento del Racing; la ciudad deportiva, como se dice ahora para vestir más la estructura, quizá nunca hubieran nacido.
«Un maestro que inspira», decía Ángel Viadero, otro técnico clásico de la cantera verdiblanca. «Una persona cercana, sencilla y que siempre supo estar», añadía Juan Carlos García. «Un emblema, no solo para el Racing sino para el deporte de Cantabria», remataba Mario Iglesias, el director de Deporte. La alcaldesa de Santander, Gema Igual, también quería estar, pero el Pleno del Ayuntamiento se lo impidió. Ambos saben lo que significa Santi en el Racing y en el fútbol cántabro. En el deporte cántabro. En la sociedad.
De cada uno de los corros que se formaron durante la inauguración brotaban anécdotas. Todas acababan con una sonrisa. Con un arqueo de cejas y un suspiro, a veces. Todavía no le habían nombrado coordinador de las categorías inferiores, pero Santi ya ejercía como tal mientras trabajaba como segundo a la órdenes su amigo Magu, al que le tocó incluso sustituir con solo 37 años para convertirse en entrenador. Interino, pero con el tiempo suficiente para dirigir seis partidos en Primera.
Esa Albericia que no solo vio crecer, sino que colaboró en construir, lleva ahora por nombre Instalaciones Nando Yosu. Y el campo 1, el bueno, el fetén, se llama desde ayer Campo Santi Gutiérrez Calle. Sus nombres están unidos para siempre y es justo. Un necesario reconocimiento a quien lo fue todo en La Albericia. A quien aún hoy asiste a los entrenamientos -cuando le dejan- por una devoción que va más allá. Sí, aquel aficionado que pasea por la grada con su chambergo y su gorra sin ningún interés de hacerse ver, ese, es una de las personas más importantes de un club con más de un siglo de historia. «¡Santi, gracias por todo!», es el sentir general.
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