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El ambiente de un partido de fútbol con las gradas rebosando vida en un Racing-Rayo Vallecano de Segunda División que vio en su juventud. Con aficionados que iban y venían embutidos en camisetas y bufandas entre el murmullo de los saludos con los compañeros ... de asiento. Caras familiares que se repetían cada jornada y que eran la prueba de que no hay mejor red social que un estadio. La Fuente de Cacho coreada por mil gargantas y el estallido de los racinguistas gritando: ¡Gooool! Todo eso se reproduce sin fallas en la memoria de Juan Manuel Cuesta (Astillero, 1955) cada vez que se asoma a la maqueta que ha realizado de los Campos de Sport de El Sardinero.
«Cuando era yo joven, fíjate si ha llovido. Hacía un frío que no podíamos ni juntar los dedos. Jugaba Santi, Espíldora... No me acuerdo el resultado, creo que muchos goles y empate», recuerda Juan Manuel. Este jubilado de Astander es un enamorado de las maquetas y también del Racing, y en cuanto tuvo tiempo no quiso perder la oportunidad de homenajear a su equipo y a su estadio con sus propias manos. Esas con la que crea un delicado arte. Y es que la magia está en los pequeños detalles, en un trabajo concienzudo, de muchas horas y hecho con mucho mimo. «La empecé sobre marzo de 2015 y la terminé a finales de 2019 en noviembre o diciembre», cuenta Juan Manuel, que ha ido arañando tiempo libre «a poquitos» para trabajar en su garaje y alumbrar este pequeño mundo en miniatura. «Te puedo decir claramente que no te puedes imaginar la cantidad de cuentas que he echado», confiesa. Y es que todas las piezas han sido elaboradas con mucha meticulosidad y paciencia. «Aquí también está hasta la hasta la famosa 'Tasca'», dice Juan Manuel refiriéndose al bar del estadio. Y es cierto. Videomarcadores, asientos, gradas, el palco... No hay rasgo que no esté representado en estos mini Campos de Sport. Hasta Manolo Preciado, que además fue vecino de Juan Manuel cuando eran críos, tiene su sitio. «A Manolín le tengo plasmado en la maqueta. Fue vecino mío de siempre y cuando era chaval le gustaban más los bolos que el fútbol», recuerda el astillerense.
A él en cambio lo de dar patadas a una pelota siempre le tiró mucho. Igual que trabajar la madera. «Yo soy de esto de toda la vida, desde niño, pero como hobby», reconoce Juan Manuel. Y entre su amor por el fútbol y por las miniaturas, el runrún de recrear El Sardinero fue tomando forma en su cabeza. «Surgió porque me gustan mucho las maquetas y al ser futbolero veía el campo del Racing y decía: 'Este le tengo que hacer yo'». Pero no se decidía. «Le tenía miedo porque sabía que era una obra para mucho tiempo», admite.
La maqueta reproduce el espíritu del campo al que miles de racinguistas van cada fin de semana. Y es que si este manitas se iba a poner manos a la obra tenía claro que iba a ser una reproducción fiel. Nada de medias tintas. «Es a una escala real al 98%. No te puedes imaginar las medidas y las reglas de tres que he tenido que sacar para lograr todo esto», suspira. Y detalla escrupulosamente el proceso de construcción. «La regla de tres es la escala más antigua que hay, entonces yo cogí las medidas de los campos, que son 105x65 o 68», cuenta enfrascado en la que es su pasión. «Pero las gradas no son iguales- continúa-, entonces tomé solamente la medida de una de las gradas, el cemento, donde luego va puesto el asiento, y tenía 800 milímetros, y con eso, llevado a 105.000 milímetros, hice la regla de tres cavilando mucho y llevándolo con una escala, porque hay que hacerlo lo mejor que puedas», explica reivindicando la creación y el proceso del trabajo manual al que se ha ceñido con precisión.
«Lo empecé y jamás pensé que iba a coger esas dimensiones, porque es el propio campo el que me ha ido llevando. Además yo todo lo hago de cero», dice orgulloso. Y es cierto. Juan Manuel parte de la madera que compra por internet y la va modelando pacientemente con su mano experta hasta darle la forma y el tono deseados. «Las curvas del campo, hay que pensar mucho para que casen bien, sobre todo con la grada esta de la Presidencia, que tiene una doble altura con 1,1 de hueco ahí, que son los de la prensa», comenta enfrascado. Para obtener el resultado final tuvo que tirar, además de maestría y destreza, de ingenio. Se trataba de tratar la madera para que parezca igual en todos los segmentos aunque esté realizada con materiales diferentes. Para que luciese igual el pino que el ocumen.
Desde chico, casi sin titubear tras realizar su primer trabajo con sus propias manos, empezó a trabajar la madera y supo que ese material iba a acompañarlo toda la vida. Y es que con un listón, una tabla o un pedazo de leño en las manos para Juan Manuel el tiempo vuela. Los casi cinco años que ha invertido en recrear los Campos de Sport se le han hecho cortos. «Mira, lo hago con tanto amor, porque me gusta hacer las cosas de madera de toda la vida, desde niño, que casi no me he dado ni cuenta», se sincera.
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